En Binaural se ha hablado en diversas ocasiones sobre uno de los elementos más importantes que influyen en la creación de las atmósferas sónicas tan características de estilos como el shoegaze o el post-rock, me estoy refiriendo, como no, a los pedales de efectos.
A parte de los estilos mencionados en el anterior párrafo, para muchos músicos de otros estilos, sobre todo guitarristas, los pedales son una herramienta más que ayudan a expandir sus posibilidades musicales. Pero existen músicos para quienes los pedales son mucho más que algo con lo que hacer ruido, son incluso una forma de ganarse la vida y obtener una fuente de ingresos. La gran mayoría de fabricantes de pedales ya son de por sí guitarristas y músicos que simplemente se dedican a ello y tocan de forma más o menos amateur, aun así, existen músicos profesionales y de cierto renombre, que también se dedican a ello.
Uno de los músicos de mayor nombre, y tal vez de los más polémicos, es sin duda Kirk Hammett de Metallica. Aunque no mucha gente relaciona a Hammett con el mundo de los pedales más allá de su característico abuso de wah wah, el guitarrista es dueño de la marca KHDK Electronics, marca que se encarga de fabricar el overdrive Abyss que utiliza el bajista de Tool. Si bien Hammett no se encarga directamente de construir él los pedales, levantó cierta polvareda entre el mundo pedalero al afirmar por twitter que la compañía era la primera marca de pedales en estar dirigida realmente por un guitarrista de verdad.
Los que si se dedican plenamente a la construcción y diseño de pedales de efectos son Oliver Ackerman, guitarrista y cantante de la banda de noise rock A Place To Bury Strangers y Brad Davis, bajista de los desérticos Fu Manchu.
El primero, Ackerman, es dueño de la marca Death by Audio, una marca que, como su grupo, está centrada en los sonidos más experimentales y ruidosos; desde fuzzes extremos a delays imposibles y reverbs locas.
Brad Davis, por su parte, es el constructor detrás de Creepy Fingers Effects que, a diferencia de Ackerman, se dedica exclusivamente al mundo de la chicha, es decir, distorsiones, overdrives, boosters y, sobre todo, fuzzes. Si bien tiene algún diseño propio, destacan por encima de todo sus reproducciones con componentes de alta calidad originales de la época de pedales míticos que ayudaron a definir el sonido de artistas como Jimmy Page con su Tone Bender, Jimi Hendrix con su Fuzz Face o Tony Iommi con su Rangemaster.
Otro caso similar es el de John Baizley, guitarrista y cantante de Baroness, que, pese a no estar directamente detrás de una marca de pedales, trabajó conjuntamente con Philly Fuzz para diseñar su propio modelo de fuzz, el Heretic. Se trata de un pedal fabricado en cantidades muy pequeñas, de hecho, la marca solo tiene este modelo, y que la banda de Philadelphia vende como merch en sus conciertos.
Y no se puede acabar sin mencionar a Kurt Ballou, guitarrista de Converge que, al igual que Baizley, tampoco está detrás de una marca de pedales. Como ingeniero que es, Ballou es propietario y productor del estudio de grabación God City Studio. Como tarjeta de presentación para el estudio tiene una placa con un circuito impreso que, una vez soldados todos los componentes que necesita, te haces un pedal de alta ganancia perfecto para tocar los estilos más extremos del metal.
En definitiva, como bien dice el título que acompaña este texto, los músicos que le dan a los pedales no son ciclistas, sino que son, en su mayoría, aficionados al maravilloso mundo de los efectos.