Crónica

[Crónica] AMFest 2019

cronica amfest 2019

Jueves 10

Día laboral para algunos pero felices de un nuevo comienzo del AMFest y qué mejor manera que con los catalanes Foscor, que han ido mutando por distintos sonidos pasando de un black metal bastante crudo y agresivo y que con los años han ido moldeando hacia un dark metal como su nombre lo indica. Un contundente repaso a sus dos últimos trabajos que nos dejaron con un buen mix de canciones que van desde la melodía más fúnebre hasta altos puntos de épica como algunos de sus singles más sonados. Demostraron que su sólida trayectoria no es moco de pavo y que son un grupo que sabe adaptarse a la evolución de un género complejo de por sí pero que sin seguir una moda, han forjado una personalidad muy contundente, hilado inteligentemente con una buena base lírica y musical.

Foscor

Tiempo de prepararse para el vendaval que suponía ver después de 15 años sin pisar suelo español a los norteamericanos Daughters, unos de los platos fuertes del festival de Fabra i Coats y responsables de colgar el cartel de «sold out» en el primer día del festival. El cuarteto que en directo muta a sexteto, está capitaneado por el pedazo de frontman que es Alexis S.F. Marshall, quien se viste de Nick Cave en The Birthday Party, mezclado con Dennis Lyxzén de Refused y Frank Carter. Un setlist que recorre casi en su mayoría su último disco “You Won’t Get What You Want” pero aún tiene tiempo para interpretar alguna pieza clásica de sus discos editados justo antes de su pasada separación. Así con los nuevos singles como ‘Satan in the Wait’, ‘Less Sex’ y ‘Long Road, No Turns‘, los más nostálgicos nos vinimos arriba cuando sonaron los acordes de temas como ‘The Hit’ o ‘The Virgin’. Importante remarcar que, como el propio Marshall nos desveló recientemente, no hubo mucha sorpresa respecto a la nula representación en vivo del «Canada Songs».

Daughters

Los que no conocían a Daughters se llevaron una sorpresa mayúscula ante un traje impecable, cierta dosis masoquista tratando de ahorcarse con un cinturón, destrozos de micros, frentes ensangrentadas y variado crowdsurfing . A su manera la formación se presentó ante la audiencia del AMFest como una curiosa mezcla de unos Swans pasados de rosca con unos Refused. No os vamos a engañar: nos dejaron bastante golpeados (literalmente) en una primera jornada de enmarcar.

Daughters

Viernes 11

Ardua tarea, la de abrir dando caña a las cuatro de la tarde. Sin embargo, aquí los amigos de Lume! llevan tiempo repartiendo en bandas como Exxasens, Sons Of Meteora, Icebend o Red Mosquitos, y no tuvieron ningún impedimento en hacernos bajar el postre y el café con un rock instrumental de melodías redondas y golpeo contundente de cuerda (en el caso del bajista Joan Pere Planells, literal -estuvo enorme). Disfrutamos como perros con su primera referencia «Volchanus» (cortes como ‘A Lenda do Falso Volcán’ nos llenan de orgullo y satisfacción), y acabamos hasta haciéndoles los coros. Imprescindible referencia.

Sin embargo, los amigos del AMFest nos quieren bien, y decidieron regalarnos una bajadita de intensidad porque si eso seguía para arriba no llegábamos enteros a la cena. Tides of Man, que nada tienen hoy que ver con su versión con voz y angst adolescente de hace una década, nos mecieron en sus brazos musicales aterciopelados y melosos hasta en sus partes más rápidas e intensas. De ahí fuimos a estrenar el nuevo tercer escenario, ubicado en una sala aparte con control de acceso y al que no se podía entrar con comida y bebida: win como una catedral que permitía a las propuestas más introspectivas ser vividas como mandan los cánones del monóculo. En este caso, entramos de lleno en el universo druídico de ‘Falç de Metzinera’, que, entre plantas e incienso, invocaron a los ancestros con la dulzura de sus flautas traveseras y la carga emocional de sus cantos, ritmos y danzas.

Tocaba “despertà” para encarar un nuevo tramo de corte mucho más contundente, y nos vino brindada por Portrayal of Guilt, trío tejano de hardcore con dosis de un screamo que ya nos preparaba mentalmente para Deafheaven (de hecho, los acompañan en la actual gira junto a Touché Amoré). Bolo cortito y al pie, con el batería James Beveridge como claro MVP. Con esta inyección de gas nos fuimos con los polacos Tides from Nebula (sí, otros “Tides de algo”, ¿Qué queréis? el número de palabras esotéricas a combinar para crear nombres de bandas profundos tiene un límite), que con su componente electrónico nos acercaron a lo más parecido que se suele poder hacer en el AMFest a bailar.

