En tiempos como los de hoy en los que los festivales de nicho parecen ser más raros que un perro verde, nuestro agradecimiento eterno a propuestas como el AMFest que ya llega a su quinta edición. Se dice pronto pero en una época de IVA cultural más elevado que el tupé de Donald Trump (no, no entraremos a hablar de este infraser) la gente del AMFest ofrece una alternativa realmente económica y de calidad que pocos pueden imitar. Una quinta edición que se anunciaba como la más ambiciosa del festival de música instrumental de Barcelona y que sin duda lo fue. También emotiva, porque en el camino fallecía un miembro de esta maravillosa familia. Rafael Picón, padre de Sergio Picón, Sergio Aloud o simplemente Sergio, el capitán del barco y mejor persona. Desde Binaural te mandamos un abrazo gigante.
Jueves 3.
Y así comienza nuestra crónica al mejor y más emotivo AMFest hasta la fecha. Gambardella eran los encargados de inaugurar esta cita imperdible, y por ello nos sabe aún peor nuestra ausencia por muy poco interesantes contingencias laborales del mundo real. Deseando poderlos disfrutar pronto en directo, nos quitamos el mal sabor de boca con una trenza horneada de lomo, queso azul y ciruelas (incidimos en el tema porque realmente la comida casera de venta en el AMFest merece un comentario -quizá un artículo entero- aparte) y encaramos el resto de la breve pero cundidora primera jornada con ganas de volumen.
Y nos lo dieron. Lost in Kiev presentaban su post-rock oscuro en un escenario que, muy adecuadamente, aún ostentaba restos de telarañas que decoraban la sala con motivo de Halloween. La puesta en escena se concretaba en una pantalla de fondo (a aquellos que creísteis ver el antiguo logo de Binaural parpadeando en los visuales a modo de despedida póstuma: no tenemos nada que ver, o eso dice el jefe) cuyas imágenes remitían al concepto de implosión que subyacía en las dinámicas musicales. La interpretación en vivo de su nuevo álbum “Nuit Noire” pasó por algún pequeño momento de monotonía, pero cuando lograron salir de ratos de headbanging un poco de manual para establecer un buen diálogo entre guitarras y poner sus herramientas a buen uso, los de París sorprendieron con elaboración y un encomiable cromatismo melódico.
De aquí saltábamos a un lado radicalmente opuesto del espectro del mencionado post-rock (maldita etiqueta, pero… es tan cómoda…) para recibir a los ya amigos del festival Yndi Halda. Su delicadeza asombró desde el primer minuto, con harmonías a cuatro voces elevándose por encima de un rasgueo suave sobre el puente de una de las guitarras. Esta peculiar manera de aprovechar todas las posibilidades de este bendito instrumento fue una de las muchas con que nos sorprendieron, llegando al colmo de la imaginación al usar un rotulador de pizarra para frotar las cuerdas creando una atmosfera de una finura que solo se podía saborear en todo su esplendor con los ojos cerrados (y lo estaban, tanto en la pista como encima del escenario). El juego constante entre las tres guitarras, el teclado, el bajo y un violín con protagonismo resplandeciente deleitaron al público con un sonido sutilísimo que a veces recordaba a los momentos de calma icónicos del “Come on die young” de Mogwai, y, tras más de una hora de viaje emocional para enmarcar, llegó la catarsis. No os la contamos, vedla vosotros mismos. De 10.
Viernes 4.
Comenzamos la jornada con Doble Capa, dúo de batería y guitarra cigar box formado por Arianne y Mario que destilan blues y rock del añejo y de calidad. 30 minutos de pura emoción, ya que Arianne es hija de Rafael y aún así no dudó en dedicarle el show íntimo con los instrumentos en la pista, no en la tarima. Un monumento a la fortaleza de Arianne que le pegaba a los bombos y platillos sin amplificar como toda una diosa, chapeau.
Subimos las escaleras para la sala grande y el plato fuerte del festival: God is an Astronaut, referentes del post rock espacial y con una calidad meticulosa que nos fascinó. Los irlandeses entraron finos y precisos como un bisturí con su batería original de vuelta y con una intensidad apoyada por un juego de luces al mejor estilo Pink Floyd. Parecía que el telón era el universo y de sus instrumentos las estrellas chocaban para regalarnos luminosidad, cohetes y un ambiente que incitaba a la meditación. Me atrevería a decir que ellos hacen un glam post rock, atrevido y elegante por partes iguales. Como si te sedujeran con terciopelo con canciones como ‘Echoes’, ‘Vetus Memoria’ llegaban a la mitad del show para luego comenzar con una marcha militar guitarrera para darle cabida a canciones como ‘Suicide By Star’, ‘All Is Violent, All Is Bright’, ‘The end of the beginning’ y hasta amagaron con un cover de ‘Billie Jean’ de Michael Jackson para cerrar de manera elegante un show exquisito de casi dos horas.
