Cuando uno ya cree estar al día de todo lo que se cuece en el mundo indie y de haber trazado un mapa fiable del panorama musical con el que orientarse, de algún modo siempre acaba por llegar una cálida ola que, a modo de azote, nos remueve y nos recuerda que la ley es el cambio.
La rueda nunca deja de girar, y el inconformismo, esta vez de manos de Temples, nos invita a un viaje por su realidad psicodélica; un caleidoscopio sonoro según el cuál quizás el mundo se extiende a lomos de cuatro elefantes sustentados sobre el caparazón de una tortuga que flota sobre un mar de leche rodeado por una serpiente. Estamos, señores y señoras, ante el enésimo intento de resucitar el rock psicodélico, pero esta vez cuando ya nadie lo esperaba, en plena explosión revival de los 80 y a comienzos del primer auge de los 90’s.
Lo cierto es que estos últimos años hemos vivido un resurgir de bandas y de estilos que hasta hace pocos años parecían condenados al olvido. Quién iba a imaginarse que, incluso, a fuego lento se cocía un revival de bandas al estilo Black Sabbath. ¡Pues sí señor! Pero, ¿qué es lo que sucede en este afán por lo revival? Puede que se trate de una búsqueda de raíces, una búsqueda de la identidad propia; saber de donde venimos para saber hacia donde vamos. Según algunos, vivimos una época de reflexión. Según otros, todo ya ha sido dicho y, ante la incapacidad colectiva de reinventarse, no queda otra que mirar al pasado y recuperar nuevas viejas tendencias.
Yo prefiero mirar al presente, y veo lo siguiente: las grandes bandas campan a sus anchas, cómo dinosaurios, por un mundo antiguamente glorioso y rebosante que en el presente languidece. Los recursos ya no abundan como antes o, por lo menos, se distribuyen de manera diferente. Los nuevos súper grupos son cada vez menos frecuentes, y los antiguos pueblan los carteles de todos los grandes festivales, como resistiéndose a aceptar el cambio, y refugiándose en los últimos “valles encantados”. El Cretácico está en su recta final, se avecinan cambios que llevan tiempo preparándose.
Y, a todo esto, ¿qué hace una pequeña banda como Temples en el cartel del Primavera Sound?
Nadie duda de la originalidad de la propuesta y de la genialidad de cómo ha sido ejecutada, pero lo más llamativo de todo esto es que son justamente bandas como esta “los nuevos pobladores del mundo sonoro”. Aquellos que prosperan en un entorno cada vez más hostil, aquellos con más probabilidades de sobrevivir cuando el gran cataclismo se presente. De menor tamaño, necesitados de menos recursos, oportunistas, y más acordes con la época en la que vivimos. Pronto dejarán de estar a la sombra de aquellos seres de proporciones gigantescas para reclamar un mundo que ahora les pertenece. La genialidad de la propuesta reside en su nacimiento como banda puramente “indie”. Pronto ya nadie esperará que ninguna gran discográfica les descubra en la red para poderse dar a conocer. Todos recordamos el fenómeno Arctic Monkeys. Aquello es fruto del pasado, de la era Napster y e-Mule, los medios de distribución dejan de serlo puramente para convertirse en una completa nueva realidad.
¿Cómo será el nuevo cuaternario?
Ya no se necesita un gran estudio para grabar un disco medianamente resultón. Es evidente que con mejores recursos las cosas lucen más, nadie puede negarlo. Pero la falta de recursos hay que paliarla con genialidad; ¡a grandes problemas, grandes soluciones! Los nuevos músicos son compositores, intérpretes, productores, y lo que haga falta. Y si no se llega, seguro que algún plug-in nos puede ayudar a hacer menos obvias las carencias, sobre todo, a oídos de los no tan eruditos.
La distribución “gratuita” de las redes en canales como “youtube”, el prehistórico “myspace” o el omnipresente “facebook”, en el que o vives o no existes, constituyen la mejor manera de darse a conocer. Yo hace ya tiempo que dejé de escuchar la radio y mi interacción con este medio se reduce a Radio3 o nada. Los blogs y los amigos son quienes mejor recomiendan, y sino uno se sumerge en intrépidos viajes a la búsqueda de algún tesoro todavía por descubrir, saltando de enlace en enlace por Pandora, Spotify o GrooveShark. ¿Alguna sugerencia? ¿Por qué no si sólo nos cuesta un click y 10 segundos de escucha?
Eso sí, hay leyes que parecen no cambiar; la imagen sigue siendo poderosa. Pero hoy en día vale más ser original que creerse original.
