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Get Back: el reality de los Beatles

get back the beatles

Peter Jackson arroja una nueva luz a los episodios finales de la historia de los Beatles con «Get Back«, serie documental de tres capítulos en la que los de Liverpool aparecen retratados con insólita cercanía.  

Soplaban los vientos de enero del 69 y los Beatles venían quemados tras el estrés de las largas sesiones de estudio del «White Album«, lanzado en noviembre del año anterior. Decidieron volver a las raíces en su siguiente proyecto mediante un repertorio concebido para el directo, sin trucos de producción, que ensayarían en sesiones que serían grabadas para un especial televisivo que culminaría con un disco y un triunfal concierto (llevaban desde el 66 sin  tocar en directo).

Michael Lindsay-Hogg (hijo de Orson Welles) fue el encargado de dirigir el proyecto, reuniendo la friolera de 60 horas de video y 150 de audio de las que acabó utilizando únicamente la hora y veinte que dura «Let It Be» (la película que sustituyó al especial televisivo, finalmente descartado por discrepancias en el grupo). El resto del material quedó olvidado en un cajón durante 50 años hasta que Jackson lo revisionó para convertirlo en esta valiosa serie. «Get Back» nos adentra en las rutinas de los Beatles sin escatimar en detalles: los vemos desayunando té y tostadas, comentando lo que vieron por la tele la noche anterior, recelando de las cámaras, de resaca, durmiéndose por las esquinas, de cachondeo, con la risa floja, fumando, bebiendo, rescatando viejas batallas, discutiendo, divagando, bailando, llegando tarde y disculpándose, o no, por ello. Los vemos debatiendo sobre el futuro («Maybe we need a divorce«), improvisando oldies de rock’n’roll o temas propios de sus primeras épocas, lanzando recriminaciones a un empresario de la industria editorial, vacilando a Peter Sellers, confesando que se han tirado un pedo o que han vomitado por los excesos de la noche anterior, proponiendo ideas descabelladas para el concierto final (un barco, un palacio en África, el parlamento inglés, unos bloques de plástico…). Vemos cómo se van fraguando hechos que serán decisivos en la futura separación: la frustración de Paul al sentirse el único que tira del carro, el descontento de George, la expansión de los tentáculos de Allen Klein (mánager de los Rolling Stones que quiere representar a los Beatles y consigue reclutar a un entusiasta Lennon para su causa).

Y por supuesto, los vemos haciendo lo que se les da mejor: creando, dando vida a temas inmortales que se cuecen a fuego lento frente a nuestra mirada. «Get Back» es tal vez el ejemplo más espectacular: presenciamos su nacimiento de la nada, de una mera progresión de acordes improvisada por Paul para tomar forma y adoptar letras y modulaciones que finalmente serán descartadas o modificadas para convertirse en la canción que todos conocemos. Pero también ‘Don’t Let Me Down‘, ‘Two Of Us‘, ‘Dig a Pony‘ e ‘I’ve Got a Feeling‘ van tomando forma poco a poco. Conocemos versiones embrionarias de ‘Let It Be’, ‘The Long And Winding Road’,  ‘Something‘ y ‘Octopus Garden‘, así como de canciones que finalmente se incluyeron en el «Abbey Road» (‘I Want You’, ‘Polythene Pam’, ‘She Came In Through The Bathroom Window’, ‘Golden Slumbers’, ‘Carry That Weight’, ‘Her Majesty,’ ‘Mean Mr Mustard‘ -con el entrañable Mal Evans, roadie y chico para todo, muy contento dándole al yunque) o integraron las carreras de los Beatles en solitario (‘Another Day’, ‘All Things Must Pass, ‘Jealous Guy‘).

El primer capítulo  muestra a los Beatles en Twickenham Film Studios (donde Ringo iba a grabar una película en fechas cercanas), un almacén frío y enorme cedido para grabar el especial televisivo que no parece acabar de agradar a los Beatles dada su mala acústica. Tal vez este ambiente destemplado tenga efecto en ese famoso berrinche de George que le lleva a dejar el grupo ante la mirada atónita de sus compañeros (» think I’m leaving the band now – When? – Now»). Este punto es tal vez el más difuso de la serie, ya que los motivos que llevan a Harrison al repentino abandono no acaban de quedar claros. Ni siquiera la interesante conversación entre Paul y John grabada con un micrófono oculto en el jarrón de la mesa donde comían (!) lo aclara del todo, si bien  parece apuntar la tendencia de Paul de imponer sus ideas e infravalorar las de George como principal motivo. El encuentro en el estudio tras la deserción de George es uno de los momentos cumbre de la serie: Ringo llega el primero, luego Paul, John no contesta el teléfono. La incertidumbre flota en el aire, se lanzan bromas y se trata de mantener el espíritu festivo pero las miradas vidriosas de Paul y de Ringo hablan por sí solas. También la alegría de Paul al tener conocimiento de que John está en camino. El día anterior se habían reunido con George para hablar del futuro del grupo, una reunión que no acaba de ir del todo bien. Gracias a los apuntes de Linda sobre lo sucedido, que se moja bastante más que su futuro marido, nos enteramos de que John no abrió la boca en la reunión, que Yoko habló en su nombre y que Harrison se acabó largando. Paul se muestra muy políticamente correcto acerca de la presencia de Yoko en ensayos, grabaciones y reuniones como un miembro más, pero sí comenta sin tapujos lo que todos ya saben, que si a John se le da a escoger entre Yoko o los Beatles escogerá a Yoko. Y aunque en broma, dice también algo revelador de los motivos de la crispación de George: «Va a ser cómico dentro de unos 50 años: se separaron porque Yoko se sentó en un amplificador«.

Al abandonar el proyecto del especial televisivo y tras la reconciliación con George, la grabación se traslada a los estudios de Apple, donde la situación se destensa y tienen lugar los momentazos de mayor camaradería. Paul sigue cortando el bacalao, pero ese John que se había mostrado mayormente apático en Twickenham (sobre todo al inicio del rodaje)  es ahora una fuente inagotable de bromas, muecas y chorradas que alegran al personal. Resulta sorprendente la pachorra generalizada estando como están sujetos a un deadline. Pero allí nadie parece tener prisa excepto tal vez el bueno de George Martin, siempre resolutivo y dispuesto a sacarles las castañas del fuego a los Beatles al prestarles el equipo de grabación de Emi cuando el diseñado por el cantamañanas de Magic Alex, amigo de John y jefe de Apple electronics, resulta ser una chapuza. Influye también en la buena disposición del grupo la presencia de Billy Preston, al que ya conocían de las épocas de Hamburgo, que pasa por allí por casualidad y con maestría y una permanente sonrisa contagiosa toma las riendas del piano electrónico.

Los días avanzan y llega la fecha pensada para el concierto. Mal Evans y el ingeniero de sonido Glyn Johns tienen una idea: ¿Y si tocan allí mismo, en la azotea de Apple Studio? Las imágenes del concierto no sorprenden tanto porque ya las habíamos visto en «Let It Be», si bien el metraje de Jackson muestra el concierto entero y sin interrupciones. Con los rostros pálidos y las narices rojas, los cuatro de Liverpool desafían el invierno londinense e interpretan las canciones que llevan días ensayando. Transeúntes encantados y algún que otro cascarrabias desfilan frente a la cámara, como también lo hacen dos pobres policías que se presentan  desconcertadísimos  en Apple frente al aluvión de quejas recibidas por el exceso de sonido, sin comprender de dónde viene todo ese ruido (impagable la expresión de sus rostros cuando les informan de que están en el tejado).

«Get Back» no es una serie para todo el mundo y tal vez aburrirá a los fans más tibios, pero sin duda hará las delicias de los más acérrimos. Jackson nos mete a los Beatles en el salón de casa y retrata 21 decisivos días de sus vidas sin prisas, exprimiendo cada conversación y cada ángulo de sus personalidades. Algunas voces han acusado a Jackson de ser demasiado benevolente y de ensamblar un montaje excesivamente risueño, tal vez por presiones del equipo de producción en el que se encuentran McCartney y Yoko. Él asegura que no recibió ningún tipo de censura. Que empezó el visionado de las cintas con miedo a que fuera deprimente y fue el primer sorprendido al pasarlo pipa desde el primer minuto. Sin duda ha conseguido contagiar sus emociones: «Get Back» es un espectáculo de principio a fin, el impagable testimonio del proceso creativo y las dinámicas personales de un grupo que sigue en estado de gracia aun cuando se desmorona. Ocho horas de puro deleite.

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