Resulta un tanto complicado ser lo debidamente imparcial en cuanto a The Age of Adz, último álbum de Sufjan Stevens, teniendo en cuenta que hablamos nada más y nada menos que del artífice de Illinois (2005), uno de los álbumes más representativos de la ya pasada década.
Si algo queda en claro, es que la carrera artística de este muchacho de 35 años ha estado siempre marcada por la constante autosuperación. Prueba de ello constituye la evolución estilística palpable a lo largo de su trayectoria discográfica. Si durante sus primeras andaduras parecía conformarse con susurrar odas a su natal Michigan (2003), en 2005 va y nos regala Illinois, demostrando a la audiencia que no sólo se conforma con ser un referente principal del folk alternativo, sino que puede estar a la altura o al menos rendir justo homenaje a compositores de la talla de Steve Reich o Philip Glass. De hecho, fue en Illinois donde a Sufjan se le empezó a ver el plumero, en el mejor sentido de la expresión. Por ello, no fue casualidad que en 2006 publicase The Avalanche con las pistas que decidió no incluir en Illinois. Algo tramaba, para bien o para mal.
The Age Of Adz es un álbum para disfrutar de principio a fin, al igual que Illinois. Conservando sus mejores marcas de la casa (melodías folk-pop y filosofía experimental), Sufjan ha decidido apostar por el peligroso terreno de la electrónica en la gran mayoría de las canciones que conforman el disco. Y no sólo podría decirse que ha salido airoso del intento, sino que además, ha conseguido dar con un sonido bastante particular. La clave para ello ha sido la variedad de recursos que, Sufjan, con su habitual maestría y exquisitez, ha sabido aprovechar para crear atmósferas poco convencionales, pero a la vez muy interesantes y agradables al oído. El fingerpicking se ha convertido en arreglo,intro o puente ocasional, pero ya no ejerce de molde de las pistas. Ha prescindido de sus antaño queridos banjos para dar lugar a percusiones pre-programadas y demás detalles electrónicos. Pero lo mejor de todo es que a lo largo de esta sinfonía robótica, Sufjan ha sabido añadir acompañamientos orquestales y corales en aquellas partes que más lo pedían, convirtiendo cada canción del disco en una especie de banda sonora de película futurista.
Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención es el cambio de rumbo visible en su nueva manera de escribir, cruda, inmediata y vulnerable como nunca antes. Y es que, tras navegar por la red, descubrí que Sufjan mismo había declarado en el Irish Times que estaba harto de sus propias pajas mentales. Bien, pues como fan, no puedo estar más contento con el resultado. Una vuelta a la saturación temática, probablemente hubiera supuesto una decepción. Al final lo único que queremos es sentirnos bien, ¿verdad? Él mismo lo dice no sé cuántas veces en su majestuosa «I Want To Be Well».
Si algo nos ha enseñado la historia del Rock&Roll es que con menos se consigue más. The Age Of Adz no es un disco minimalista, pero todo está donde tiene que estar. La sofisticación musical puede hacernos creer que quien canta es un astronauta extraviado. Sin embargo, por mucho vocoder que se le ponga a su voz, Sufjan Stevens siempre conservará su corazón de granjero.