¿Es “AM” la sublimación de lo que podemos esperar de Arctic Monkeys? Un lustro exacto después de su publicación y con su sucesor “Tranquility Base Hotel & Casino” entre nosotros, es razonable pensarlo. O no. El talento de Alex Turner es imprevisible e incontenible. Lo que es innegable es que con “AM” a Alex Turner le terminó de crecer el tupé y los incisivos se le afilaron más que nunca. Sólo por ‘R U Mine?’ y ‘Do I Wanna Know?’ es imposible no caer rendido a su llamada. Títulos con forma de pregunta que en realidad son respuestas emocionales, himnos indiscutibles.
Parido entre madrugadas en Los Ángeles y en Joshua Tree con trasegadas de tequila, ‘AM’ es asquerosamente retro, elegantemente macarra, sexual, romántico en su lujuria. Fue recibido entre el éxtasis fanático (“El mejor disco de la década”, proclamó el NME) y una cierta ojeriza (“Imitadores”, bramó The New York Times), acabó bien situado en listas de renombre (#4 en ‘Mojo’, #9 en ‘Uncut’ y ‘Rolling Stone’…) y al público le entró de lleno. Hasta seis singles sobre 12 canciones, directo al número 1 en casa, el Reino Unido, rampa de despegue en Estados Unidos y 157 conciertos por todo el globo.
En retrospectiva, si se puede aplicar a un periodo de cinco años, que en términos musicales viene a ser antes de ayer, refleja un periodo de gracia. Sobre todo si saltas con pértiga sobre ‘Knee Socks’, canción que sonroja enfrentada a las dos portentosas caras b del disco (‘2013’ y ‘Stop the World I Wanna Get Off With You’). Hay recovecos, quizá el último rastro del acento de Sheffield en Turner y la batería en primer plano de Matt Helders, también un curioso cover, ese ‘I Wanna Be Yours’ del poeta punk John Cooper Clarke pasado por un húmedo tamiz R&B. Turner lo descubrió mientras tiraba pintas en un bar cuando era camarero antes que estrella del rock. Para “AM” quiso versionar, o mejor dicho, transformar en canción, ‘Evidently Chickentown’, un poema que repite el término ‘bloody’ ochenta veces y que fue grabado, por cierto, por Cooper Clarke junto a ese místico del sonido llamado Martin Hannett.
“Crear un álbum de los Arctic Monkeys no es una alquimia sencilla”, razonaba Turner al calor del desconcertante “Tranquility Base Hotel & Casino”, “me he quedado sin trucos”. ‘AM’ fue la condensación del tránsito de las píldoras para adolescentes a la madurez que intentaron acometer en “Humbug” y que se quedó a medias en “Suck It and See”. Un conjuro perfecto.