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[Recomendación] Tame Impala – Lonerism (2012)

Se tiende a sobrevalorar el abrir nuevos sendas sonoras, el ser Livingstones de la música, pero no suele ponderar tanto el coger las mismas piezas de Lego rojas, verdes, azules y amarillas que todos tenemos desde hace cincuenta años y diseñar una figura nueva. Auténtica, excitante y que trascienda, que perdure. Es lo que está pasando con Kevin Parker, la mastermind obsesiva y lisérgica que conforma el alfa y el omega de Tame Impala.

Sus piezas rojas son Led Zeppelin, las verdes los Beatles más de tripi, las azules los sixties de EEUU (Cream, Jimi Hendrix Experience…), las amarillas los manierismos de los Pink Floyd pretéritos y la argamasa etérea que lo cohesiona es una colección de sonidos, efectos, delays, sintetizadores y demás parafernalia para construir 52 minutos de rock psicodélico depurado.

El término psicodelia ha ido perdiendo fuelle, desvirtuado por el paso de las décadas, convertido en un cliché de ‘peace&love’ en su vertiente más pop y en bizarradas megalomanas en su lado rock, y parece que hacer psicodelia introspectiva, incluso con un puntito alienado, como la que ofrece Parker, devuelve el concepto a un estado más primitivo. Ni hedonismo ni naves espaciales: miedos, inseguridades, experiencias íntimas, amor a veces incomprendido y ampliación de los recovecos de la mente…

Que ese disco haya sido concebido por un australiano de 26 años en un piso-búnker parisino es lo más desconcertante. Parece como si hubiese vivido en una burbuja solo alimentándote compulsivamente de lo parido en el último tramo de los sesenta y primeros albores de los setenta y saliese de la crisálida en pleno siglo XXI. No es un pastiche de sonidos revivalistas como deben entenderse ya fagocitados y empaquetados. No son los primeros Flaming Lips, con su psicodelia de nuevo cuño adaptada a estos tiempos (aunque compartan productor en Dave Fridmann), ni por supuesto, yéndonos a un extremo radical, estos Muse que andan saqueando sin piedad los peores tics de Queen. Parece, por momentos, un disco de aquella época hecho con la tecnología de ahora.

Donde en ‘Innerspeaker’ empezaba con una tarjeta de visita del sonido Tame Impala, en Lonerism sale de casilla de salida con más nervio y garra. La amabilidad de ‘It is not meant to be’ no encuentra paralelismo con el ritmo machacón del loop de batería de Above It con el bucle «Gotta above it» que se te incrusta en el tímpano. Una especie de mantra como espina dorsal de la canción más arriesgada. Y abre el disco, todo un ejercicio de valor. La ruleta rusa: o aleja al oyente o lo engancha hasta el final del viaje.

Con Endors Toi, empieza LA EXPANSIÓN. Un inicio con una lluvia caleidoscopica de sintetizadores acaba de dejar patente que Kevin Parker va a por todas. Ta abrasa y te visualizas a ti mismo flipando como en el trailer en Youtube de este Lonerism, sazonado con imágenes del grupo tratadas para parecer sacadas de una actuación en Monterey 1967. En ‘Apocalypse Dreams’ se traviste magistralmente en un Lennon pasado de rosca, y en canciones como ‘Mind Mischief’ es donde quizás se ve uno de los (pequeños) defectos que evitan que el disco alcance la estratosfera como Felix Baumgartner: algunas letras. Parker, es un manierista sónico, un obseso que se ocupa de todos los instrumentos, pero cuando coge el micrófono hay líneas que denotan cierta dejadez («Feels like my life is ready to blow / Me and my love we’ll take it slow / I hope she knows that I’ll love her long / I just don’t know where the hell I belong…» parece rimada con calzador). Por suerte, son pocas.

El primer matchball nos lo lanza este australiano desgarbado con la embaucadora ‘Feels like we only go Backwards’. El segundo, un directo incontestable, lo esconde casi al final con ‘Nothing That Happened So Far Has Been Anything We Could Control’, una canción obligada a estar peleando lo más alto del top ten del año. Y yo a reivindicarla. Un ejercicio de arquitectura musical, de clara inspiración alucinógena, en seis minutos y un segundo tan redondeados como las píldoras necesarios para crearlo. Una patada a las puertas de la percepción, que diría Aldous Huxley.

Este dominio del medio, la inspiración que se percibe, permiten también a Parker escurrirse hacia otros recovecos de su imaginario sonoro para sacarse ‘Elephant’, el tema más blues rock y que por cierto ya lo ha utilizado la ESPN para promocionar partidos de fútbol americano. Desde Perth al corazón de EEUU sin haber pasado todavía por España, que ésta nos la deben los promotores patrios. El estadio de gracia que envuelve la concepción del trabajo queda rematado con la broma que se permite en ‘She Just Won’t Believe Me’ (finaliza la canción a los 57 segundos cortando en seco un riff de guitarra de alto calibre) y el momento piano de ‘Sun’s Coming Up’. Un epílogo inesperado en el que incluso se pone trascendental al piano («Seven AM, midnight is over / Sun’s coming up now, I guess it’s over / Playing his guitar while he’s dying of cancer / Oh my father, why won’t you answer?»)…

Cuando acaba este Lonerism, tienes una sensación incómoda de vacío. De volver a sentir las texturas del mundo real. Porque la inmersión en los parajes a los que te había empujado fue total. Y te rascas la cabeza pensando en cómo un geniecillo de las Antípodas con pintas de colgado ha podido parir el mejor disco del año y quién sabe de cuánto tiempo más…

Puntuación | 89 de 100

Escucha «Lonerism» de Tame Impala al completo vía Spotify:

Carlos A. Forjanes
Periodista con título enmarcado en la pared desde 2005. Un gol por la escuadra y un ritmo pegajoso le cortan la respiración. Lo primero lo cuenta en el Diario AS, lo segundo en Binaural.es. Charco que ve, charco que pisa. Twitter: @Forjanes_AS

7 comentarios

  • Pues sí, una crítica a la altura de las circunstancias de esa cosa que es el Sr. Parker. Con 26 tacos ya ha vendido todo el pescado. Otros estamos aquí para hacer bulto.

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