[Crítica] Scott Weiland & The Wildabouts – Blaster

Para empezar, hagamos un breve repaso: Stone Temple Pilots allá en 2002 grabó lo que sería su quinto disco Shangri-la dee da. Más tarde, Scott Weiland, ni corto ni perezoso, dejó su banda madre para acabar formando parte de Velvet Revolver, una especie de súper grupo bálsamo para los fans acérrimos de Guns and Roses o, concretamente, Slash. De ahí salieron dos estupendos discos, sin embargo Scott acabó despedido y volvió a los Stone años más tarde.

Los Pilotos del Templo de piedra de San Diego, en su vuelta a los escenarios, grabaron un nuevo trabajo en estudio (en mi opinión, un álbum infravalorado). Tras una intensa gira, desencuentros con los otros tres componentes, escándalos y conciertos de dudosa calidad, Scott Weiland fue despedido (también) de los Stone. A su vez, estos pidieron a Chester Bennigton (Linkin Park) que fuera su relevo como cantante. Surrealista es poco. Esta hilarante situación hace que nuestro hombre haya centrado su capacidad compositiva en su carrera musical en solitario, la cual quedó aparcada allá en 2011, tras aquel capricho navideño y bizarro llamado “The most wonderful time of the year”.

Uf, vale, entiendo que para quién no esté acostumbrado a las aventuras y desventuras de Weiland toda esta historia le suene a chino. Pero Scott es así, o lo tomas o lo dejas. Lleva desde 1996 regalándonos todo tipo de escándalos. Eso sí, también alguna obra maestra. Cosa que no es este “Blaster”, aunque si sea suficiente revulsivo como para poner las cosas en su sitio. Weiland ha sabido darle al fan de Stone Temple Pilots y Velvet Revolver lo que quiere de él. De hecho, el disco por momentos suena un poco a refrito de toda su carrera, aunque tampoco es la tónica general. La producción del álbum tiene garra, las guitarras suenan crudas sin dejar de tener una pizca de comercialidad. Su nueva banda The Wildbouts suena compacta, rockean con gusto, hacen que lo viejo suene nuevo y lo nuevo viejo.

A nivel vocal, hacía mucho tiempo que Scott no se encontraba en tan buena forma. No olvidemos que se trata de un tipo que se acerca a los 50 años, que ha sufrido (o sufre) el abuso de tóxicos. El álbum consta de 12 temas, aunque solo 11 sean reales. Lamentablemente, tenemos una INNECESARIA, VACÍA Y FLOJA versión de T Rex de 20th Century Boy. ¿Por qué esa obsesión de meter versiones en discos de estudio? Al menos la que hizo Placebo hace años tenía gancho. En fin, pasarla de largo, me lo agradeceréis. El resto se trata de un álbum que se deja escuchar, con bastantes aciertos, pero que corre el riesgo de acabar en el olvido tras unas escuchas.

El disco comienza con Modzilla, una suerte/mezcla de los Velvet Revolver de Libertad tocando Crackerman de los Stone Temple Pilots. Muy válida para las radiofórmulas.

Posteriormente tenemos lo que en mi opinión es uno de los mejores temas del disco: Way she moves. Por cierto, Stone Temple Pilots escribió hacia el 1999 una canción con el mismo título que nunca vio la luz. ¿Se trata de la misma? Quién sabe. La verdad es que suena totalmente a vitamina STP. Gran tema. Una de las piezas más duras las encontramos en White Ligthing. Un rock clásico con bastante mala leche y muy bien trabajado. Weiland demuestra estar en plena forma, con los pulmones bien plenos y preparados para la acción. Al igual que en Hotel Rio o Beach Pop (horribles títulos, por cierto) donde Weiland parece añorar a Ramones o hace guiños al punk californiano.

Sin embargo, no es hasta la décima canción que no encontramos la joya del disco. Me refiero a Parachute. Canción que ya la firmarían muchos de sus contemporáneos. Weiland, fan acérrimo de Bowie, nos regala un tema que bien podría ser el espejo de toda su carrera y de la influencia del Duque Blanco. Intenso, con cambios inesperados y una melodía vocal estupenda. El momento más relajado queda apartado en la última canción llamada Circles. No está mal, pero todos sabemos que Scott Weiland nos ha regalado baladas mejores.

En definitiva me quedo con un sabor entre dulce y amargo, pero podría haber sido peor. Personalmente creo que cuando Scott ha experimentado en sus discos en solitario es cuando las cosas le han ido mejor, al menos a nivel artístico. Uno tiene la sensación de saber cómo sonará Blaster antes de escucharlo y eso no dice algo muy bueno de él. Yo tan sólo cruzo los dedos para que Blaster tan sólo sea la antesala de otra nueva reunión de los Stone Temple Pilots con la formación original. Ellos saben que se necesitan. Y Scott el primero.

Enlace streaming: Scott Weiland & The Walkabouts – Blaster

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