A riesgo de resultar redundante, el inicio de 2019 está señalizando con bastante claridad el recorrido de esta década que toca a su fin. Hoy llega a nuestros oídos el cuarto LP de James Blake, que debutase con su atrevido y experimental homónimo en el ya lejano 2011. En “Assume Form” el británico sale ligeramente del cascarón, y además de vulnerable se muestra extremadamente espontáneo y seguro, tomando referencias de la música urbana y el hip hop con especial soltura.
El credo del nuevo disco de Blake está claro desde el primer corte: “I hope this is the first day that I connect motion to feelings”. Después de tres largos en los que los formalismos y la imagen velada de su intimidad copaban su música, por primera vez en su carrera el londinense se expone con atrevimiento, con verdadera vulnerabilidad: ofreciendo tanto su tristeza -al igual que siempre- como su felicidad. “Assume Form” es un trabajo en el que la paleta sonora que lleva años diseñando deja de utilizarse como un anecdotario, y va señalando con cada tono, un estado emocional que puede experimentarse dentro de una relación sentimental. En este aspecto tiene especial sentido la intervención de Rosalía, que en su disco conceptual dividía como momentos de una relación sus cortes, mientras que James Blake sintetiza sensaciones que nos son bien conocidas en ellos; lo inédito es el -casi- constante optimismo.

“Assume Form” es una obertura de lo más “clásica” en el terreno de James Blake: un piano sampleado, un kick finísimo, y un par de giros disonantes y sugerentes (parece una hermana de ‘Modern Soul’). Como corte que da nombre y comienzo al disco, el resultado no puede ser mejor. Además de introducir la nueva estrategia expresiva que se desarrollará en el álbum, da pinceladas de gran belleza, con los arreglos orquestales, o la cadente voz pitcheada. Parece importante también señalar la presencia implícita de Frank Ocean en todo el LP, que insufla vida al compromiso expresivo, y no permite que Blake se encierre en la estigmatizada etiqueta de “sadboy”. La música urbana y negra están igualmente flotando a lo largo de todo el LP, en la sugerente ‘Mile High’, la exótica (y a mi juicio desacertada) ‘Tell Them’, o en uno de los momentos estelares del disco, la colaboración con André 3000.
James Blake muestra con gran viveza sentimientos como la ansiedad y el desconcierto de sentirse de nuevo enamorado, a través de canciones de clave emotiva y alegre como ‘Into the Red’ o ‘Can’t Believe The Way We Flow’. Lo que en “Overgrown” podían parecer experimentos sin dirección definida, aquí adquiere gran convicción y sentido, y las emociones que hasta ahora parecían blocadas en su discografía comienzan a emerger entre algunas de las herramientas más reconocibles de la misma. Esto explica también la -ya no tan sorprendente- ausencia de ‘If the Car Beside You’, una canción exquisita, pero de una ambigüedad enorme, que no explicita sentimientos o denota un rumbo concreto (lo cual no la hace peor, sino simplemente incompetente en esta clase de disco). Ahí quedan además cortes de lo más dulces como ‘Are You In Love’ o ‘I’ll Come Too’ (esta última preciosa, podrían haberla firmado Mount Kimbie), en los que Blake se pregunta por las formas de amar, o se ofrece sin pudor ni complejos a seguir a su pareja por el globo con tal de permanecer juntos.
De la producción no hay demasiado que decir: requiere de un buen equipo por su exquisitez y su talla. A su ya habitual conglomerado de recursos de neo-soul y dubstep, Blake añade la fiereza y los subgraves del trap, aportando un toque fresco y abrasivo que termina de completar su narración. Y es que el ya corriente tonteo del londinense con las tendencias sonoras del momento pocas veces ha aparecido tan justificado. Incluso se siente como lógica formalmente su producción a Vince Staples o su -por otro lado dudosa- colaboración con Chance The Rapper. En este sentido “Assume Form” parece hablar por sí solo, James Blake va metamorfoseando en función del modo en que nos quiere hacer sentir, y la variedad de palos que toca incumbe a los momentos que atraviesa personalmente.
Como ya he dicho la novedad de este trabajo es que no limita su discurso a los momentos quejumbrosos y de abatimiento. Aquí hay mucho donde rascar, y Blake está en carne viva, interpretando una serie de canciones en las que se desnuda con acierto y pureza. Lo más interesante es cómo logra este nivel de nueva exhibición sin dar un viraje enorme a su sonido, y conjuntando muchas de las cosas que lleva años rumiando junto con otros compañeros. Además, lo hace sonando contemporáneo, demostrando una vez más que el sonido “artificial” no tiene por qué arruinar la sensación de intimidad y familiaridad (dos rasgos característicos del sonido de Frank Ocean) que quiere transmitir. “Assume Form” es posiblemente el trabajo más convincente y redondo de James Blake, o sin duda el disco en el que mejor y más podemos acceder a él. Y por terminar por donde empezamos, pone el broche a la discografía sin mácula de este músico en esta década, que veremos cómo queda de aquí a unos años; poco malo cabe esperar.
Streaming de James Blake (“Assume Form”):