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black midi – Cavalcade | Crítica

black midi cavalcade

Hay un título muy famoso de un libro de Derrida que reza así: “Sobre un tono apocalíptico adoptado recientemente en Filosofía”. En este ensayo, el escritor franco-argelino trata de distanciarse de la gente que le acusa de ser el instigador y alimentar lo que se ha venido llamando la “ola posmoderna”, en la que los valores como el progreso, la ilustración o la razón, parecen fenecer en favor de un caos general, imposible de mapear para el pensamiento.  En el caso de que esto sea cierto, hay ciertas corrientes estéticas que defienden que el arte e incluso la música, son los medios adecuados para comprender y sintetizar nuestro tiempo: un tiempo desquiciado y que parece colapsar sobre sí mismo, que fagocita referentes cada vez más recientes a través de un caleidoscopio de nostalgia y ansiedad.

El segundo adelanto del segundo trabajo de black midi, ‘Slow’, parece hablarnos un poco de esos personajes que gustaban (y gustan) de acusar a Derrida de “apocalíptico”. Llevamos ya varias décadas escuchando hablar del fin de la historia, del fin del rock, del fin de la música, del fin del mundo tal y como lo conocemos; del fin del trabajo, del fin de las familias, de la muerte del sujeto… Pero lo cierto es que, a falta de una catástrofe ecológica o una guerra nuclear en piloto automático, nada parece acabarse. Todo coexiste en medio de un colapso, acelerado a base de estímulos que fluyen de una forma tan extraordinariamente regular que ya ni siquiera parece que vayan deprisa. Así, mientras Cameron Picton asegura que todo “se desmorona lentamente ante mis ojos” con su tono monótono y apático, expresa el fatigado pathos de toda una generación que recibe información a raudales, mientras se le dice que todo se viene abajo y busca un ritmo regular al que asirse (cosa que no encuentra en “Cavalcade”).

“Cavalcade”, segundo disco de los británicos black midi, es en verdad lo que cabía esperar de él. Un trabajo nada parecido a su predecesor “Schlagenheim”, que deja de lado la mayor parte de los gestos punk de la escena Speedy Wunderground; ahondando en el ramalazo de rock progresivo, el gusto por el jazz… Y en general una humanización del rostro de Geordie Greep y compañía, bastante perceptible en la mezcla del álbum. Un sonido casi directo, en el que ‘Dethroned’ suena prácticamente más limpia en su versión de KEXP que en la del disco y que hace brillar los temas menos esquizos: ‘Marlene Dietrich’ y la sensacional ‘Ascending Forth’. Porque, aunque este segundo trabajo de Black Midi sigue teniendo todo el aire trastornado que caracteriza a la banda, lo cierto es que es bastante más amigable con el groove, o con lo que parece un intento de hacer un disco más comestible. Sí, aunque ‘John L’ declare en contra de ello, este es un álbum bastante bonito, que nos recuerda amigablemente a la fase no amistosa de Miles Davis con la cocaína y sus directos llenos de ritmo, virtuosismo, euforia también; pero con un ambiente amenazador y hostigador.

De este modo, Geordie Greep, héroe o villano, empieza en “Cavalcade” una suerte de transición hacia crooner. Esa afectación al cantar, que parecía ausente en la sección vocal robotizada de “Schlagenheim”, es sin duda una de las mejores noticias de este nuevo álbum, que no demuestra que, si bien black midi no tienen ideas absolutamente originales, tienen una capacidad combinatoria sin precedentes. Y, ¿por qué no tienen ideas absolutamente originales? Porque Black midi están igual de embebidos que cualquier otro grupo en una red de referencias musicales tal, en ese lento frenesí que lo implica todo, que su propuesta no escapa tampoco a las limitaciones y ratios que parece pretender transgredir.

Sea como fuere, la impresión es la de que black midi, como bien promete su ethos, intentan ir más allá de lo andado con “Cavalcade”, y en esa lucha absurda contra los límites de su propia propuesta (que empieza y termina con el disco), encuentran una narrativa verdaderamente insólita: la narrativa de un fin que no llega, pero que de algún modo se desea; y que acontece como una repetición incesante. Es por eso que en algunos medios se les acusa de sonar repetitivos en este trabajo, porque “Cavalcade” es un disco de reiteración y de impresiones siniestras: como una rutina repetida hasta la locura, como el horror sentido por el testigo de un paulatino decaimiento. Y por ello mismo ‘Slow’ y ‘Ascending Forth’ son las canciones que mejor sintetizan el trabajo. El cierre es una dramática repetición que roza la histeria y la euforia a partes iguales, mientras declara de un modo propagandístico, que todo el mundo desea la ascensión (progresiva, hacia adelante); como un alma que migra, como un cuerpo que destruye a otro, como un levantamiento… ¿Y para qué decir más? El disco, que lleva por nombre “Cabalgada”, podría sin demasiada imaginación remitir a los jinetes del apocalipsis, que en su lenta pero perseverante recorrido, se dedican a arrasarlo todo. ¿Y si el final no fuese inmediato, sino gradual y constante? black midi así lo creen en “Cavalcade” y su propuesta es de las más idiosincráticas de la música actual.

Escucha ya en streaming «Cavalcade» de black midi.

Resumen de la crítica:

Nota:8.7

Pros

  • Los singles y las canciones “suaves”
  • La nueva voz de Greep
  • La fuerza del solipsismo de Black Midi

Contras

  • Al final no va a haber tantas ideas originales en su escena

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