[Recomendación] D’Angelo – Black Messiah (2014)

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La vida del artista tiene sus tiempos. Unos son llevados por un irrefrenable impulso constante de escribir, componer, pintar, filmar, esculpir, sumidos en su particular rueda creativa de períodos frenéticos. Otros se ven engullidos por el ritmo que se les es marcado, por obligaciones ajenas a su inspiración. Otros mueven su mundo ajenos a prerrogativas y se toman su tiempo, de forma consciente o sencillamente contenidos por la dificultad de conciliar la agitación vital que dificulta su expresión. D’Angelo se ha permitido el lujo de saltarse media generación hasta que no ha encontrado el momento de volver como tal, capitaneando un disco que por primera vez viene explícitamente acompañado por la banda que se hace llamar The Vanguard, que no incluye otros que sus colaboradores vitales más íntimos desde ‘Voodoo’, Ahmir Khalib Thompson (Questlove) de The Roots e infinidad de otros proyectos, y el célebre bajista Pino Palladino. Junto a estos cabe destacar la participación de James Gadson (mítico batería de estudio) o labores en las letras a cargo de Q-Tip y Kendra Foster.

D’Angelo asombró con ‘Voodoo’, su segundo álbum, que en el año 2000 pretendía devolver las esencias del Rythm ‘n Blues de los maestros, e intentar dar un paso adelante en su evolución, con la explícita voluntad de recuperar un género que el propio artista consideraba “muerto”, como simple pop desquitado de su personalidad y respeto a sus madres y padres fundacionales. Lo consiguió con una rotunda obra de R&B, grabada casi toda en directo, con unos procedimientos que apelaban a lo que el género había olvidado. Pero gran parte del éxito que cosechó lo frustró. Su icónico torso desnudo (en especial el videoclip de ‘Untitled’) contribuyó más a su proyección comercial como sex symbol, hecho que lo incomodó en gran medida, que la trascendencia y enorme talento que dio al álbum, y empezó un largo período de aislamiento y tumulto personal, marcado por el suicidio de uno de sus mejores amigos, la poca presencia creativa, el abuso del alcohol, los problemas con la justicia y su discográfica, y su distanciamiento con familia y amigos. Fue casi una década después de ‘Voodoo’, en 2009, que los engranajes creativos empezaron a hacer avanzar de nuevo a D’Angelo hacia ‘Black Messiah’, una obra con vida propia, que estilísticamente estalla en más direcciones, creada a conciencia, con mimo y a fuego lento, que concentra de nuevo el gran talento del que para muchos es un auténtico genio.

‘Black Messiah’ es un ejercicio transversal e inspirado, dúctil y maleable como pocos músicos son capaces, fruto de la versatilidad acreditada de su trío estrella. Una obra de conjunto, entre el pasado y el futuro. Un cóctel de sutiles sabores que se entremezcla como aguas distintas, de diversos y caudalosos ríos que se encuentran y funden indiscernibles en un mar encalmado, pero que se toma sus momentos para arremeter con fuerza en las orillas musicales que lo delimitan. ‘Ain’t That Easy’ con un groove irresistible inaugura el álbum, ‘1000 Deaths’ con abrasión y deconstrucción absoluta, es un caos apenas controlado, furioso, vital y actual. No solo quiere hablar de y con música, el D’Angelo de hoy está más que nunca conectado al momento político y social que lo rodea, por ejemplo en el hecho que ha avanzado la publicación de ‘Black Messiah’ tras la conmoción de Ferguson. Es un canto a la fuerza común, a la unión por encima del individuo frente a las convulsiones presentes alrededor del mundo. ‘The Charade’, por ejemplo incide en el racismo con una sombría y creciente construcción musical.

Y es que cada canción es un meticuloso ejercicio, artesanía de composición, estudio y ejecución de la que van aflorando detalles, ganchos inesperados. ‘Sugah Daddy’ y su comandante piano especiado por vientos y guitarra jugando de un lado para otro, la sutil tensión de ‘Back To The Future I’, el beat y el riff desmenuzado de ‘Prayer’, la calidez de ‘Betray My Heart’, la sencillez y paradigma del “laid back” de ‘The Door’. Hay Funkadelic, hay algo de Sly & The Family Stone por todo el disco, como parte de D’Angelo, cuyas influencias son canalizadas hacia un libro de estilo personal, original y a veces imprevisible, que vuelve a beneficiarse en parte del álbum, del mítico Electric Lady Studio, construido por el legendario, e influyente en D, Jimi Hendrix.

Funk, Soul, R&B, Rock, Jazz-Funk, para nombrar algunas de las sonoridades que vienen en mente tras la escucha de ‘Black Messiah’, demuestran que más que un disco al uso, D’Angelo and The Vanguard han creado un ecosistema, un oasis musical, un refugio en el que esconderse como mínimo durante su hora de extensión. Viaja más a las raíces que nunca, permeable, tocando el meollo del asunto con más humanidad que la mayoría, impregnando las canciones más relajadas y de luz cálida, con un tamiz agridulce. Con ‘Black Messiah’, D’Angelo va más allá de lo que había ofrecido en sus dos primeros discos, sonando más arraigadamente atemporal que nunca, todo dentro de una mezcla de sonido obtusa y peculiar, en un viaje muy particular, que hace honor al nombre de la banda. Una auténtica delicatesen.

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