A estas alturas de partido hacer un disco de ruptura no resulta ninguna sorpresa. Podría decirse incluso, sin demasiado miedo a equivocarse, que el género amor-desamor es prácticamente el más cultivado de la música popular contemporánea. Pero “MAGDALENE”, el segundo y esperado (vaya que si esperado) disco de FKA Twigs es mucho más que un lastimero ‘breakup album’. El sucesor de “LP1” es un angustioso vía-crucis que recorre los años más oscuros e inspirados de Tahliah Barnett, con canciones sangrantes y vulnerables, faltas de estructura y desoladas, pero a pesar de todo generalmente memorables.
Desde sus primeros pasos en la industria musical, FKA Twigs se ha dejado acompañar por productores de lo más interesantes. Si Arca colaboró de forma impecable en el “EP2”, en “MAGDALENE” (ya le vale con las nomenclaturas y los títulos) la presencia de Nicolas Jaar, Skrillex u Oneohtrix Point Never se deja notar también con gran sutileza. El tono lúgubre, afligido y aislado son el motivo principal de todo el trabajo, que apenas se separa del formato “balada experimental y siniestra” en dos cortes; teniendo un ritmo parsimonioso y casi ceremonial hasta un punto narcótico, pero extremadamente coherente. De algún modo esa falta de inspiración está reflejada casi como un atributo positivo en el LP. Cada canción es un desgarro, un delirio dislocado y cínico, en el que la cantante trata de redimirse de la situación crítica que atraviesa, a la vez que se muestra (más que nunca) transparente y vulnerable, de carne y hueso.
El largo comienza con la poco sugerente ‘Thousand days’, una canción misteriosa y delicada, que vira hacia una distorsión violenta y artificial. Todo “MAGDALENE” sigue esta disposición escalar; lo mismo FKA Twigs canta en un tono inconmensurablemente agudo que empieza a susurrar, o aparece un sample aberrante arrastrado por una percusión industrial. Aunque ese desconcierto y esa combinación impresionista de elementos era ya algo habitual en el sonido de Barnett, en su segundo disco el recurso no aparece tanto como un ‘break’ o un viraje pop de los temas, sino más bien como una anti-brújula que contagia al oyente la sensación de fragilidad y angustia. Así la única canción ‘predecible’ es ‘Holy Terrain’, un trabajo de corte urbano, que a pesar de lo que se diga por ahí es bastante atractivo.
“MAGDALENE” es una obra que fácilmente podrá recordar al “Vulnicura” de Björk. Su aire desazonado, su dramatismo vocal y su envoltura oscura y experimental emparejan una vez más a Barnett con la islandesa, con algunas reservas. El disco de FKA Twigs no es tanto un lamento hacia el amor perdido, como una narración desangelada de una sucesión de ‘catastróficas desdichas’ que le produjeron a su intérprete un absoluto bloqueo creativo. Desgraciadamente ese bloqueo no está presente exclusivamente como un recurso narrativo, sino que se hace notar en la casi total ausencia de melodías o momentos destacables en el disco; no hay demasiados instantes a los que uno le apetezca volver. Aunque esto podría ser también una señal de lo bien que Barnett ha plasmado la angustia y el sufrimiento que ha atravesado, nos sobran los ejemplos de artistas que han sido capaces de expresar su padecimiento con mayor contundencia (Angel Olsen, Mount Eerie, Sufjan Stevens, Antlers, incluso tal vez la propia Björk).
Pero todo esto no le resta valor al resultado conjunto. El portadón expresa de forma solvente el contenido del LP2, una extraña perversa transformación digitalizada de unas emociones que desdibujan el rostro de FKA Twigs. Si en el primer LP aparecía mona y siniestramente coqueta preparada para los embates de la industria, ahora aparece en estado de descomposición por las penosas experiencias que arrastra en su vida. Personalmente, me quedaría con la emotiva ‘Mirrored heart’ y con la ya archifamosa ‘Cellophane’, que muestran con una estructura más conciliadora el pathos general del disco. Con “MAGDALENE” Tahliah Barnett no llega a alcanzar la excelencia a la que nos malacostumbró incluso en “M3LL15X”, pero sigue demostrando que tiene un ojo extraordinario para representar la nostalgia y la feminidad a través de una combinación visionaria del R&B y la electrónica. Esperaremos con paciencia su próximo lanzamiento, que, no obstante, esperamos que no tarde otros cinco años en llegar.
“MAGDALENE” de FKA Twigs sale mañana a la venta.