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25 años de «To Bring You My Love»: la piedra angular de la discografía de PJ Harvey

“¡Qué suerte que nunca has visto El Padrino! Ojalá pudiera yo verla por primera vez.” Si me dieran un euro por cada vez que me han dicho esto podría comprarme el box set deluxe edición especial con cinco horas de extras y los de calcetines usados de Coppola. Pues pasa algo similar con «To Bring You My Love«.

Mientras muchos preferían zafarse detrás del cartel de “alternativo”, otros, otras, como PJ Harvey, prefirieron arrancarlo, blandirlo y abrirse paso con él a través de los 90. «Dry» (1992), su primer álbum en solitario, acabaría siendo aclamado como uno de los mejores discos debut de la historia: era afilado, tenía un aplomo impresionante y supuraba distorsión, emoción y hasta estribillos. Polly Jean decía que Dry sonaba intenso porque puso todo lo que tenía en él, al no saber si volvería a tener la oportunidad de grabar otro disco. Por suerte, la inglesa sí tendría esa oportunidad. «Rid Of Me«, publicado en 1993, fue una deconstrucción del sonido rockero de «Dry» hacia lo más crudo, brusco e histriónico, dando lugar a absolutas rocas como ‘Rub Til It Bleeds’, más grunge; o la propia ‘Rid Of Me’, medio stoner. Mientras el público de la época debía alucinar con la carne que PJ Harvey ponía en el asador, poco sabían que se les venía encima el tercero.

En febrero de 1995 veía la luz «To Bring You My Love«, más refinado y estructurado que «Rid Of Me» y cargadísimo de estilos e ideas como una especie de pantonera de todo lo que podía salir del cartel “alternativo”. Sin perder la intensidad oscura en su fondo, Harvey es capaz de mutar la forma y ofrecer canciones melódicas, puñetazos fuzzeros y temas de energía más baja en 42 minutos. La energía es algo que PJ modula como quiere: te lleva del mantra árido y fatigoso de ‘To Bring You My Love’ al beat industrial de ‘Meet Ze Monsta’; te parte el cuello con ‘Long Snake Moan’ justo después del lamento minimalista que es ‘Teclo’. De postre, guitarras saturadas a ritmo de bossa nova fuzz.

Lo más comestible y melódico también cabe en «To Bring You My Love«. La faceta más singer-songwriter de Harvey toma el control en ‘Send His Love To Me’ y su fraseo melódico y ese rasgueo a tresillos que recuerda a la música tradicional inglesa; o en ‘C’mon Billy’, de ritmo más  acentuado y producción algo más lustrosa y de sus noventeros tiempos.

Y es que hay más producción de la que a primera vista parece. Los ganchos y los motivos de estas canciones son tan efectivos que parece que vuelen solas, pero lo cierto es que han alcanzado ese estatus de icónicas también por los arreglos que cohesionan esas partes de un todo. Sea en clave de lofi hipnótico (‘I Think I’m A Mother’) o en la mencionada ‘Teclo’, cantada sobre punteos eléctricos y acoples, hasta los momentos más espaciosos musicalmente esconden un entramado de microarreglos que, desde detrás, aúpan el desarrollo de las canciones. Otro buen ejemplo es ‘The Dancer’. Aunque se basa en una discreta batería downtempo, crece y crece gracias a esas capas de órgano y a la teatralidad vocal que imprime Polly Jean en los momentos que toca. Cerrar el disco con una ópera trip-hop a lo Portishead siempre es buena idea y es el enésimo y penúltimo matiz del álbum.

«To Bring You My Love» es, para mucha gente, la piedra angular en la discografía de PJ Harvey o, al menos, la primera cima que conquistó. Por sus temáticas, sus contrastes musicales y su carga melódica, lleva 25 años inspirando a los artistas que miran con un ojo hacia adentro y con otro hacia adelante, que arriesgan, que evolucionan, que derriban fronteras. Es, además, el disco perfecto para emprender la tarea de sumergirse en su rico repertorio. Si te llama, empieza por aquí. En «To Bring You My Love» hay una PJ Harvey y varias Polly Jean: la PJ abrasiva que saca fuego a su guitarra, la lírica y teatral, la que grita, canta y susurra y, sobre todo, la que da vida y personalidad a una canción más allá de las notas que la componen.

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