Parece que en Baltimore los veranos deben ser muy diferentes de los que se viven en el Mediterráneo con sus anuncios publicitarios de cerveza, gorros de paja, calas imposibles y pop ligero y bailable. Otro verano es posible. Como el que nos proponen Beach House, con su ya cuarto disco, ‘Bloom’ (Sub Pop, 2012). Estos meses de calor vienen con atardeceres lentos. Atmósferas catatónicas que noquean el sentido y el discernimiento. Vestidos blancos de gasa. Casas en la playa. La tranquilidad después de la intensa canícula de las horas centrales del día. El sosiego de esperar llegar la noche, su cielo negro liso y la bondad refrescante del aire. Diez canciones para reiterar y alargar una propuesta que dignifique lo estilístico de la estación más calurosa. Dónde no todo son chanclas de plástico y bañadores de flores. Con Beach House otro verano es posible.
Han pasado ya dos años desde la aparición de aquel ‘Teen Dream’ (Sub Pop, 2010) que puso a Beach House en el mapa y nos dejó del todo descolocados, y acompañados de una horda de suspiros de flechazo inmediato. Una colección de tiempos lentos, atmósferas oscuras pero con dosis razonables de densidad y, el enésimo suspiro con la voz de Victoria Legrand. La chica de aire afrancesado, que nos recordaba a la Nico que cantaba con la Velvet. La mujer enigmática y con cara de “te voy a meter en líos pero no podrás decir que no”. En definitiva, un muestreo triunfalista de la etiqueta de pop ensoñador que se coló en nuestras mentes para quedarse. Así pues, pasado el tiempo, la nueva entrega de esta edulcorada propuesta llegaba a su tiempo de cocción.
‘Bloom’ se nos presenta como una continuación muy lógica de lo visto hasta la fecha. Una vez recorrida la línea del mar juntándose con la arena, llegados a las rocas, solo queda la posibilidad de volver hacia atrás y rehacer el camino. Es lo mismo que acabamos de hacer, pero el placer es tal que no importa lo más mínimo. Hay que hacer tiempo para cenar, y otro remojo de pies en el atardecer se presenta como la mejor de las opciones. Con todo, el sonido de Beach House continua sonando puro y grandilocuente. Aparentar mucho con poco. Como la serpiente pequeña que levanta cuello y lomo para aparentar más de lo que es. Pero aquí sin subterfugios ni trucos del manco. Algunas cuerdas, unas notas de teclado y algunos ritmos esponjosos para hacerle un sustentoso colchón a la voz de Legrand, que todo lo magnifica y todo lo convierte en poderoso. Como muestra, la pieza que abre el disco, ‘Myth’, que a base de percusiones parece una invitación tribal a la ensoñación. Posteriormente ‘Lazuli’ nos lleva de la mano hasta el manto notas mullidas y piel caliente que es la parte central del disco. Para aposentarnos en ‘The Hours’ y haber perdido por completo la noción del tiempo. Querer más paseos por la arena, más casas en la playa, atardeceres que se extiendan por toda la jornada. Un sueño ligero, un paseo en duermevela, que nos dirige hasta ‘Irene’, la eclosión de este ‘Bloom’. Una canción para reiterar lo mostrado hasta el momento y continuar desdibujando las coordenadas de espacio y tiempo. Una despedida con carácter. Una señal de que la ligereza no es vacuidad.
En definitiva, Beach House llegan a su cuarto disco en muy buena forma. Su ‘Bloom’ no busca artificialidades ni nuevos caminos. La trayectoria sigue siendo la misma, como los ingredientes, pero el camino no se nos ha hecho costoso. Quizás el tiempo no deje mucho espacio a la innovación con las pocas herramientas usadas hasta el momento. Pero el verano clama ligereza y tiempos aletargados para no caer en el sudor del sol impecable. Ahí es donde residen Beach House, con su casa en la playa. Y tal como están las cosas parece una propuesta inmejorable. Que afuera hay mucho ruido y aquí se está muy bien.
Puntuación | 7.5 de 100
Peaking Ligth sigue ese camino tan interesante.
Excelente album, me encanta su melodía