Nuevamente enfilamos hacia La [2] para ver a The Album Leaf, con una propuesta de música electrónica delicada con tintes post rockeros basados en los sintetizadores de fina experimentación que abarrotaron una sala ávida de explorar nuevos parajes de los comandados por Jimmy LaValle. Hora de enfilar para casa que uno tiene una edad y aún quedaba un día.
Sábado 5.
Día durísimo de resaca, más teniendo de vecinos a una soprano y a la encarnación de Chucky que le da por gritar a las 6 de la mañana. Así no se puede, un poco de respeto para los que salimos de fiesta. En cualquier caso, el directo de los locales Mardemarmo podría resucitar a los muertos. Su propuesta: carne cruda, sin demasiados adornos. Su sonido resultó ser completísimo, con una percusión rica y predominante, un sonido de bajo distorsionado muy potente y dos guitarras (tres hacia el final del concierto por cortesía de Jordi de Syberia) hilvanando punteados y ataques cargados de fuerza. “Esta será la única voz que escucharéis ahora”, dijo uno de sus integrantes durante el concierto. ¿Y para qué íbamos a querer más?.
Era el turno para el grupo nacido en Barcelona Ánteros, que jugaban en casa y que tenían la presión de tocar en su casa con muchos amigos y familiares presentes y la boy band del post rock no defraudó. Tres guitarras en escena hacían frente a la batalla fielmente acoplados por una sección rítmica de percusión y bajo que no desentonó en los 25 minutos que duró el setlist, se nos hizo muy corto, ya que esa pared estruendosa que con su voz de Lucifer comanda Cándido de Viva Belgrado apunta maneras y pese a la amistad que nos une con sus integrantes, hay bastante futuro y ganas de que sigan girando y componiendo mierdas. Otro momento emotivo fue cuando Mau, de Aloud Music y miembro de la organización y mejor bajista que futbolista dedicó la instrumental y bellísima ‘Luna’ al desaparecido padre de Sergio. Lagrimilla.
Después se montaron en escena el dúo gallego Bala, de quienes hemos estado enamorados desde hace tiempo y ¡por fin! Pudimos disfrutar su primer directo en la capital catalana. Comenzaron con unos problemas de sonido para después llevarnos al éxtasis total. Anxela y Violeta dominaron el escenario de manera brutal y nos trajeron de lo mejor del stoner patrio en este momento. Mezclando hardcore y el punk con el doom de alta gama. Un género a tener muy en cuenta, amigos del AMFest.
Compensaron con creces la lamentable ausencia de los alemanes My Sleeping Karma que eran el plato fuerte de la noche. Los temas de su disco “Human Flesh” nos dejaron más que satisfechos más alguna canción nueva que sonó y que como ellas mismas dijeron, comenzarían a grabar ya junto al Rey Midas, Santi García. “Stoner para mis oídos” citando a un viejo profeta.
Three Trapped Tigers llegaban desde Londres como uno de los representantes clave del mathrock de esta edición, y rápidamente atraparon con su sonido de tintes electrónicos y sus fraseos cortos, rápidos y variados. Éste género es recargado por definición, y en los dedos incansables del teclista encontramos el filón del que la banda hace su bandera. El toque ochentero que ostentan casa a la perfección con momentos que casi podríamos imaginar en el Sonar, y, salvando alguna inevitable estridencia, crearon pasajes de magnetismo remarcable y dejaron a los cuerpos presentes en un estado óptimo para recibir a los cabezas nacionales del AMFest.
Y es que no podía ser de otra manera. El cierre tenía que ser para Za!. ¿Qué decir sobre un grupo que en otras ocasiones ha sido capaz de entrar en un concierto ya tocando desde fuera de la sala, o que ha podido marcarse un momento digno de rave sampleando perlas de Mariano Rajoy? Aquí el público no tenía nada que descubrir: sabíamos a lo que veníamos. Teníamos buena fiesta experimental preparada, y eso ya quedó claro desde las pruebas de sonido, en las que Pau y Edu decidieron apropiarse del tema candente musical popular de la semana y deleitarnos con un escondidos/solos tu y yo/bailando post-rock en dueto de voces filtradas. El deleite sólo hacía que empezar, y daba paso a una orgía de rarezas, cachondeos y virtuosismo trash autoconsciente (“cómo gustan aquí los compases compuestos 7/16, eh…”) que culminaba en la ya clásica repartición de instrumentos entre las primeras filas del público para hacerlos sonar con poco criterio y muchas ganas y posterior apagón interruptor de la regleta mediante.
Solo nos queda decir una cosa a modo de conclusión: ojalá esto no se acabe nunca.
Texto | Sebastián Rosas, Pau Ortiz
Fotos | Pablo Luna