Yo quedé en estado de shock al ver las pintas de estos cuatro chicos británicos; el vocalista, James Edward Bagshaw es la viva imagen de Jim Morrisson reencarnado en un joven británico con peinado a lo Bob Dylan. ¡Esto sí que no me lo esperaba! Resulta que esta banda de Kettering son tan cool que escapaban al conocimiento de cualquier hipster. ¡Son tan únicos que, de hecho, son los únicos que van de este rollo! Y probablemente serían unos pringaos si no fuese por cuatro brutales sencillos que colgaron en internet y que nos arrearon un viaje por lo mejor del rock psicodélico de los 60. Temples parecen haber girado una vuelta más a la rueda en la máquina del tiempo y haber retrocedido hasta finales de los 60 y principios de los 70; todo en ellos emana de la revolución hippie. Reproducen con asombrosa exactitud la pautas del acid rock; sería de lo mejorcito del género si no fuese porque juegan con ventaja, concretamente con más de cuarenta años. Ellos prefieren llamarlo neo psych… pero son los únicos que han vislumbrado está escisión dentro del género.
Sus letras son tan inocentes, que pueden parecernos infantiles “A question isn’t answered, an answer isn’t questioned, ..”, ni los The Love podrían haberla clavado tanto. Su música es ácida, fiel al estilo, pero siendo una mezcla entre los grandes del género The Mamas and The Papas, the Byrds, o el final de la escena psicodélica de manos de the Doors… nos proponen un viaje sin compromisos. Representan el intento más serio de resucitar, o como mínimo de reproducir, el rock ácido hasta el momento. Su fidelidad al sonido de la época ha impresionado a todos. Ni los Oasis, ni Brian Jonestown Massacre, por mencionar algunos, se habían acercado tanto.
Cuenta con una batería sencilla, que únicamente reclama la atención con redobles conectando las diferentes partes del tema, y que acompaña, apagando, ensalzando o dotando profundidad y dramatismo. Como buen grupo psicodélico, cuenta con la influencia de la música india en fraseos como el del comienzo de ‘A Question Isn’t Answered’, y en la trascendencia de letras como las del mismo tema. Exploraciones a modo Pink Floyd con su “The Piper At The Gates of Dawn”.
‘Colours To Life’ proyecta un aura melancólica contrastando con la inocencia de otros temas como Shelter Song. ‘Mesmerise’ o ‘The Guesser’ están a medio camino, pero claramente alejadas de las influencias indias
The Golden Throne es la manifestación de lo que todos pensamos que debe ser un tema de los 60; un estribillo empalagoso ensalzado por unos teclados, si cabe, más auténticos que los de la época, que acompañan y repiten las notas de la línea vocal o los fraseos de guitarra.
Poco le queda al sonido de Temples para transformar nuestros toca discos en máquinas del tiempo y abrir con ellos una puerta al pasado; ‘Test Of Time’ está cerca de conseguirlo. Cuenta con una línea vocal que recuerda a ‘I can see from miles’ de The Who y una batería cercana a la de ‘Tomorrow Never Knows’ de los Beatles. Si bien los efectos vocales son omnipresentes en todo el álbum, juegan un papel protagonista en este tema. Más que cantar nos relata, a modo de trobador bajo la influencia de alucinógenos, las maravillas de un viaje más allá de las percepciones sensoriales. El reverb de las voces, y de la guitarra, dejan paso, al final del tema, a un inquietante paso con el que finaliza el tema. Lo remata ‘Sand Dance’, musicalmente menos brillante pero profundo. James recupera el papel de trobador en ‘Fragment’s Light’, acompañado, esta vez, por unas guitarras con efectos a modo laúd. ¡Que le vamos a hacer! El chico es auténtico, auténtico… y se mete de lleno en el papel.
Retórica aparte, por un lado el grupo es una clara respuesta de la época en la que vivimos y de la omnipresencia de Internet. Por el otro, el revival de los 80 queda ya lejos de la cresta, y lo más, por ahora, son los 60’s. ¡De nuevo! Cuando India cambia mirando a occidente, y los occidentales parecemos angustiados por recuperar la mirada hacia el interior, rodeándonos de libros de filosofía oriental, viajando al subcontinente para comprender nuestra naturaleza espiritual y para abrir nuestra mente en un viaje etéreo al margen de la pobreza y corrupción rebosantes, una banda de “don nadies” nos recuerda que el primer paso es bien sencillo. Simplemente haz lo que te gusta, aquello con lo que te sientas acorde, lo que surja de ti; al fin y al cabo ese es el verdadero significado de la palabra “original”.
Si luego uno lo cuelga en la red y se convierte en un nuevo fenómeno musical… ¡maravilloso! Sino, el logro de haber hecho la música que te gusta, es suficiente satisfacción.
Bienvenidos a la era indie.
Escucha «Sun Structures» de Temples al completo vía Spotify: