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Cloud Nothings – Last Building Burning | Crítica

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Hay que querer a Dylan Baldi. Fruto de su inquietud juvenil, inventándose bandas para inscribir en los neolíticos tiempos de Myspace, a las que iba sazonando con sus composiciones, emergió la que captó la atención de los oídos adecuados, Cloud Nothings. Un proyecto artesanal de pop liofilizado con vitalidad punk rockera que ha ido mutando con una genética muy particular. Baldi más tarde encontró unos compañeros de viaje que le han ayudado a llevar su propuesta ahí donde se le antoja como banda más que consolidada, en un territorio propio entre el hardcore, el indie, el power pop, el noise y cualquier otra etiqueta parecida que se quiera aplicar, oscureciendo su propuesta en el camino. Pero hace un año viajaban de las frías profundidades oceánicas a la cálida luz tamizada de su superficie -y portada- en Life Without Sound, un disco que primaba de nuevo la melodía sobre la intensidad pero de forma distinta a sus inicios, vislumbrando un nuevo movimiento evolutivo. Ahora un año después se produce un salto paralelo que retoma el anterior hilo argumental, el trazado desde los más lejanos e inconmensurables «Attack on Memory» y «Here and Nowhere Else».

«Last Building Burning», a simple escucha, parece ser un hermano del «Here And Nowhere Else», compartiendo grandes rasgos de su estructura -tema más melódico como cierre, un mastodonte en medio, la energía caótica que recorre casi todos sus temas-, pero desde la apertura con ‘On An Edge’, se puede percibir algo sustancialmente distinto. La brutal fiereza de este primer tema establece el punto desde el cual vamos a tener que aguantar la respiración mientras Cloud Nothings arremeten con una violencia febril y nihilismo argumentativo elevados a la máxima potencia. Dylan Baldi quería un álbum más duro que los que bandas coetáneas están facturando últimamente: la mayoría suenan muy bien pero adolecen de una ductilidad que él quiere rebatir a golpe de decibelio. Y aquí aparece Randall Dunn para ayudar en tal cometido. El productor, habitualmente vinculado con Sunn O))) y con una trayectoria casi siempre alrededor de lo heavy, consigue más que nunca que Cloud Nothings suenen con el frenesí y abandono de sus directos, pareciendo el disco en muchos momentos una simple grabación efectuada en vivo. Casi sin cocina alguna, un mordisco sonoro crudo y profundo en el que las virtudes instrumentales del grupo se hacen más presentes que nunca.

Con el cerebro rebosante de sangre, ‘Leave It Now’ suena a clásico tema Cloud Nothings, con un Baldi que vocifera ahora con su voz característica. Ese raspado nasal que suena más urgente que nunca, curado en la última década y que consigue en cuestión de minutos enganchar una melodía precisa, derrumbarse o sembrar el caos con una facilidad increíble. ‘In Shame’ sigue deliciosamente el hiriente pulso anfetamínico, seguida por ‘Offer An End’, en la que reemergen algunas de las enseñanzas del «Life Without Sound» para sosegar el ambiente justo para asaltar de nuevo, una dinámica que se repite en muchas de los canciones del grupo. Un doblete de temas que remiten a los tiempos de «Zen Arcade» y «New Day Rising». Y es que, salvando las diferencias, pocas bandas actuales recuerdan a los míticos Hüsker Du como Cloud Nothings. Equiparables a sus coetáneos pero imposibles de encasillar. Sucios, rebosantes de pura electricidad y energía, tremendamente viscerales y a la vez vulnerables. Entre tanto desgaste y nihilismo sacan melodías de extrema pureza.

‘The Echo Of The World’ crece en intensidad aún más hacia un final apabullante -el batería Jayson Gerycz sencillamente acojona alrededor de los treinta y pocos minutos de álbum-, mientras que escuchar ‘Dissociation’ son los once minutos musicales mejor invertidos del año. Empezando como un tema “normal” para perderse en oleadas ambientales de distorsión y percusión en múltiples caminos y volviendo a encauzarse a modo de catarsis final. Algo de la experiencia paralela de Baldi y Gerycz en el free jazz ha permeabilizado sobretodo en el tema, y por extensión, en el disco. Una exhibición de músculo creativo. ‘So Right So Clean’ es ominosa en el mejor sentido y ‘Another Way Of Life’ recoge el testigo de ‘I’m Not Part of Me’, para brindarnos una canción marca de la casa, con un estribillo de aquellos imperecederos. Una delicia en forma de regalo sonoro para terminar con la madre de todas las tormentas.

«Last Building Burning» es Cloud Nothings en versión enciclopédica. No hay mejor forma de definir el grupo en sus mejores cualidades creativas que con lo que plasman en este tremendo álbum. Para hacerlo, han pisado el acelerador, petado los amplificadores y liberado toda compuerta. Un puño a las entrañas y una melodía en la cabeza. Herir y enganchar con sentido, sensibilidad y arrolladora visceralidad. Un disco sencillamente fantástico.

Resumen de la crítica:

Nota:8.6

Pros

  • La producción y la composición. Experimentar lo justo con la fórmula para llevarla más allá
  • La dinámica del disco, el orden y el número de canciones perfecto

Contras

  • El calco de la estructura del disco con otros anteriores
Nil Rubió
el autorNil Rubió
Periodista y sociólogo, escribe sobre música allí donde le dejan. Fuera de un concierto es alguien alienado. Un pogo sudoroso, un riff de Page o Iommi, olor a amplificador quemado, una melodía que te erice el vello, el "White Album", Strummer y Joey Ramone. Twitter: @nilruf | Web: www.nilrubio.com

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