Una conversación en Twitter me ha hecho recordar a Witch, grupo de stoner formada en 2005 por J. Mascis, flamante pelazo y líder de mis amados Dinosaur Jr. y su amigo bajista Dave Sweetapple. En esta aventura el señor Mascis no se hace cargo ni de voces ni de guitarra, sino que se pone al mando de la batería tal como hizo en la banda hardcoreta de los ochenta Deep Wound junto a Lou Barlow, quien tocaba la guitarra. Witch se completa con un jovenzuelo Kyle Thomas, conocido por su desempeño en el garage bajo el nombre de King Tuff, y Asa Irons, guitarra del grupo de avant folk Feathers.
En marzo de 2006 lanzaron su disco debut de título homónimo. Dicho álbum ha cumplido 10 años recientemente, por lo que reseñarlo ahora me parece lo más justo para rendir homenaje a esta banda de stoner doom influenciada, cómo no, por los reyes de los setenta Black Sabbath y Led Zeppelin, aunque también por otros coetáneos como Sleep, Witchcraft, Pentagram o Dead Meadow. Si bien de primeras pudiera parecer raro encontrar a Mascis en un proyecto de metal, a sus fans más viejunos no nos debería sorprender: ya demostró su gusto y buen hacer en estas lides a finales de los ochenta al frente de su banda en discos como You’re Living All Over Me (1987) o Bug (1988) -¿podríamos considerar éstos, junto a Farm (2009), sus mejores discos? Yo digo sí. En esos dos trabajos se desmelenaba como guitarrista rebelde homenajeando a los clásicos rockeros de antaño.
Volvamos con los protagonistas de este artículo. En Witch King Tuff utiliza un timbre de voz bastante parecido al del líder de los suecos Witchcraft y las canciones tienen una estructura rocosa con jams poseídos por Belcebú y tan densa como tragar aceite de motor en ayunas. Temas como Seer, Hand of Glory, Rip Van Winkle o Changing demuestran la fortaleza de este cuarteto. Riffs a mansalva, fuego a discreción y el doom que emocionaría a Tony Iommi marcado por un buen desempeño a la percusión de J. Por lo visto algunos guitarristas tienen alma de batería (hola, Ty Segall).
Pero así como honramos la labor de nuestro admirado Mascis, hay que destacar que aquí los guitarristas son las estrellas del baile. Los fragmentos en que las seis cuerdas dominan la escena es cuando encontramos los mejores pasajes del disco. Solos de guitarra tórridos con capas de textura pesada junto al aullido nasal de Thomas hacen de este trabajo un disco de culto. Una fuerza centrífuga que te envuelve en un manto incendiario y te golpea una y otra vez.
Witch no fue banda de un solo trabajo y su segundo LP fue publicado dos años después bajo el nombre de Paralyzed. Éste sigue una línea más cercana a Black Flag y sus guitarras coquetean con los ochenta, aunque en líneas generales mantiene la esencia del primer álbum. Pura hiperactividad y entusiasmo que nos encanta, y que tanto echamos en falta de otros grupos hoy en día.
Ojalá el futuro nos dé la oportunidad de ver la formación original de este proyecto sobre un escenario. Confiemos en Belcebú.