Tides From Nebula

Llegó el turno para otro trío ,pero esta vez de los belgas Brutus, que atestaron de gente el stage 2 y solo podías elegir cara o cruz, es decir o los veías o los escuchabas. Habíamos podido catarlos en el pasado (¿y último?) Download Festival Madrid y la cosa fue por el mismo cauce. Stefanie Mannaerts le da a la bataca mientras emite sus canciones de sus dos únicos discos hasta la fecha “Burts” (2017) y “Nest” (2019) es ella la que sostiene a todo el grupo y es una estrella en ciernes, demostrando el porqué de tanta gira detrás del lomo. Algún fallo se les notó en la palpable transformación de los sonidos ambientales de baja fidelidad que se notan en sus álbumes pero dejaron algunos buenos temas para recordar como el hitazo ‘War’, en algunos momentos me recordaron a unos Evanescence 2.0 – cosa que no sabemos si es buena – y notamos al público un tanto desconectado, con subes y bajas del grupo que a veces era difícil de seguir, pero demostraron que tienen mucho más por dar.

Brutus
Brutus

Había muchísimas ganas de ver a Deafheaven, y en cuanto a lo musical (que es lo verdaderamente importante) colmaron todas las expectativas. El quinteto de San Francisco venía en el segundo año de la gira de su exquisito «Ordinary Corrupt Human Love», del cual seleccionaron sacaron artillería pesada. La maquinaria estuvo perfectamente engrasada desde el principio, y arrancó fuerte con ‘Black Brick’, su single más reciente, bien trufado de reminiscencias thrash. Tras pasar por ese ‘Brought to the Water’ que nos cautivó en 2015, los de San Francisco se centraron en su último LP, capaz de transportarnos a un éxtasis sónico abrumador con su juego de dinámicas. George Clarke estuvo pletórico en lo vocal -fue un lujazo disfrutar de su depuradísima técnica-, pero cabe decir que nos sacó un poco su obsesión reciente por hacer el molinillo con el pelazo. Tiene sentido como rebote ante todos aquellos que dudan de su metalez, pero su uso como recurso continuado dejaba una inevitable sensación de impostura. Dejando de lado las banalidades, brillaron perlas como ‘Canary Yellow’, con sus paseos introspectivos, progresividad digna de los maestros (parece contener varios temas en uno), versatilidad en el riff y por supuesto un manejo apabullante del ruido.

Deafheaven

¿Os ha pasado alguna vez que paseando por internet os topáis con un músico muy de nicho que os enamora, y no imagináis forma posible de conseguir llegar a cazarlo en directo? Imaginad ahora que uno de vuestros festivales más amados lo trae como apuesta especial, alejada de su línea editorial habitual pero de conexión espiritual instantánea. Una de esas carambolas mágicas que te hacen sentir que todo está en su sitio. Pues eso me pasó a mí con Daniel Blumberg. Poco sentido tiene relatar los sentimientos que afloraron en el menos de un centenar de personas que nos congregamos alrededor de su piano, su armónica y su voz resquebrajada para bañarnos en disonancias, lamentos y pura emoción. Id solos a un sitio tranquilo, poneos ‘Minus’ y podréis empezar a imaginar de lo que os estoy hablando.

Daniel Blumberg

Otro de los indispensables del viernes fue Touché Amoré, que celebraban el décimo aniversario de su primer LP “… To The Beat Of A Dead Horse” que recientemente re-editado bajo el nombre de “Dead Horse X” y esta gira es su plato fuerte, lo tocan de principio a fin. Los californianos saben exactamente qué pide su público sino que conectó desde el minuto uno y se desgañitó con su frontman Jeremy Bolm, visiblemente emocionado con la catarsis de tocar en directo para así poder paliar la reciente muerte de su madre. El grupo es honesto a más no rabiar y derrocha empatía, sudor y amor por partes iguales, acompañadas de unas letras  que sus fans sienten suyas, es un grupo que arrasa allá donde va. Su post-hardcore con tintes emo es absorbido por la multitud y lo extrapolan a un pogo y surfistas de público que se matan por tener una gota de sudor de su grupo insignia.

Las columnas de la fábrica están impregnadas de un ambiente revitalizado de buena vibra como queda latente cuando suena la nueva ‘Deflector‘ y ya sin contar con ese último tramo de hits que retumban todo el barrio de Sant Andreu: ‘Flowers and You’, ‘Is Survived By, New Halloween’ o ‘Rapture’ caen como aloe vera en piel quemada. Aullidos guturales y guitarras aplastantes son el arsenal que trae TA y que ha ganado un sitio en uno de los pesos pesados del género, lo más notable es el frenesí que crea en la gente y de alguna manera le juega en contra a la intensidad de las voces. Se han ganado a la multitud de Barcelona hasta el punto de que el calor se nos olvidaba hasta su final, que fue cuando recién despertamos del golpe y fuimos a por una cerveza.

