Lanzarse a la piscina del debut cuando ya cuentas con el visto bueno de pesos pesados de la industria como Drake o FKA Twigs parece a priori sonar menos intimidante. Aún así, la llegada del esperadísimo disco de Mustafa se ha hecho increíblemente de rogar y ha requerido un reposo quizás más largo de lo deseado. El artista canadiense de tan solo 24 años ha querido medir con minuciosidad todos los detalles que comprendían la concepción de este proyecto. Y es que dada su tremenda carga crítica y su background emocional, “When Smoke Rises” (Regent Park Songs, 2021) es un tributo a las jóvenes voces caídas que merecían el mejor de los honores.
Mustafa Ahmed sabe de lo que habla cuando nos desnuda su alma para abrazar sentimientos de dolor y miedo. Ha tenido que normalizar y lidiar con ello, hasta el punto de aprender a vivir con la violencia armada y el crimen callejero como una parte más del paisaje de su Regent Park natal: la calle que le inspiró a escribir y a rimar sobre la problemática social que le ha rodeado desde una muy temprana edad. Y son precisamente su compromiso social y su papel en la lucha activa por los derechos de su comunidad lo que a día de hoy le llevan a ser considerado una referencia icónica para la gente joven de su barrio.
Sin embargo, algunas de las razones que desencadenaron la revelación de este álbum tienen su raíz en el proceso de combate y superación que el artista canadiense pasó tras el asesinato de su amigo y compañero de banda, Smoke Dawg, allá por 2018. Su duelo personal por la pérdida y sus ganas de rendirle un merecido homenaje fueron las piezas con las que comenzó a perfilar el álbum que tanto él como sus créditos se merecían.
A lo largo de sus ocho pistas, el poeta de Toronto nos regala un recorrido por las historias que resuenan entre las calles de su vida. Relatos de pobreza, gentrificación, injusticia y dolor comprendidos en una sucesión de géneros que oscila desde el hip-hop y el spoken-word hasta el folk, narrados en todo momento por su grave y cálida voz. Junto al que fuera años atrás su puerta de entrada en la industria musical, el productor Frank Dukes (nombre que podemos encontrar detrás de éxitos de masas como Taylor Swift o el propio Drake), ha puesto especial esfuerzo e inciso en generar un mensaje que demande respeto y unifique las diferentes caras de su entorno inmediato. Así pues, podemos encontrarnos con trovas que hablan de los que se fueron antes de tiempo y el arrepentimiento, como la sobrecogedora ‘Ali’, que engalana sus versos con leves rasgueos de guitarra y cánticos en sudanés sampleados; o como ‘Air Force’ donde explora su lado más R&B sin dejar de lado la áspera crudeza de una realidad vigente con versos que hablan por sí mismos: “And you’ll go anywhere, though it ain’t safe. Just know that I care, I’ll always care and I’ll be awake.”
Sujeto a la presión que suponía representar la voz y esencia de su generación y de las comunidades musulmanas, que como él han sido objeto de vejaciones y discriminación durante años, no es de extrañar que el canadiense haya querido dejar entrar en su íntimo proceso creativo a pilares de la talla de Jamie xx, James Blake o Sampha. Es con este último con quien depuró la melancólica “Capo”, donde sin lugar a dudas el artista británico deja su marca personal con un conmovedor acompañamiento que va progresivamente entrelazándose con la voz principal a cargo de Mustafa. En cuanto a Dukes, Blake y Jamie, suya es la responsabilidad de dotar al álbum de esa plasticidad sonora llena de matices que ayudan al canadiense a terminar de dibujar las escenas donde su voz y letra no llegan.
Aunque en ocasiones podamos percibir cierta linealidad en su sonido, las palabras superpuestas sobre su hondo tono vocal nos hacen no querer perdernos ni un minuto del poderoso discurso que su álbum esconde. Es un álbum muy ligero que se disipa entre las manos tan rápido como el propio humo, pero no por ello su mensaje pierde peso. En “When Smoke Rises” la maravillosa poesía de Ahmed se hermana con la fluidez del pop hasta hacernos sentir parte de esas calles donde resuenan las aterrorizadas pisadas de los que huyen y los cañones, todavía calientes y humeantes, espesan el cielo de la ciudad.