[Crítica] Arcade Fire – Everything Now

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Plantear una reseña coherente y bien organizada del quinto disco de Arcade Fire en las circunstancias en las que llega se antoja bastante enrevesado. Las dos o tres primeras veces que uno escucha Everything Now le surge cierta inquietud traducible en una frase tipo: “¿Dónde demonios quiere llegar esta peña?” o “¿Qué diablos acaba de suceder?”. Las siguientes (sólo para valientes o desprejuiciados) la verdad es que la sensación tampoco varía gran cosa. Han pasado cuatro años desde el ya de por sí confuso (aunque en mi opinión fantástico) “Reflektor”, y Arcade Fire parecen seguir dando palos de ciego, derrochando talento a raudales, pero tal vez con su puntería más bien poco centrada.

Siendo francos, se podría decir que la banda de art rock canadiense es seguramente la mejor que ha surgido en su género en lo que llevamos de siglo XXI (que no es poco, oigan). Gracias a “Funeral” reventaron el panorama con rabia, relatando con renovada sinceridad y melodías absolutamente memorables el hastío de un occidente con sus ideales en proceso de putrefacción y el vacío de la muerte y la pérdida como temor último. Tras un debut tan apoteósico, supieron mantener el barco a flote con otros dos álbumes prácticamente sobresalientes, y después de tal esfuerzo titánico, cuando se tomaron la libertad de experimentar e investigar nuevos caminos, la marabunta desagradecida que ha vivido y revivido a través de ellos momentos de una tremenda sensibilidad épica, decidió que no, que: “quita, quita, así no, niño”.

Una vez más la parafernalia que Win Butler y compañía han montado en torno al lanzamiento de su largo ha sido completamente desmesurada. Pero en esta ocasión ha tomado un nuevo tono: el humorístico. “Everything Now” y todo lo que le rodea tiene una imagen muy sarcástica y ácida, como si Arcade Fire estuvieran un tanto pasados de rosca con el revuelo que se ha formado a su alrededor (que es bastante evidente que lo están). Así, en ocasiones parece complicado tomarse en serio este álbum de música disco, funk, e himnos juveniles, que en su primera mitad muestra claramente sus objetivos, mientras que en la segunda se desinfla con gran belleza, pero dejando un poso deprimente (cosa que a fin de cuentas ya hacía “Funeral”).

Por empezar por algún lugar, podríamos desmenuzar el tracklist, compuesto por 13 canciones, de las cuales 4 son interludios (además repetidos) y otras 4 ya las habíamos escuchado. Esto nos deja solamente para la escucha completa 5 cortes nuevos que descubrir. Primeramente, llegan la introducción y el hit, ‘Everything Now’, que le pese a quien le pese es una canción extremadamente contagiosa, coreable y divertida. Obviando la horterada de videoclip que tiene – puesto que Arcade Fire nunca han sido los padres del buen gusto -, en el primer adelanto ya se adivinan varias pinceladas de lo que se nos va a ofrecer durante todo el LP. Las letras, que vuelven a hablar del esplín, la muerte, la soledad o la posmodernidad, toman una perspectiva mucho más dual: hablan de forma cada vez más personal e individual, pero al mismo tiempo son competentes y aplicables para grandes grupos, como los millennials. Lo mismo sucede en ‘Signs of Life’ y la fantástica ‘Creature Comfort’. Los canadienses nos están proponiendo ponernos a bailar en una fiesta, en una discoteca, en la que, sin embargo, vamos a chillar estribillos absolutamente depresivos.

Como se corrobora en la propia ‘Creature Comfort’, Butler ha decidido no sólo hablar a las generaciones actuales como hiciera en ‘Wake Up’, sino tomarse el lujo de, en ocasiones, hablar en nombre de ellas. La bola de nieve que es la carrera de Arcade Fire, y que no deja de crecer aún, les da licencia para hacer prácticamente lo que les dé la gana, más viéndose solos y desamparados como agrupación en activo representativa de millones de jóvenes a merced de esta era de incertidumbre. Esto se verá incluso mejor representado en ‘Electric Blue’, donde las referencias a David Bowie y a la incapacidad de los de Quebec para continuar su legado centralizan el canto de Chassagne. Tras las memorables y guasonas líneas “on and on I don’t know what I want, on and on I don’t know if I want it”, que retratan con exactitud y aspereza a gran parte de sus oyentes, llega el momento más confuso y flojo de “Everything Now”. Tanto ‘Peter Pan’, con su influencia dub, como ‘Chemistry’, continúan las ideas líricas de sus predecesoras, pero lo hacen de forma descafeinada y con muy poco convencimiento. Si a ellas le sumamos el doble interludio de ‘Infinite Content’ (aunque el segundo resulta encantador), puede atisbarse cierta sensación de cansancio compositivo, que incluso en las primeras escuchas puede malograr el disco.