Touché Amoré
Touché Amoré

Sábado 12

Uno de los platos fuertes de esta edición del festival era la reunión de los catalanes 12Twelve, uno de los sueños hecho realidad de la organización que veían como el mítico cuarteto de post-rock y free-jazz dejaron en claro el porqué jugaban en casa y que lo suyo más allá del recuerdo de los asistentes más entrados en años, fue un muy buen show de los de Jaime L. Pantaleón y compañía. El escenario principal de la jornada sabatina alojaba así su clásico disco “Speritismo” más algún otro tema de “L’Univers” de manera bastante rocosa y aceitada. Se notó que no era una reunión de viejos amigos que se juntaban a tocar sino que el cuarteto dejó excelsas notas de calidad, respuesta a los varios ensayos trabajados para antes de esta aparición estelar ante su afición. Una propuesta bastante compleja pero llena de convicción, resumiendo el alma de este festival, que pasa por la autogestión y la calidad más que por otra cosa. Largos temas ambientales, con inquietantes atmósferas y lentos desarrollos fueron el sello de este magistral regreso.

12Twelve

Y de la paz espiritual de los catalanes nos fuimos al frenetismo de Cocaine Piss, banda que con cuyo nombre celebra dos de las mejores cosas que se pueden hacer en un baño. Estos hijos predilectos de Steve Albini recogen un testigo que podría recordar lejanamente a los primeros Pixies y le pega un buen apretón: temas muy cortos a fuego, una base musical solidísima y la cantante Aurèlie Poppins, frontwoman de pedigrí, dándolo todo con su histrionismo como mayor baza. El público empezó calmado (se acumula cansancio), pero se levantó un pogo de justicia mientras los belgas desgranaban su más reciente ‘Passionate and Tragic’.

Cocaine Piss

Zeal & Ardor tenían el cartel del grupo menos AMFest de los que habían, pero eso ya es entrar en radicalismos, pues este festival – como los tiempos – muta y de manera muy potente. Dos veces ya habíamos podido disfrutar de la propuesta que lidera Manuel Gagneux, una vez en el Primavera Sound y otra en La [2] de Apolo, por lo que hemos podido comprobar el crecimiento que ha tenido este grupo. Dos coristas que parece te van a morder la yugular secundan a su frontman que parece estar poseído por el mejor diablo, tal y como lo dice su hitazo ‘Devil’s Fine‘ que enloquece al público cada vez que suena. Tienen apenas dos discos pero parece que tuviesen seis y el espectáculo en vivo también es un espectáculo para la vista, y como tal, era solo cuestión de tiempo antes de que encabecen grandes festivales porque su crecimiento es totalmente exponencial.

Mezclando de forma magnífica el black metal con el blues y el góspel, el ambiente sombrío continúa a lo largo de su show. Abstinencias diabólicas y riffs ardientes que contrastan con cánticos conmovedores y ocasionales gritos demoníacos: Gagneux realmente puede hacerlo todo, y con extremo poder y convicción. Las más aclamadas son ‘Don’t You Dare’ y ‘Come On Down‘, por supuesto la antes mencionada ‘Devil Is Fine’. Ritmos explosivos y pizcas de thrash metal, nadie se aproxima de manera tan convincente de forma tan rápida como los Z&A. Su frontman se lleva las manos a la boca y no se puede creer lo que ha alcanzado, sudado y hasta quizás una lagrimilla se le escapaba, tan real como parece y demostrando que a día de hoy, son la propuesta más transgresora y desafiante en el mundo del metal. Memorables.

Zeal & Ardor
Zeal & Ardor

Pelican, grandes referentes en el mundo del post-rock y del post-metal, aterrizaban como el otro plato fuerte de la jornada sabatina. Con un muy buen nuevo disco bajo el brazo como lo es “Nighttime Stories” la cosa prometía y mucho, con un setlist que casi estuvo integrado por esta última referencia. La banda fue intensa desde el comienzo de su actuación, que se apoya prácticamente en sus guitarras y unos gruesos pasajes de batería que va desde el lento hasta el esquizofrénico en cuestión de décimas. Una de las virtudes del grupo es su capacidad de amalgamar diferentes estilos, mezclando elementos de doom, stoner y hasta black metal. En directo el cuarteto explota la libertad de no estar obligado por temas o narraciones líricas como si lo están en sus discos.

