El mundo se divide en dos clases de personas: los que disfrutan más de la música en el equipo de su casa y los que prefieren las abarrotadas salas de conciertos. Yo siempre he sido de los segundos pero probablemente porque jamás me haya parado a pensar en el por qué. ¿Y vosotros?
Los directos, sí, son emocionantes y todas esas cosas; ya lo sabemos. Pero a los que realmente nos gusta la música y disfrutamos como chavales intentando destramar lo que la producción ha tejido, descifrar el código de pistas que se esconde tras cualquier canción, etc. deberíamos, por lógica, ser más partidarios del buen reproductor y el preceptivo reposo. Qué placer el de atenuar las luces de la habitación, apretar el play y dejar que todo fluya, embriagarse de los sonidos del álbum que tenemos entre manos.
Aún así, nos encanta, por lo menos a mí, dejar los billetes sobre la mesa y hacernos con esas enormes y engorrosas entradas que venden los amigos de Ticketmaster, hacer colas de horas o incluso días y mezclarnos entre la gente y el sudor ajeno. La magia del rock and roll, que dirían algunos.
En el fondo todos sabemos que, por muchas vueltas que queramos darle, vivimos para ese momento en el que se apagan las luces, escuchamos una batería que rebota contra nuestro pecho, al cantante contar hasta cuatro y, de repente, se encienden las luces y dos o tres guitarras eléctricas nos ponen la piel de gallina.
2 comments
¿Puedo decir discos de directos? 🙂
Supongo que decantaría hacia discos aunque es casi imposible decidir, cada cual tiene su cosa especial como has descrito..
Me gusta escuchar un buen disco en mi casa y vibrar con ello pero yo creo que te das cuenta realmente lo que vale un artista al verlo en directo.
He tenido chascos pero también he descubierto artistas simplemente porque en el disco no me atraía sus canciones. Además de lo que es compartir tu canción favorita con miles de personas que lo cantan al unisono. Perfecto.
Por ello no dudo en gastarme mi dinero mas en conciertos que en disco.