La planta, si no la riegas, se pudre. El agua aquí son los directos y la gente, una banda como Carolina Durante no se explica que haya salido indemne de la encarnizada parada en seco de conciertos que ha provocado la pandemia, pero lo ha hecho. Como decía Diego Ibáñez para EPE, en 2020 llegaron a dar algún concierto con el público sentado y a veces la banda “acababa hasta deprimida”. Sorbidos por un enemigo invisible y la amenaza constante de programar bolos casi a sabiendas de que se cancelarán, el cuarteto madrileño, acostumbrado a rodar por todas las salas de España con su aclamado debut, se ha quedado con la cara desencajada. O mejor dicho, se ha quedado sin cara. Aparentemente, su segundo álbum, “Cuatro Chavales” (Sonido Muchacho, 2022), no tiene identidad; aunque, eso, en apariencia. Lo cierto es que son ellos quienes le han pintado la cara al virus.
Los cuatro chavales de la capital han salido fuertes de ese tremendo corte de alas. Enfocan -si es que alguna vez estuvo desenfocada- su lente de disconformidad social, relativizando lo malo, que ha sido muy malo, y echando humor sobre drama; lo que viene a ser una ironía perfecta para dar con la solución a la cuestión que se plantea a continuación. No saben cuál es el secreto del éxito, recitan en ‘Tu nuevo grupo favorito‘, pero el éxito se da cada vez que Carolina Durante se muestra con entereza, y eso es canción tras canción. ¿Estás al borde del precipicio? Los colegas te echarán una mano amiga para que no te despeñes, sugieren en ‘Granja Escuela‘.
Fieles a su forma de hacer y entender la música, lo primero a destacar de “Cuatro Chavales” es que, por excepcional que haya sido su contexto, a Carolina Durante les recordamos con la misma cara. Este punto también gana valor con la producción -a cargo de Carlos Hernández y Bernardo Calvo de Estudio Uno- y las nuevas ideas propuestas dentro del disco, que se hacen notar especialmente en temas como ‘Yo soy el problema‘ o ‘Colores‘; pueden conectar con la Zona Temporalmente Autónoma de Los Planetas. Lo segundo a destacar es la ristra de pelotazos que contiene. Además de la pegada (‘Famoso en tres calles‘ o ‘Urbanitas‘ se llevan la palma), cada tema respira una esencia genuina, avanzan dentro de sus propios microuniversos sin tender a similitudes. ‘Aaaaaa#$!&‘ pasa de 0 a 1.000, ‘Moreno de contrabando‘ nos sale con un registro de Diego distinto, ‘La planta que muere en la esquina‘ cierra el disco exponiendo un sonido, por otra parte, menos frontal pero igual de compacto. Y todo sin salirse del discurso de la planta que sobrevivió sin apenas regarla.
Sale por tercera vez el nombre de Diego porque el plano que adquiere su voz en este trabajo sigue siendo crucial. En la escala que corresponde, también lo son los coros. Pero por encima de todo lo es su espíritu desencadenado. Ese que les hace ser famosos en más de tres calles, y que les merece una placa en la Calle Mayor como la que tiene Ceesepe. El último tema de “Cuatro Chavales” es el final menos final que podrían haber firmado. Otra planta ha crecido en esa esquina.