Pasaron muchos años en que nos volvieran a visitar y esta vez los vimos en una versión madura que se adentra en mundos diferentes y extraños. Temas como ‘Midnight and Mescaline’, ‘Abyssal Plain’, ‘Full Moon’, ‘Black Water’ y ‘Arteries of Blacktop‘ suenan crudas y difuminadas. Las guitarras se entrelazan con una distorsión de sierra típica de la música stoner, pero con firmas de tiempo cambiantes y energía implacable, no ofrece un respiro suave en el tempo o el manejo. A veces se hicieron un poco monótonos y faltos de cambio de ritmo pero en resumen, son una banda que nos invitan a entrar en un nuevo espectro que explora matices del metal instrumental.

Pelican
Pelican

Debo haber escrito ya cuatro o cinco crónicas de directos de Za!. Diría que no sé qué más queréis que os diga de estos ilustrísimos adalides de la locura, pero lo bonito que tienen es que cada vez que los hemos disfrutado ha sido para acabar viendo algo completamente nuevo. En este caso, dedicaron un tema «al abrazafarolas paracaidista» y desglosaron su forma de improvisar con sus míticos “laaaaa laaa laaaaa”s. Lo que pasa en el escenario cuando tocan Edi y Pau es un poco como si cogieras a dos niños con el talento de un semidiós y muchas ganas de trollear, les enseñaras por primera vez lo que es la música, les dieras instrumentos y les dijeses: “jugad y pasadlo bien”. Para culminar la juerga, y para absoluto gozo y delirio de los asistentes, dedicaron la segunda mitad del concierto a hacer fragmentos de covers canónicas, haciendo llover primero a gusto de los que llevaban camisas floreadas (con hitazos verbeneros como la ‘Conga’ de Gloria Estefan o ‘Oye Como Va’ de Santana) y luego para el ejército de camisetas negras que derramaron sus últimas gotas de sudor de la jornada con clásicos como ‘One Armed Scissor’ o ‘March of the Pigs’.

Domingo 13

Muchos éramos los que intuíamos que Alcest iban a enfilar en Barcelona temas de su nuevo disco “Spiritual Instinct”. Contra todo pronóstico, poco se escuchó de lo más reciente del siempre genial Stéphane Paut aka Neige. Su blackgaze, mezclado con puro post-rock, se vislumbró como un sello de identidad propio en un machihembrado melódico que vino empastado de forma aplastante. Gran parte del público conocía las canciones y hubo una cálida contribución para finalmente dar la bienvenida a canciones más recientes de sus dos últimos discos, donde la voz es cada vez más poderosa con técnicas vocales altas. De las nuevas solo sonó ‘Protection’ pero sirvió para engatusar lo justo a los zombies trasnochados que resistían tras varios días de tute rockero.

Ya se vislumbraba el ocaso de la edición 2019 con la representación vasca del festival y su primera artista, la bilbaína Ainara LeGardon, otra que jugaba en casa y vaya que removió a mucha gente escéptica que no sabía a qué venía. El trío demostró que los halagos que han ido recibiendo por su último trabajo – su homónimo de hace un par de años – no son fruto de favoritismo sino de calidad que destilan con su quirúrgico directo. El slow folk con música experimental industrial es un resultado crudo que te lleva a un estado bastante bestia. Ainara es un abanico de emociones reales que ella misma va dibujando a través de un claroscuro bastante peculiar pero suficientemente potente para abarcar el recinto de la Fabra i Coats.

Ainara Le Gardon

Y si algo le faltaba a esta maravillosa edición era el cierre de este con los de Irún, Lisabö, quienes como siempre pusieron todo lo que se les atraviesa patas para arriba. Con una trayectoria más que probada, el hueco que han calado en la escena nacional es inmenso. Un grupo que no necesita efectos especiales, pues lo que emana el sexteto de dos baterías, tres guitarras y un bajo es pólvora de alto peligro. Cantando como siempre en euskera, se dirigieron al público tanto en catalán como en castellano y nos desearon suerte para la semana convulsiva que estamos viviendo por estos lares, comprometidos políticamente pero con un performance musical que es necesario en cualquier revolución, claustrofóbicos e incendiarios con sus toques metaleros, los Fugazi nacionales demostraron que su música es compleja pero completamente cimentada en esfuerzo obrero y sentimiento, una base rítmica imparable, que funciona como un reloj suizo de noise y caos que va alternando entre las dos voces de Karlos Osinaga y Jabi Manterola que te hacen llegar al orgasmo sonoro en cuestión de décimas. Con un abrazo, que simulaba el de la organización de festi, con los músicos y el público, Lisabö demostraron que son el abrazo del alma, el de los amigos, juegan en otra categoría y no se me ocurría mejor final que el de estos seis tíos que representan no solo el underground nacional, sino el underground como símbolo, al igual que el AMFest y su público fiel.

Lisabö

Texto: Sebas Rosas, Pau Ortiz
Fotografías: Montse Galeano

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