[Crítica] The Strokes – Future Present Past EP

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A veces, buscando el eslabón perdido, encuentras vías muertas que no se exploraron en su día. Y, a veces, un paso atrás es la mejor forma de avanzar y a partir de allí crear algo nuevo y diferente”. Frase extraída en una entrevista de Rockdelux al bajista Nikolai Fraiture, en referencia a la época en la que The Strokes debutaban con esplendor allá en 2001. Nos es por sacar las cosas de contexto, pero al fin y al cabo me vale para poder comprender (que no entender) la dirección que tomaron los neoyorquinos hace ya bastantes años. Acentuando una línea poco convencional para muchos de aquellos que les conocimos con “Is This It” o “Room on Fire”. Si bien desde “Angles” (2011) la banda se decantó por otros derroteros estilísticos y “Comedown Machine (2013)” no hizo más que afianzar la línea, pero con mucha menos inspiración. De ahí ya llegamos al insospechado EP que publicaron por partes y casi del tirón: “Future Present Past” (Cult Records, 2016), una lógica representación del paso del tiempo vivido o una muestra más o menos evidente de la decadencia creativa que destila el grupo a día de hoy.

Casablancas y compañía no vuelven a las andadas, raro sería. Pero lo cierto es que en esta época de transición tampoco se les ve tan desorientados. Mantienen el escaso crédito con el que afrontan esta larga partida de ajedrez, aunque con menos garantías, pues con solo tres movimientos (el cuarto es una remezcla de ‘OBLIVIUS’ a cargo de Fabrizio Moretti que se podrían haber ahorrado) no es suficiente. Si ‘Drag Queen‘ es el futuro, algo que se advierte a todas luces con el tratado de la voz de Julian o las guitarras, tan de Voidz, el cuadro se plantea desalentador. Sin embargo, en ‘OBLIVIUS, que marca el presente, la cosa cambia. Personalmente me ha recordado a momentos de “First Impressions Of Earth” donde los neoyorquinos aún defendían con bastante más acierto su marca. Aunque no trague a los falsetes, el tema funciona. Y luego está ‘Threat of Joy‘, la que evoca a los Strokes más primigenios. O en otras palabras: “el pasado”; aquellos ritmos deudores de su ópera prima y sucesora, o la voz dejada, rasgada, pero transparente acompasada por la guitarra de Hammond. Son conscientes del paso de tiempo pero insisten.

En realidad no sé si en algún momento estuvieron perdidos. Tampoco si de verdad darán un paso adelante con rotundidad. ¿Lo han dado ya? Su última obra al menos se dejó de tanteos. Por lo visto y escuchado, da la sensación de que juegan sin la dama, pero conscientes de que dominan el juego. Sin embargo, los años pasan, y esta tampoco es una versión que acabe de dar la talla. Veremos cuál será el siguiente movimiento. Me quedo con el hecho de que, todavía a día de hoy, siga abrigando la esperanza de que publiquen un disco como Dios manda. Llamadme iluso.

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