Dinamarca es un país con un nivel cultural impresionante. Quizás no superan los 7 millones de habitantes pero dentro de sus fronteras existe un potencial artístico descomunal. Y en materia musical jamás se quedan atrás. Tanto pueden sorprenderte con ritmos bailables de lo más infecciosos (Reptile Youth) como pueden llegar a sobrecogerte con piezas de lo más delicadas e introspectivas. En este último apartado es donde reina Agnes Obel, una joven treinteañera que se ha labrado una reputación en el folk más sensible gracias a la publicación en 2010 de “Philharmonics”, melancólico álbum debut en el que descubríamos a una de las pianistas europeas con más potencial de los últimos años.
La sinuosidad de su opera prima ha llegado a expandirse y coronarse por completo en 2013 con la llegada de “Aventine“, un segundo disco mucho más maduro que Obel grabó en los Lichte Studios de Berlín (Alemania). Su única intención desde un principio era el generar un distanciamiento respecto a sus pretéritas composiciones, algo que se evidencia de forma clara a partir de los primeros compases de ‘Chord Left’. Dificilmente encontraremos en 2013 un mejor tema de apertura que este. De forma puramente instrumental, Obel consigue introducirnos en su oscuro y nostálgico tunel sonoro, mediante una progresión (00:40) que sin ser aparentemente colosal, consigue tocarnos la fibra sensible. Dos minutos y medio de pura precisión melódica.
Una vocación más juguetona es la que desciframos en ‘Fuel To The Fire’. Es entonces cuando Agnes muestra su fina voz, enarbolando una confianza y una seguridad que no pudimos detectar en “Philarmonics”. Ese mismo tono, en un formato más cavernoso, es el que se describe posteriormente en ‘Dorian’. Las frágiles notas instrumentales consiguen generar una comunión excelsa al servir como base del controlado estallido vocal de la danesa. En ‘Aventine’, sin embargo, el sentido melódico da un giro notable. Es entonces cuando la voz de Agnes pasa a un ligero segundo plano, otorgando el protagonismo a una inquietante melodía generada por un dinámico violonchelo. Las fuerzas se igualan de nuevo con ‘Run Cried The Crawling’, una pieza que bien podría significar una perfecta comunión entre las obras de PJ Harvey y Feist. La reposada excelencia instrumental de ‘Chord Left’ vuelve a asomar la cabeza con ‘Tokka’, justo antes de dar con ‘The Curse’, junto a ‘Dorian’, uno de los pocos temas que podrían tener cierta vocación de single en este delicioso disco.
Pese a querer obviar su etapa juvenil, Agnes consigue pasearse por su inocencia juventud con la colorista ‘Pass Them By’. Un curioso contrapunto a esta canción lo encontramos a continuación. ‘Words Are Dead’ suena como un corte tétrico e invernal. Esa textura oscura se expande aún más en la densa ‘Fivefold’. Y para finiquitar el LP Agnes nos despide con una sensible joya de tres minutos de duración (‘Smoke & Mirrors’) que nos recuerda a la Fiona Apple de finales de los 90.
Sin lugar a dudas situamos a “Aventine” como uno de los mejores discos de finales de año. En él ubicamos a una Agnes Obel infinitamente mejor de la identificada en “Philarmonics”. Más madura, con más confianza y con ganas de labrar uno de los álbumes más delicados de la temporada. Lo ha conseguido. Vaya discazo.
El disco puede ser escuchado tanto vía “>Spotify como a través del embed que adjuntamos a continuación:
5 comments
oh que ambrosía auditiva han descubierto. se agradece tanta belleza.
Muy buena crítica. Para mi el mejor disco del año… una joya
Una verdadera delicia escuchar la voz de tan hermoso angel
Yo estoy enganchada a este disco….totalmente de acuerdo en la critica. La primera canción que escuche fue the curse….pero el disco es profundo y bonito de principio a fin. Merece la pena cerrar los ojos y escucharlo tranquilamente
Una muestra del excelente talento nórdico para la música de verdad. A ver si toman nota los de “la mejor variedad musical”!