Infatigables. Así son Adam Savage, Austin Brown, Sean Yeaton y Max Savage. Por el número de publicaciones en menos de una década, pero también por la calidad y capacidad de convertirse en un cuarteto perfectamente reconocible a la par que inventivo. Hace nada Parquet Courts impresionaron con “Human Performance”, un disco que trascendía su post-punk frenético con algún escarceo experimental en algo con aroma a clásico, más maduro y melancólico, de unos tipos que entraban a la treintena más decepcionados y desconcertados que cabreados, confirmándose como una gran banda de rock. En “Wide Awake”, álbum concebido como “un disco de punk para poner en fiestas”, doblan la apuesta pero la desarrollan de forma distinta. Animado, extraño, sensible, poético, político como siempre, pero con una ejecución encaminada a emocionar y divertir como nunca antes en ellos.
Para ayudarles en la grabación de un trabajo que sobre el papel A. Savage define como punk y, atención, funk, decidieron -de forma un tanto paradójica- que fuera Brian Burton, más conocido como Danger Mouse, quien oficiara de productor. Contra todo pronóstico el resultado no es una amalgama sonora acuosa desprovista de aristas y personalidad. Esta vez el productor no se sobrepone a la banda, quizás por ser admirador del grupo de antemano. La colaboración fructifica en una colección en la que los temas más clásicos del sonido Parquet Courts, como el arrollador inicio con ‘Total Football’ que te mete directamente en el embrollo, ‘Almost Had To Start a Fight’, ‘NYC Observation’ o ‘Extinction’ suenan precisos e incendiarios, mientras que los temas más espaciales y texturizados, escritos en su mayoría por Austin Brown, se integran en el sonido como un guante y entran con la misma fuerza o más, como en la suprema ‘Back To Earth’. Líricamente es un disco de una potencia especial. Viaja de lo personal a lo social con finura, obvio sin ser explícito, actual pero con trasfondo. Un retrato de los tiempos que vivimos que se debate en sus canciones entre la revolución social y política, y una constante pulsión nihilista que termina alimentando en su contraste, al optimismo reluctante que subyace en todo el álbum.
Tras ‘Total Football’, la primera gran sorpresa del disco es ‘Violence’, g-funk con una línea de bajo perversa, algún guitarrazo seco y teclados ejerciendo vudú con un Savage haciendo honor a su apellido, canalizando el beastie boy que lleva dentro. En ‘Before The Water Gets To High’ se sirven de los desastres naturales ocurridos en Nueva Orleans o Houston para arremeter contra los intereses políticos y económicos que los empeoraron y pintar un cuadro social y mediático de los Estados Unidos. El ecuador del álbum lo marca ‘Freebird II’, que representa su centro emocional. Sencilla, toca terreno muy personal, materno, para su cantante. Cuando entra su última frase a modo de coro repetitivo -“I feel free, like you promised I’d be”- algo se mueve desde lo profundo que cuenta en contraste con su armonía extrovertida. Esparcidos entre todos los temas se encuentran momentos de espontaneidad fuera de lugar, de decisiones que definen un grupo instintivamente voraz, como la segunda parte de ‘Normalization’ o la construcción entera de ‘Death Will Bring Change’, entre la ensoñación macabra y la dulzura de su instrumentación y cadencia.
‘Tenderness’ cierra el álbum de forma magnífica; en el momento en el cual se suma el piano, hombros y pies toman vida propia. Una canción mágica, que deslumbra por su sencilla perfección y que contiene algunos de los versos que mejor definen el carácter del disco. Éste no es otra cosa que un manifiesto bailable que derrocha creatividad, energía, que arriesga y se muestra inspirado e inspirador en los cuarenta minutos de pura brillantez que lo componen. Extrovertidamente íntimo, por momentos evocador, entre lo trascendente y absurdo, pero a la vez cargado como un cóctel molotov.