Cuatro mozos, de Manchester, y sin mucho empuje creativo. En 1990 nadie hubiese apostado demasiado por unos The Rain integrados en su momento por Liam Gallagher, Paul «Bonehead» Arthurs, Tony McCarroll y Paul McGuigan. Pese a contar con alguna demo algo notoria (‘Take Me‘, ‘Alice‘), parecían, al menos de entrada, otra banda más. Pero… no. No fue así. Poco después entró a la formación el hermano de Liam (Noel), y ahí cambió todo. Al apropiarse de cierto control creativo, el mayor de los Gallagher ayudó al conjunto mancuniano a izar su vela creativa con la gestación de unos directos, y también de unos singles, capaces de engatusar a los más incrédulos. Porque Oasis no eran The Rain. Oasis eran OASIS, en mayúsculas. Uno de los grupos más importantes no solo de la estela brit pop, sino también de toda la década de los noventa.
Si nos ceñimos a la historia cabe recordar lo acontecido en Monnow Valley Studio en 1993 como uno de los puntos culminantes, y significativos, de la historia del grupo. Fue allí, en los estudios situados cerca de Monmouth, y con Dave Batchelor como productor, en el que los británicos se aventuraron a grabar su álbum debut. De entrada no todo fluyó como lo seda: las primeras sesiones de grabación fueron un «fail» en toda regla. El resultado de lo producido no era lo que se esperaba de ello («sonaba de forma demasiado nítida» – decían), y cierta atmósfera de pánico empezó a palparse en el ambiente.

Tras comprobar que ese era no el espacio ideal para gestar su ópera prima, a Oasis no les quedó otra que ser algo pacientes y regrabar la movida en los Sawmills Studios de Cornwall ya bien entrado el año 1994. Con Mark Coyle y Noel Gallagher a los mandos, el «feeling» negativo volvió a aflorar. «El menos es más no parece funcionarnos» – aceptaban de forma resignada en su momento, al intentar grabarlo todo en vivo y de forma conjunta.

Pero la esperanza afloró de la mano de Owen Morris. Quien se encargó de mezclar los temas originalmente, agarró el material y lo revertió, llegando a construir las frontales dinámicas musicales que posteriormente iban a acabar siendo marca de la casa. Inspirado por la obra y gracia de Phil Spector y Bernard Sumner, Morris consiguió dotar de un giro de 180 grados a una obra cuyas mezclas quedaron ultimadas en los Matrix Recording Studios de Fulham. Ahora sí, el material estaba listo para volar.

Y volar, lo que es volar, voló. Porque es repasar los 11 temas de «Definitely Maybe» e instantáneamente darse cuenta, sin demasiado aspecto racional de por medio, que los cortes de este trabajo cuentan con un magnetismo único y especial. No era nada casual que ‘Rock ‘N’ Roll Star’, su tema de apertura, clave banderas con ambición: todo «Definitely Maybe» está cimentado bajo una misma misiva: conquistar, conquistar y conquistar. Tanto lo pueden hacer a cuchillazos macarras (el citado tema), como coqueteando con semi medio tiempos (‘Shakermaker’) o rebozándose en la mugre «noir» (‘Cigarettes & Alcohol’). La actitud «en tu cara» estaba presente en una obra gamberra y bastante enlodada que erigía a los Gallagher como uno de los amos de la «poker face» de su época.

Hoy «Definitely Maybe» cumple 25 años de existencia. Y, a su manera, es justo y necesario, recordar que existió un día en el que estos chicos se comieron el mundo por mera necesidad. Por mero empuje visceral. «Definitely Maybe» como resultado de una llamada surgida de unos adentros. Por eso, y por tantos otros motivos más, amamos tanto a Oasis. Feliz cumple, cabronazos.
Documental completo sobre la concepción del «Definitely Maybe», aquí:
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