20 años de “Mer De Noms”: cuando el gran sueño de Billy Howerdel se llamó realidad

a perfect circle mer de noms

Hay figuras que nacen con roles secundarios cuya ambición, y cuyas miras creativas, les invitan a soñar con los ojos bien abiertos. Cobijados bajo el ala de algún ave de mayor envergadura, piensan en cuándo y cómo llegará su definitiva emancipación definitiva. Ese es el caso, entre otros, de Billy Howerdel. Nacido en Nueva Jersey en 1970, este polifacético músico se empezó a abrir camino en el sector musical gracias a su rol como técnico de guitarras en Fishbone, grupo con el que Tool llegó a girar en 1992. Tal fue el buen “feeling” gestado entre el neoyorquino y Maynard James Keenan, líder de los padres del “Opiate”, al conocerse en dicho año que Howedel acabó convirtiéndose en una pieza clave tanto en la grabación en estudio de “Ænima“, como en su posterior gira promocional. No fue nada casual la concreción de esa alianza laboral: apenas un año antes, en 1995, Keenan y Howerdel empezaron a habitar bajo un mismo techo en la morada del primero en Los Ángeles, hecho que llevó al excéntrico frontman de Ravenna a descubrir las virtudes compositivas de su estimado compañero.

Fue entonces, entre charla y charla en un sofá del Norte de Hollywood que salió a flote la idea de concretar su compadreo en una clave musical de lo más forma. Así es como simple y llanamente surgió la génesis pura y dura de A Perfect Circle, aquel sueño en forma de pequeño gran supergrupo que Howerdel había mantenido en su cabeza desde pequeño. Sin necesidad de golpearse accidentalmente la testa cual Dr. Emmett Brown en 1955, la revelación de hacer algo grande golpeó la vida de Billy, y gracias a alianzas surgidas por el camino, el álbum debut de dicho grupo vio la luz en un memorable 23 de mayo del año 2000.

Con Troy Van Leeuwen (Failure), Paz Lenchantin y los citados Maynard y Billy y un Tim Alexander (Primus) pronto reemplazado por Josh Freese (The Vandals), la materia prima estaba allí presente para guisar un plato perfecto que, de la mano de una “major” discográfica como Virgin, llegó a saciar tanto a los fans del rock progresivo de mayor sabor noventero como a aquellos que buscaban algo más digerible para su paladar. Con un plan meticulosamente diseñado, Howerdel y sus secuaces edificaron en ‘Rose’, ‘3 Libras’ o ‘Judith’ tres pilares estilísticos diferentes dentro de un álbum que clavó banderas en todos los terrenos, desde el comercial (llegó al top 5 del “Billboard 200”) hasta el más crítico. Para colmo positivo del asunto, el teloneo con Nine Inch Nails en el “Fragility Tour (v. 2 .0)” sirvió a A Perfect Circle para definitivamente izar vela en el saturado panorama musical internacional. Mientras que ‘The Hollow’, ”Thinking Of You’ o ‘Breña’ se encargaban de rociar napalm sobre las almas presentes en dicho tour, ‘Thomas’ o ‘Sleeping Beauty’ encandilaban a los amantes de sonidos más melosos. Rotundo e implacable “win win” el suyo.

Los años pasan, y es con la mirada puesta en el retrovisor, que uno puede llegar a asimilar aquel 23 de mayo de 2000 como el mayor día de inflexión profesional y personal de un talentoso treinteañero llamado Billy Howerdel. Fue la jornada de la victoria de un chico que creció siendo técnico de guitarras (Tool, Nine Inch Nails, Guns N’ Roses,…) pero que su cabeza, y su a vez su tangible perseverancia, invitaron a que el destino acabase amoldándose a sus siempre ambiciosas miras. Felices y eternos sueños, Billy.

Un directo para recordar de A Perfect Circle en Phoenix (2000):

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