El “Purple” de Baroness ha llegado para jodernos la vida y los rankings de lo mejor del año. Así es, han esperado hasta final de año para sacarse de la manga un álbum descomunal que seguramente, de haber salido un mes antes, estaría en todos los tops del año. Quién se atreve a negar que el sucesor del majestuoso “Yellow & Green” sería una hostia tan certera como la que le atizaron a Rajoy en Pontevedra.
Cuatro años han pasado de las 18 canciones que componían el disco amarillo y verde de los de Savannah, Georgia, incluyendo un accidente de gravedad en un autocar mientras giraban por Inglaterra. Tan grave que el batería Allen Blickle y el bajista Matt Maggioni acabaron abandonando la banda. Pero su líder John Baizley recibió el golpe estoicamente y ha decidido a sacar un disco tan abrasivo como punzante. Con ese sludge melódico marca de la casa, han regresado con más rabia que nunca y mucho más centrados, como el viejo del café contando sus experiencias y enseñando sus heridas de guerra, que no lo han matado sino fortalecido. ¿Queréis riffs potentes? ¿queréis conducir un F1 por un día? El “Purple” tiene eso y más, es el Krampus de las navidades de 2015. El balance entre luminosidad y energía. Purple es una combinación entre el “Y&G” y el “Red” de 2007, cuando eran más jóvenes y agresivos. Es un chupito de absenta que te deja al rojo vivo.
Diez canciones componen este cuarto trabajo del grupo. Comienza con ‘Morningstar‘, que saca a relucir al nuevo fichaje Sebastian Thomas en la percusión, una bestia parda en toda regla. Su ejecución es de tirar cohetes, agregándola al ya trabajado sonido del grupo, con un semblante a los Mastodon de Blood Mountain. Sintetizadores que van al compás de las baquetas de Thomas y el bajo del otro nuevo miembro, Nick Jost, en las cuatro cuerdas. ‘Shock Me‘ es otra pieza que muestra el nuevo sonido de la baronesa, sintetizadores psicodélicos que han enamorado al mismísimo James Hetfield, que ha puesto a Purple como uno de sus highlights del año. La segunda canción del álbum es un volcán que te parte al medio, sin filtros, sin vergüenza. Un coro que te lleva en volandas: “Shock me, I needed a surprise Shock Me!“, quizás haciendo referencia al grave accidente que ha marcado al grupo. Probadlo. Si escucháis esta canción un par de veces y no repetís el coro continuamente, estáis mal de la cabeza. Una canción que habla de afrontar la realidad pese a la adversidad. ‘Try to Dissapear‘ tienen esa base más popera, si se puede llamar así y los metaleros no se ofenden. Pegadiza como ella sola, con una base de bajo y batería más acoplada que el pan y la mantequilla. Muy fina en su composición y sus idas y venidas, llena de giros inesperados que os dejarán embobados.
El productor Dave Fridmann (The Flaming Lips, Mogwai, MGMT, Luna, Mercury Rev, Sleater-Kinney) pone toda la carne al asador en ‘Kerosene‘ y debe ser la canción más pesada del disco. Un tiempo más rápido, acercándose más al punk de taladro, con un riff que emerge para darnos mimos y prepararnos otra vez para la bofetada. Canción oda a los hospitales, las pastillas y la muerte. ‘Fugue‘ representa el Ecuador del disco, una balada instrumental parsimoniosa que nos hace calmar después de tanta adrenalina para darle entrada al single indiscutible del disco ‘Chlorine & Wine‘, merecida candidata a estar en las canciones del año. Combinando el sonido de unos Metallica acústicos, con unos recios Mastodon, llenando casi 7 minutos de riffs milimétricos del otro guitarra Peter Adams que van calando tan hondo hasta dejarte sin respiración. Sublime.
La cosa no decae, pues viene otra pieza de enorme ejecución como lo es ‘The Iron Bell‘, toques de power pop bajo riffs llenos de proteína. Armonías vocales que recuerdan a los mejores Queens of the Stone Age. Una canción honesta como una roca. ‘Desperation Burns‘ es la más ruda y fuerte del LP. Recuerda a los viejos Baroness, tan impredecibles como brillantes en las guitarras, sudando trash por los cuatro vientos. Aquí, el por qué de la preferencia de papa Hetfield por el Purple. ‘If I Have to Wake Up (Would You Stop the Rain)‘ es otra balada destacada del álbum, que fue parido en un sótano de Philadelphia. Cargado de sacrificio y honestidad por el grupo comandado por Baizley floreado, con una lírica excelente y acompañados por la mejorada voz de su cantante, que sigue creciendo producción tras producción, para finalmente cerrar con los diecisiete segundos robóticos de ‘Crossroads of Infinity’.
Somos afortunados por poder disfrutar de otra entrega de Baroness. Quizás su disco más parido desde el corazón, que, a raíz de acontecimientos que a ninguna banda le gustaría vivir, ha salido de las tinieblas más reforzado que nunca. Su despertar es un canto a cómo debe sonar una banda. Artillería pesada combinada con la finura de una bailarina clásica que solo tiene sentido entender cuando has seguido la carrera de estos tipos. Purple es, desde ya, uno de los discos de 2016, porque a pesar de que ha salido este año, nos parece injusto no nombrarlo en ninguna maldita lista de los mejores trabajos musicales. Pero cuidado, no debemos tomar a la ligera a Baroness, con cada disco nos sorprenden, no tienen miedo a experimentar, a atreverse a hacer algo nuevo y diferente. No tienen miedo, solo las ganas de los que han renacido de las cenizas de la tragedia para aseverar que lo que no te mata, te fortalece.