Que IDLES lo petan no es cosa nueva: en esta casa nos hicimos pipí de la emoción cuando el año pasado salió a la calle su debut “Brutalism“, un disco que necesitaba urgentemente tanto la sociedad británica como la global. Un LP que llegó incluso un poco tarde para la trayectoria DIY del grupo, que venía escupiendo saliva ácida desde 2012 con dos EPs un poco diferentes en cuanto a sonido como fueron “Welcome” (2012) y “Meat” (2015). “Brutalism” condensaba, en poco más de 40 minutos, rabia punk con letras trabajadas, un disco burro que te despertaba de un bofetón desde el inicio.
Después de haberse currado su fama a golpe de conciertos sold out por el Reino Unido se presentaron en este Primavera Sound 2018, donde nos dejaron ver que su sangrante verborragia no se iba a quedar en un simple ‘promesas’. Con su segundo álbum, “Joy as an Act of Resistance“, los de Bristol confirman que son más que una realidad y que posiblemente sean el grupo más importante que haya parido Reino Unido en estos últimos años.
La formación liderada por Joe Talbot hace himnos post punk con letras muy inteligentes, nada que ver con la etiqueta de borrachos hooligans que algún sensible podría endosarles a la ligera, sin prestar atención a su material. En su segundo larga duración hablan de temas que nos afectan a todos como personas y sociedad: el excesivo abuso del poder, el racismo, el machismo, la falsa masculinidad que nos han inculcado desde pequeños, la religión y las pérdidas que sufrimos a lo largo de nuestra existencia como seres humanos. Herederos directos de The Fall, Fugazi y de Sleaford Mods por distintas razones, IDLES es un grupo que a día de hoy se hace imprescindible como colectivo que vocifera por causas que todos deberíamos tener interiorizadas en nuestro día a día.
“Joy As An Act…” reafirma su posición como una de las mejores propuestas sonoras del momento: brutalistas pero humanos, dispuestos a disolver el orden establecido a base de rocas sonoras. Si ‘Divide & Conquer’ era un misil teledirigido en su primer trabajo, ‘Colossus’ ejerce aquí de bomba atómica ruidosa a dos tiempos, dividido por un punk industrial de rechazo a los clichés tóxicos de la masculinidad y su comparación con figuras admirables como Evel Knievel, Fred Astaire y hasta el mismísimo Jesucristo, en donde la banda establece un manifiesto de apoyo al matrimonio gay y al baile extravagante, respectivamente. Los de Bristol desfilan como una banda de cuello blanco ocultando su rabia contenida al mejor estilo Killing Joke, para cerrar con un minuto a toda pastilla que te arranca el corazón de un solo bocado. ‘Never Fight a Man With a Perm’ relata una pelea en un bar, en la que el cuchillo está perfectamente ejecutado por el guitarra Mark Bowen; la canción sirve de catarsis de nuestro pasado y exhibe esos episodios que todos hemos vivido y de los que nos avergonzamos.
‘I’m Scum’ podría estar incluido en “Brutalism”, por cadencia y juego lírico, pero acaba postulándose como una bajada del ritmo que se venía sintiendo con las dos primeras canciones y que parecía que nos iba a estrellar contra un muro de cemento. Aunque tiene una base rítmica mucho más bailable que otras piezas del pasado, sus mensajes políticos llegan para hacernos sentir el deber de vociferar. ‘Danny Nedelko’, el segundo single tras ‘Colossus’, lleva el nombre del líder ucraniano de la banda de punk británica Heavy Lungs; el tema es una entonación más power pop que va en contra del racismo y sirve tanto de homenaje a Danny como de consigna antiracista, las personas son importantes y queridas sin tener que fijarnos en sus orígenes: “My blood brother is an immigrant, a beautiful immigrant … He’s made of flesh, he’s made of love, he’s made of you, he’s made of me“. Un saludo, Brexit. ‘Love Song’ es una canción de amor al mejor estilo Talbot, donde clama a su pareja la devoción y admiración que siente por ella. ¿Guiño a Bloc Party? Quizá nunca lo sabremos, pero al menos este tema escapa de la oscuridad de otras canciones y nada en el positivismo a bordo de un bajo de 3 minutos de duración.
‘June’ es el tema más desgarrador del disco, en el cual Talbot narra la perdida de su hija muerta parafraseando el poema de Ernest Hemingway: “Baby’s shoes. For sale. Never worn“.
‘Samaritans’ es un gran arranque para la segunda parte del disco y una dura crítica a la masculinidad tóxica que nos inculcan desde pequeños y el falso y carca mito de que los hombres no deben llorar. Una declaración descarnada y sostenida. ‘Television’ es un tema escrito para su hija en el cual crítica valientemente los estándares de belleza cada vez más ridículos de la sociedad actual y la forma en que los medios los tratan. Alienta a su público a aceptar su individualidad y disfrutar del placer de sentirse seguro de sí mismo. ‘Great’ es el cuarto sencillo de “Joy As An Act…” y, de nuevo, le pega una hostia al famoso Brexit y a la sociedad británica y su prepotencia cuando le echa la culpa de todo al Islam.
La última parte del disco abre con ‘Gram Rock’ y ‘Cry To Me’, dos cortes bastante similares; el primero parece una jam en la cual fueron todos los miembros adaptándose al ritmo de los demás, mientras que la segunda es una referencia al sonido de Grinderman, otra canción de tipos duros llorando juntos mientras su música soul se bandea como espadas japonesas. El cierre viene con la poderosa ‘Rottweiler’, la primera canción compuesta para este trabajo -y que ya venían cantando en directo en su anterior gira- donde gruñen y escupen cada vez más fuera de control, rechinando y rebuznando a los cuatro vientos.
En “Joy as an Act of Resistance” IDLES encuentran valor en lo cotidiano y buscan ofrecer esperanza ante cada derrota diaria. Una constante afirmación que del ocaso se puede salir aferrándose a las pequeñas cosas bonitas, y que la desilusión no nos ha de detener. El regreso de los de Bristol se siente como un salvavidas ante una sociedad británica y mundial con tantos problemas políticos, éticos y sociales. Y si bien su música no es para todos, por más hype que hayan generado en los últimos tiempos- IDLES parecen estar llamados no solo a ser la nueva gran banda Gran Bretaña, ni de Europa, sino la banda más imprescindible – hoy por hoy – de todo el puto mundo.