Los tatuajes son como una adicción, a sabiendas de que los tendrás que llevar toda la vida, una vez que te haces uno no puedes parar de rayarte el cuerpo. Algo así sucede con Dinosaur Jr.; cuando caes en su espiral de riffs no puedes parar de escucharlos. Así te hagan daño o te recuerden temas personales como bien canta J. Mascis en sus letras. No es tarea fácil escribir de una de las bandas que más te han marcado durante toda tu vida, no es fácil ser objetivo con el trío de Amherst cuando te calan hondo en cada canción, y dependiendo del momento puede ser más peligroso que una ruleta rusa.
Cuando se anunció «Give a Glimpse of What Yer Not«, 11º disco de estudio de una de las bandas más influyentes de los noventa junto a Nirvana, Pearl Jam, Sonic Youth, Pixies o Pavement mi corazón se detuvo, así como también cuando entrevisté a Murph días antes del lanzamiento del álbum. Desde que se reunieron con su formación original (Mascis, Barlow y Murph) por allá en 2007 la trilogía formada por «Beyond» (2007), «Farm» (2009) y «I Bet on Sky» (2012) dejó el listón muy alto y seguramente se trata de uno de los regresos más importantes de los últimos diez años. El cuarto disco desde el renacimiento del trío, con una relación meramente profesional de por medio, es coherente con los 30 años de carrera del grupo. A pesar de ser un disco más popero mantiene la esencia y las letras de amor que imprime Mascis en sus composiciones. Cabe destacar que en 2 de las 11 canciones del LP canta Barlow, para los nostálgicos de Sebadoh.
Tres décadas de experiencia a sus espaldas y envejeciendo como el buen vino, suavizando un poco su sonido, no muy alejado de sus piezas de colección como lo son «You’re Living All Over Me» (1987), «Bug» (1988) y el más contemporáneo Farm, lo nuevo de Dinosaur Jr. es de lagrimilla. Gana con cada escucha y mantiene la columna vertebral de sus álbumes. Aquí no pasa el tiempo, la inspiración es una autopista sin frenos, el músculo y la rabia se conjugan con las gloriosas melodías y el compás espectacular de su sección rítmica y compositiva para dictar cátedra a las nuevas generaciones. «Give a Glimpse…» comienza con los dos singles del disco: ‘Goin’ Down‘, que engloba todo lo que es el grupo, con un coro que dice ‘Are you with me when I’m gone?‘ y un solo de escándalo. ‘Tiny‘, primer single es el tema radial por excelencia. Sin aspavientos, directo como un aguijón de abeja. Canción rápida de power noise pop y a cobrar.
‘Be A Part‘ es una de las canciones más bellas del disco, una ruptura, algo clásico de lo que escribe Mascis. Melancolía, pizcas de blues, corazones rotos y seis cuerdas. Ahógate en whiskey, de ese que corta la garganta, ya que estás ante uno de los temas más tristes y hermosos del año. El disco decae un poco cuando aparece ‘I Told Everyone‘, una canción un poco plana y más de relleno que las tres primeras. Sin embargo, ‘Love Is‘ se anota como una de las piezas Barlow marca registrada, con bajo abridor de latas como protagonista. Aquí el disco se va de Dinosaur para entrar en el terreno del líder de Sebadoh y The Folk Implosion más que en el noise.
El disco vuelve a entrar en sí con ‘Good to Know‘, otro de los mejores temas del disco, riff en llamas, salud y puño al aire. Preparad el terreno para la gema de larga duración. ‘I Walk for Miles‘, el tema más sulfúrico, y seguramente mi favorito, de todo el trabajo en el que se conjugan el riff de Black Sabbath con un punk digno de ‘Sludgefeast‘ y toques de sencillez que la elevan a otro nivel, como si Satanás existiese en 2016. En ‘Lost All Day‘ vemos el lado Mascis del álbum, muy optimista y que pudiese integrar cualquiera de los trabajos en solitario del canas. J. despunta en ‘Knocked Around‘ donde saca a relucir falsete a lo largo de los cinco minutos que dura la canción y un ‘And I miss you all the time‘ penetrante y punzante como un cuchillo caliente en mantequilla. ‘Mirror‘ ofrece un abreboca de lo que será un perfecto final de melancolía y tristeza que te hacen bajar hasta ultratumba con la finalísima ‘Left/Right‘ donde Barlow entra a colación nuevamente con un estribillo tan brillante como la copa de un pino.
En conclusión, Dinosaur Jr. golpean en la patata, donde más duele, y hacen grabarte el nombre de la persona que has querido tan intensamente e indeleblemente como un tatuaje. Hace tiempo han dejado de ser esos jóvenes rabiosos para ser maduros con dignidad, porque el ruido que hacían a finales de los ochentas en una escena bendita es hoy una progresión en ser más sencillos pero eficaces. Como el amor con el paso de los años. Cuesta sacarse a Dinosaur Jr. del corazón, son eternos. Nos hacen llorar con cada disco y eso nos hace sentir vivos. Gracias por todo.