Tras este engorroso puente, llega la mencionada anteriormente ‘Electric Blue’, con la que definitivamente se empieza a terminar (lo hace en la siguiente) la supuesta fiesta del álbum. Como si al final de una noche de borrachera nos acordáramos de ese colega que se fue, la voz de Régine, chillona y mezclada especialmente alta, funciona de forma desconcertantemente tensa y dolorosa. En ‘Good God Damn’ vuelve a hablarse de forma frívola y fresca del suicido y la muerte, lanzando preguntas sobre dios y la religión, como se hiciera en ‘Creature Comfort’ y ‘Signs of Life’. Esta es la última canción con un bajo funky, y aunque resulta de las tres menos agraciadas del LP, cumple a la perfección su cometido de empezar la resaca sentimental y depresiva de la noche anterior. Lo que sucede a partir de aquí ya es otra cosa: ‘Put Your Money on Me’ y ‘We Don’t Deserve Love’ son dos canciones redondas de Arcade Fire. La afectación en la voz de Win Butler, los arreglos orquestales metidos con gran acierto, sus tempos menos acelerados, su calidad orgánica y su vivacidad, las equiparan a cualquier corte de hace ocho o diez años de los canadienses. Al final de todo el desenfreno, de la bacanal superficial y socarrona, Arcade Fire no pueden dejar de ser quienes siempre han sido, y sufrir de manera desmesurada por su existencia, expresándolo de forma desgarradora e intensa.

Además, en estos dos temas, junto a ‘Chemistry’ -de forma menos trascendente-, se adivina algo distinto en “Everything Now”: una conversación interna entre Régine Chassagne y Win Butler. El matrimonio, contempla con admiración y con preocupación el insondable paso del tiempo, y no sólo esto, sino la evolución y los cambios de su propia relación y sus sentimientos. A pesar de ello, gran parte de estas letras siguen funcionando con una narración externa y abierta, como quien habla de otros o para otros. Tras este clímax sensible, llega el ya revisitado -incluso en esta web- anti clímax de Arcade Fire, que en vez de cerrar arriba como en ‘No Cars Go’, o ‘Afterlife’, nos plantan un cierre raro y de sentimientos encontrados (véase ‘My Body is a Cage’ y ‘Supersymmetry’). Lo mejor de este ‘Everything Now (Continued)’, es que se corta en mitad de su desarrollo, como deben hacer los grandes cierres (aunque no termine de serlo).

Dicho esto, sin ser abogado del diablo, conviene aclarar un par de cosas: Arcade Fire no le deben absolutamente nada a sus oyentes; “Funeral” salió hace trece años, y fue el mejor disco de art rock al uso desde “OK Computer” de Radiohead. Pero ya está, aquello ya pasó, a nadie le gustan los ex rencorosos y la gente cambia. Que la banda se haya cansado de ser bandera del drama occidental en el campo sonoro (porque en el lírico siguen siéndolo) no es una mala noticia, y no hay prácticamente nadie que suene como ellos suenan en la actualidad. De igual manera, este es, de largo, el disco menos redondo que han firmado los canadienses, con seis canciones fantásticas, tres descartables, y varios interludios innecesarios, pero a “The Suburbs” también se le podrían haber quitado un par y no habría pasado nada. Dicho esto, el quinto trabajo de Arcade Fire, que veremos cómo queda de aquí a diez años en su discografía, es un atrevido ejercicio en el que se adivina a una de las agrupaciones musicales más relevantes de la cultura actual, tratando de pasar un buen rato y olvidar sin éxito (sea voluntariamente o no), el drama de la vida, justo como cualquier ciudadano de a pie. Y bueno, ya que aún no lo he dicho: ¡Talking Heads! ¡Kraftwerk! ¡Daft Punk!

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