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Lorde – Solar Power | Crítica

lorde solar power

Cuatro años después del “Melodrama” adolescente (eterna adolescencia, eso es) Lorde lo ha logrado. Ha logrado tirar el móvil al agua, ha logrado despreocuparse y dejarse de responsabilidades; como nos aclara en ‘The Path’… No quiere ser el referente que era. No quiere o dice que no quiere; dado que acto seguido nos invita a seguirla a la playa como a un “Jesús más guapo” para disfrutar del poder solar, de los rayos del Sol y la efervescencia veraniega. Vamos, que lo que sí que le apetece a Ella Marija Lani Yelich-O’Connor es ser la líder del movimiento “me-importa-todo-una-mierda-porque-puedo-disfrutar”.

La nueva era de Lorde es una de las más contradictorias que hayamos visto en el pop: un abrazo de la cultura new age con una crítica bastante poco sagaz a la cultura new age. Sí. Lo es. Ella habla de ir descalza, de estar sana y en contacto extremo con la naturaleza, del amor que fluía entre su perro Pearl y ella como una conexión sobrenatural… Y luego se ríe del uso desespiritualizado del yoga o del palo santo para ambientar. Y eso es su nuevo y tercer disco, “Solar Power”, la celebración del solipsismo extremo producido por la cultura de lo personal y lo subjetivo: el verdadero mito ante el que responde. Como una pija fumada en el salón de uñas teniendo revelaciones raras sobre su pasado o su finitud. Eso es literalmente ‘Stoned at the nail salon’: el discurso de una persona tan separada de la realidad por su propia experiencia de sí misma, que no piensa que pueda estar equivocada o deba revisar la consistencia de sus planteamientos.  

Pero, ¿por qué empezar una crítica con una diatriba tan vil y enojosa? Porque no hay otra forma de comerse este disco, que es, musicalmente; el más indolente y soporífero de la carrera de la neozelandesa. Mientras ‘The Path’, la ruptura luminosa de ‘Solar Power’ o el sofisticado y triphopero ritmo de ‘Oceanic Feeling’ aportan algo de color al conjunto, lo cierto es que el resto del álbum carece completamente de alicientes o estimulantes. “Solar Power”, el nuevo disco de Lorde es un trabajo aburridísimo. Y no lo es como podría resultar a primera escucha el “Tranquility Base…” de los Arctic, lo es también porque no se sostiene líricamente, sino que se sincroniza en todos sus aspectos para desmoronarse, como si su ironía fuese tan cáustica que se deshiciese a sí misma. La mística de la California hippie, la conexión con los animales y la pachamama, la reprimenda a los antepasados por la crisis climática… Lorde repite cada cliché de la cultura contemporánea juvenil como propio para luego reírse de ellos como si no estuviesen manifiestos de manera crítica y total en su música. Lorde lo ha logrado, ha tirado el móvil al agua y ya no se entera ni del nodo. ¿Puedes alcanzarla? Seguramente no.

Y esto último es lo que hace tan recalcitrante la paradoja de “Solar Power”, Lorde ahora es feliz y celebra la vida, mientras ironiza sobre las ridículas soluciones que encuentran sus coetáneos. ¿Y por qué ella puede permitirse ser feliz e ironizar? Porque es millonaria. El problema de “Solar Power” es que su autora es millonaria y no se da cuenta de que ese nivel adquisitivo es el que le permite mantenerse al margen del drama o poder salir a disfrutar del verano con toda la indolencia del mundo. Y por favor, no se tomen estos comentarios como los del señoro amargado que no quiere discos alegres y sencillos de pop: ojalá este lo fuese como lo fueron “Melodrama” o “Pure Heroine”. Pero es un trabajo tan uniforme y analógico, que abandona la sutileza en beneficio de una absoluta y aburrida indiferenciación.  Sucede lo de siempre, en la rehabilitación de su yo individual (como comentábamos hace poco de Billie Eilish) Lorde abandona cualquier viso de una personalidad o una propuesta realmente originales. ¿Hay una postura más genérica que la de quejarse a las generaciones anteriores del cambio climático como si cada persona que vivió entonces hubiese tomado esta decisión de forma deliberada y consciente? ¿Qué está haciendo Lorde para cambiarlo, comprar rábanos en paquetes reciclables para después poder utilizar el jet que menciona al comienzo del disco?

