Se oyen voces del pasado. Ecos que nos transportan décadas atrás, allá en los 80, con Morrissey relatando el privilegio de morir atropellado por un autobús de dos pisos junto a la persona que ama. Belleza depresiva. Aunque siguiendo sus propósitos, el Continental de Gràcia sería un buen lugar para desinhibirse, tomarse una copa y bailar un poco con Guille Milkyway. Puede que esa noche fuera interminable, en su entorno familiar y su compleja oscuridad, porque ¿qué importa si nos suena esa escena? Bienvenida sea. El Último Vecino nos la vuelve a interpretar como nadie en un segundo larga duración llamado “Voces” (Canada, 2016) , con sus dilemas y pasiones, las cuales exprime hasta la última gota, y sus acabados de artista. Gerard Alegre Dòria ha demostrado serlo.
Sus claras influencias de New Order, el manierismo de Ian Curtis o las lágrimas de Robert Smith, dan pie a que se vertebre una buena continuación de su debut. Y es que si “Tu Casa Nueva” apuntaló los cimientos de su propuesta, este los moldea con la misma buena mano, tirando de ingenio melódico y logrando un sonido de lo más higiénico. La prueba del algodón está en ‘Antes de Conocerme‘ que suena como una más de la familia y ni siquiera la conocíamos. Esa fuerza del pasado, literal, en todos los sentidos, no deja de ser una constante; dulce, hiriente y arrebatadora. “Para ti siempre será la estela, tu estela querida” siente dejando su primera huella, como la de aquel mejor amigo de Pierce. Así pues, el camino es corto y no tiene pérdida. Y si hay margen para el error, no lo veo.
Porque ‘La Noche Interminable‘ es tan fugaz como frontal, inquietante en fondo, un corte de ducho abierto al imaginario y a las experiencias de Gerard. Con todo, nada se le anuda. La algodonosa ‘Nubes Grises‘ requerirá distensión para flotar en ella a buen ritmo. Porque pese a las incertidumbres, es agradable dejarse llevar en ellas. La lírica tremenda de ‘Mi Escriba‘ cicatriza en lo que para mí marca el inicio del segundo grueso del disco. ‘Tu Casa Es Mi Coraza‘ vuelve a llevarnos por los viejos lares, insistiendo hasta aprender la lección, para luego dar paso a dos temas que nos enseñan más sobre EUV. Registros distintos, coros agudos y dolidos (alguno muy a lo Kiss Me Again de The Drums) y un gran dominio de los tiempos. ‘La Selva‘ es el ejemplo, el tema con el que despertar o chapar el garito.
Así, la noche pasa volando, como todas las palabras que salieron de esa gran boca, la culpable de todo esto y la que sigue seduciendo sin vacilar.