Cinco chavales, amigos todos ellos, aprenden a tocar juntos, girando cada vez más y componiendo para terminar su primer disco un tiempo después, dando forma a las canciones que venían tocando y con nuevas composiciones para darle un empaque de álbum a su presentación. Misma historia de tanta gente que, desde que esto de la música popular funciona, intenta hacerse un hueco de una forma u otra en la colección personal de sus contemporáneos.
Con Shame, banda que presentábamos unos días atrás, tenemos un grupo que se muestra urgente y voraz en su primer álbum, sirviendo de ejemplo del cambio de tendencia de los nuevos grupos británicos de la música indie hacia más contundencia en su sonido y mala leche en su mensaje. Emergen del sur de Londres, en el distrito de Brixton, y parten del post-punk que vuelve a estar presente en el panorama sonoro para empezar lo que en «Songs of Praise» se nos desvela como un documento de sus primeros años como banda.
El grupo parece abrir el libro de estilo de los clásicos del género y de alguna otra influencia prestada, consiguiendo sonar -y aquí radica gran parte del aplauso que están cosechando- a un gran número de bandas pretéritas queridas y añoradas por quien ahora ve en Shame el resurgir del post-punk en su vertiente más eléctrica y cabreada. El resultado les favorece individualmente en las diez canciones que figuran en «Songs of Praise». La mayoría de ellas causan una gran impresión por la facilidad con la que parece que hayan sido compuestas. Pasajes amenazantes, ráfagas de frenética electricidad, diálogos de texturas a dos guitarras, la voz de Charlie Steen dando personalidad y el bajo de Josh Finerty (único músico de formación del grupo) punzando pálpitos constantes. Todo parece suceder en el momento preciso en un guión interno que demuestra oído y atino para sonar inmediatos y, entre la mugre de la que muchas veces se rodean, paradójicamente vitales. Volviendo con Steen, la capacidad de enfundarse en distintos registros nos hace vislumbrar un frontman con gran recorrido futuro, así como sus letras entre la ironía, el corriente de consciencia, la crítica o el autodesprecio que dan para ser leídas e interpretadas junto a la música.
En ‘Dust on Trial’ tenemos un inicio cortante, un poco deconstruído, casi industrial, de guitarra radial y Steen vociferante, alejado del resto. Los temas que ya conocíamos se mantienen inalterados, lo que da la impresión de colección más que de álbum cohesionado, como un puzzle que nos ofrece de forma desordenada un compendio amasado de lo escrito desde los primeros compases de la banda, de sus dieciséis años a los veinte actuales. La siguen los singles más conocidos: la angustiosa ‘Concrete’ y ‘One Rizzla’ en otra vertiente más pop, curiosamente la primera canción que escribieron, que suena a pequeño himno para sus coetáneos.
‘The Lick’ es un abrupto cambio hacia ambientes más cargados y narraciones sardónicas. ‘Gold Hole’, ya conocida para nosotros, es todo un deleite sonoro con una letra que se mueve en la delgada línea entre la explotación o empoderamiento de su protagonista. Más textura y diatriba social en ‘Tasteless’ y ‘Friction’ o el adictivo vértigo de ‘Lampoon’. Se guardan agallas para el cierre, un casi épico y poético número final. En el nombre, ‘Angie’, y en su coqueteo con sonoridades más propias del britpop. Otro tema que suena desmarcado del resto.
Aún con todo el debut de Shame posee suficientes cualidades como para aplacar el cinismo del que escribe y las reservas frente la hipérbole periodística que se congrega alrededor de las jóvenes bandas británicas. La seguridad que Charlie Steen, Josh Finerty, Sean Coyle-Smith, Eddie Green y Charlie Forbes demuestran en cada uno de los diez temas que componen el disco, es comparable a muy pocos debutantes en los últimos años. En el centro de la música de Shame parece haber poco espacio para la concesión y suficientes aristas como para desmarcarse claramente de la pléyade de bandas anodinas que emergieron en similares circunstancias. Con independencia de la evolución que dicten en un futuro, pueden defender un debut furioso, inteligente, honesto y entretenido, con sus irregularidades e inconsistencias, pero siempre impetuoso en el mejor sentido de la palabra, más divertido que verdaderamente desafiante.
Shame estarán en vivo en Barcelona y Madrid en el mes de mayo. Más detalles, aquí.