[Crónica] Eddie Vedder en Barcelona (Palau Sant Jordi, 25 de junio de 2019)

Crónica Eddie Vedder Barcelona 2019

Hubo algo de “ad hoc” en el hecho que Eddie Vedder interpretase ayer ‘Thumbing My Way’. La joya del “Riot Act” (2002) se siente como una pieza de naturaleza nómada. Una oda al cambio, a la evolución y a la búsqueda de un futuro próspero. Definida en constante movimiento, esa cálida pieza se postula como una bella reverencia a aquella marcha hacia adelante cuyo tempo vital está marcado única y exclusivamente por el fuego surgido de las entrañas. 

Precisamente es esa devoción por la grácil mutación de nuestro espacio-tiempo la que percibo como protagonista en la noche de ayer. Encarando el asunto con cierta mirada nostálgica, Vedder repasó su repertorio tanto de dentro como de fuera de Pearl Jam de una forma humilde, cercana y, sobre todo, justa con su propio legado. Un legado en el que los puntos cardinales de su mapa contextual han llevado al propio artista a ocultar su terrenal ADN recurriendo al uso de diferentes máscaras identitarias, adoptando desde la de frontman visceral (Pearl Jam), hasta la de segunda espada rockera (Temple Of The Dog), samurai del ukelele (“Ukulele Songs”) o embelesador cantautor neo-folkie (“Into The Wild”). A grandes rasgos lo del Sant Jordi fue como observar con lupa el arrugado y vintage mapa topográfico del trayecto recorrido por Vedder a lo largo de 30 largos años de andanzas musicales.

Sorprendió bastante la versatilidad con la que, en conjunto, Vedder se atrevió a plantear buena parte de la actuación. El arranque fue una comedida declaración de intenciones. Su inseparable cuarteto de cuerda, la Red Limo String Quartet, dio el pistoletazo de salida con una intensa mini cover de aroma analógico de la clásica ‘Alive’. A partir de entonces el compositor estadounidense visualizó el set con la misma textura cromática que un cubo de Rubik. Cada color era una posibilidad, un dado tirado sobre el tablero.

Cuando Vedder se puso solo ante el peligro, salió airoso pese a tener algún que otro lapsus con las letras (hola ‘Wishlist’). Y cuando este se dejó rodear por su orquesta, también sorteó el peligro con bastante soltura. Aunque, a ciencia cierta, cabe matizar que los momentos de mayor fulgor emocional se generaron, en gran medida, con Glen Hansard sobre el escenario. ‘Sleepless Nights’ se palpó con el mismo look & feel de su versión de estudio y ‘Society’, con espléndido juego perpetrado a dos voces, dejó al público totalmente anonadado. Parecía increíble pero en esos tres-cuatro minutos de tema, Vedder consiguió mejorar un producto cuya versión de fábrica estaba muy bien ultimada. Y eso, se mire como se mire, nos pilló con la guardia baja.

Dentro de ese pequeño “combo” de formatos arqueamos ceja al comprobar cómo se enchufó el ukelele al ampli en una efímera cover de ‘Should I Stay Or Should I Go’ (“…in Barcelona!”). Y también como, a modo de colofón, Vedder tiró de épico backline para arrancarse con una imperiosa interpretación de ‘Hard Sun’ en el bis final de la actuación. Fue entonces cuando nos acordamos de aquella ‘When I’m Down’ de Cornell. La magnitud, y el cariz melódico del momento era diferente, pero aquella forma de crear un telón de fondo sonoro de la nada, resultaba sumamente familiar.

A diferencia de lo ofrecido en Madrid, que parecía algo más enfocado en diseccionar el repertorio “pearljamero” sobre un córtex acústico, lo de Barcelona se percibió un poco más como un viaje al corazón de “Into The Wild”. Aparte de las ya citadas ‘Society’ y ‘Hard Sun’, sonaron ‘Long Nights’, ‘No Ceiling’, ‘Guaranteed’ y ‘Rise’, Estas tres últimas fueron materializadas a modo de bloque, y con visuales ambientadas en plena naturaleza que nos sirvió para acercarnos, al menos un poquito, a las “vibras” experimentadas en 1992 por el bueno de Christopher McCandless.

Único gran “pero” de la noche”: ese punto de colisión entre la necesidad íntima del directo y el feeling físico del recinto. A momentos costaba, y mucho, sumergirse en la narrativa del show al contemplar desde posición lejana como la estructura del pabellón se comía literalmente el escenario. Vedder jugaba a refugiarnos frente a su hoguera, pero el calor de la misma apenas se palpaba al situarnos a tanta distancia física. Mi sensación: lo de ayer estaba planteado para, en términos de formato, ser casi un calco de lo que Cornell pudo ofrecer en el Liceo tres año atrás. Culpen aquí a la ambición del artista. O de su management. “Who knows“.

Aunque lo dicho: ese fue el único e importante punto en contra de la actuación. Afortunadamente Vedder supo aderezar el show con tanto ingrediente que el mix final acabó dejando un óptimo sabor en el paladar. Hallamos alicientes curiosos en el tributo ofrecido Tom Petty, con rojiza Telecaster mítica de por medio, al interpretar ‘I Won’t Back Down’. Y también tuvo cierta miga el emotivo homenaje audiovisual a Antoni Gaudí y La Pedrera que Vedder se marcó al deleitarnos con aquel citado “highlight” encumbrado con ‘Society’.

Al margen de esta última pieza, con Red Limo bien metidos en la ecuación, y de ‘Thumbing My Way’, cabe destacar en el pack de puntos álgidos lo hilvanado con ‘Smile’, con ‘Dead Man’ (dotada de una entereza impecable) y con dos hits infalibles. Me refiero a ‘Better Man’ y una ‘Black’ que dejó a todo el mundo perplejo gracias a un fatality concretado por Vedder, Hansard y los Limo a modo de maravillosa onda vital.

Varias son las conclusiones que podemos extraer de lo experimentado ayer noche en el Palau Sant Jordi. Más allá de clásicas pautas estilísticas marcadas por el tipo (esa ‘Rockin’ On The Free World’ siempre acaba sonando en los cierres o cerca de ellos), Vedder tuvo cadera para sortear una situación de careo con sus fans. Cierto es que el recinto engulló bastante la ambición de la propuesta, pero momentos como el bloque “Into The Wild” nos dieron la vida. Y justo fueron unos como ese los que nos hicieron formularnos una pregunta de forma reiterada: ¿por qué este tipo jamás dio continuidad a lo planteado en ese disco?

¿Por qué no explotar más su labor en solitario sin ukeleles de por medio? Mi mayor temor: que en el futuro recordemos este show, y cabizbajos nos mordamos las uñas al pensar en que en una realidad paralela “Into The Wild” habría servido como punto de partida de una saga, de una trilogía. Yo qué sé: de algo. Vedder, aún no es necesario tirar del Delorean. Aún estás a tiempo. Queremos una parte 2 “extended redux” edition de lo de ayer. Y bien que lo queremos. Por ti, por el vino y por aquel vibrante “road trip” emocional que tantas veces hemos descubierto y redescubierto durante estas tres últimas décadas. Hora de “go forward in reverse“, como en ‘Setting Forth’. Venga, va.

Setlist del concierto de Eddie Vedder en Barcelona en 2019:

Fotografías: Rosario López (Binaural)
Texto: Pablo Porcar

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2 comments
  1. Muy buena crónica,aunque nada que ver con la de Madrid.Estuve en el concierto del Wizzic y me hubiera gustado leer algo tan acertado de éste;puesto que no pude estar Barcelona, me he sentido identificada con él.Gracias.

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