‘Solar Power’, como su propia autora, parece exigirse muy poco a sí mismo. Tanto es así que tampoco se permite la autocrítica, cuando la mitad de las canciones parecen hablar de cosas que su escritora cumple a la perfección, como ‘Dominoes’ con respecto a los cambios y las reinvenciones personales. ¿No es acaso “buscarse a uno mismo” el mito que mejor ayuda a huir de quienes herimos en el pasado? El buenismo del que parece impregnado este disco, como el de “Happier than ever”, es el de una artista que quiere que se la perdone o se la redima, pero que no tiene ninguna intención de hacerlo con los demás. Pero lo exasperante de este disco no es sólo que Lorde no permite a los demás equivocarse, o que los demás puedan cambiar (ambas cosas que ella ha hecho, como todo ser humano), sino que simultáneamente Lorde se equivoca con lo que resalta como imperdonable de los otros; cambio climático, apropiacionismo new age, subjetividad solipsista… Y todo ello adornado por un sonido desidioso del que tanto su inapreciable talento como el de Jack Antonoff están prácticamente ausentes.  

Se vuelve ‘Solar Power’ entonces un palo santo, un agradable y denso perfume que envuelve superficialmente al oyente, lo anonada un poco, pero lo deja igual que estaba. El tercer trabajo de Lorde es dicho con suavidad, mal pop. Es una buena guía de las cosas que no debe tener un trabajo de una estrella de su calibre, dado que, si al menos justificas el viraje sonoro con lo personal, te puedes salvar; pero si tu justificación biográfica está inmersa la propia crítica a tu propuesta lírica y sonora, es que no te estás enterando de prácticamente nada o que eres Kanye West. Y Lorde tiene muchas cualidades, pero no creemos que comparta demasiadas con el rapero. Si eso un defecto: parecer completamente desconectada de la realidad; pero sin la enajenación característica del norteamericano… Aunque en ‘Stoned at the nail salon’ sí que podemos intuir un poco de ese bad trip:

«I love this life that I have

The vine hanging over the door

And the dog who comes when I call

But I wonder sometimes what I’m missing»

Tal vez sea ese el sueño de la subjetividad y de la razón, que produce monstruos. O tal vez simplemente le esté dando un blancazo, dada la extraordinaria insistencia en el consumo de marihuana que marca todo el disco.

Resumen de la crítica:

Nota:4

Pros

  • Las canciones destacadas

Contras

  • Hay momentos en los que cabe preguntarse si Lorde simplemente ha hecho este disco de broma

3 comentarios

  • Una crítica completamente superficial y vacía. Que habla más del poco criterio y análisis musical por parte del crítico, que del disco de Lorde.

    Un análisis de un disco va mucho más allá de escuchar una canción y dar tu opinión (para eso ya existe Twitter) sino más bien de: ¡¡ analizar y argumentar !!

    Te invito a volver a escucharlo con menos prejuicio y más análisis , para poder entender realmente que California habla en realidad de todo lo contrario que has comentado.

  • De acuerdo con el comentario de arriba. No más leyendo el último párrafo uno ya se hace la idea de la cantidad de prejuicios con las que abordo esta crítica. O sea un estigma por consumir marihuna… 🙄
    Solo estoy de acuerdo en que el álbum trata con ironía y se burla de algunos temas, y eso es lo que más me ha gustado,y no necesite ser milloranario para identificarme con eso.

  • Me parece una crítica, sin criterio periodístico vamos, al nivel de los hilos de Twitter. Lorde sabe que es millonaria, y que cuenta con esos privilegios, así lo dice en sus canciones, a demás que muchas de las canciones en este disco, según ella, son stiras al comportamiento de nuestra sociedad.

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