[Crónica] Festival’Era 2016

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No hay mejor manera de disfrutar de un festival que en medio de un paisaje encantador, bucólico, idílico. Sin el ruido del tráfico de fondo, sin la urbe dando señales de caos y sin multitudes tratando de todo menos de escuchar al grupo que tienen delante. La sensación de vivir la música y solo la música. El pasado sábado nos dirigimos rumbo a la tranquilidad de vivir un festival en medio de la nada hasta un pueblo de Girona para ver música alternativa tanto emergente como consolidada –Twin Drama, Joan Colomo o Hola A Todo El Mundo– y a la electrónica más consagrada, como Sohn, Julio Bashmore o The Suicide of Western Culture. Rumbo a la cuarta edición del Festival’Era de Llagostera.

En un escenario con un fondo de campos, paja y corrales con ocas y gallinas empezaban a tocar Twin Drama, la primera apuesta del festival para empezar una jornada dulce y llena de jóvenes promesas musicales. El surf pop de los chicos de Barcelona se componía de guitarra, pequeño equipo de percusiones y voces voraces, un ambiente tropical que juntaba con harmonía al público, el paisaje y la música. El pequeño homenaje a Frank Sinatra o la actuación impecable en I, su single más conocido, los hizo ser uno de los más grandes descubrimientos del festival. Tan solo eran las cinco de la tarde y las expectativas solo hacían que superarse. ¿Hora para tomarse un café para aguantar all night long? No había café ni en la barra ni en las foodtracks. Punto a destacar y a mejorar el año que viene.

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El himno de esta cuarta edición del festival estuvo servido por Joan Colomo. Las sílabas distorsionadas de “Llagostera, Festival Era” fueron la melodía mejor recibida por el público, que buscaba la sombra ante el sol de verano de las seis de la tarde. El tándem magistral de buena música y buen rollo de Colomo trajo canciones como Les coses o Tristesa, en la que confesó que la escribió cuando llevaba dos días sin fumar, y no malos días por amor. El público reía cuando el músico explicaba su preocupación por la gente que toma Red Bull, una bebida con atribuciones al beneficio de la salud poco demostrables, en honor a su canción Felix estàs penjat. Los que no bebemos esta bebida energética podemos beber café (no en el Era). Colomo es más que músico: es el showman de todos los escenarios que pisa. Es imposible no quedarse maravillado ante sus actuaciones: la facilidad para combinar música y risas destaca un potencial que todavía puede quemar años y años en conciertos y festivales.

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El sol empezaba a esconderse tras las nubes y dejaba respirar a los cerca de 2.000 asistentes del festival sin tener que esconderse bajo los árboles en busca de fresco. Era el turno de Inspira, con canciones oníricas que brillan por si solas y que reflejan diferentes experiencias vitales. Jordi Lanuza, el cantante, anunciaba en la parte final del concierto que cumplía esa misma noche 40 años. Los cumplía en un festival con una tendencia perfecta a enganchar al público nuevo y con un cartel alimentado con grandes apuestas por la música emergente del país. El atardecer finalizaba con Baywaves, que pese a la juventud sobre los escenarios, hicieron una actuación con nivel de grupo experimentado hasta el punto de poner a bailar desde los primeros minutos al público y destacar como una de las bandas emergentes más impactantes del Era.

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La noche se asomaba en Llagostera cuando llegó el turno de Hola a Todo el Mundo. Un uniforme de camisas tropicales y unas luces impecables dieron una sensación de coordinación parecida a la de una orquestra. Clásicos como A movement between these two hicieron revivir conciertos pasados del grupo, que presentaba disco nuevo en tierras catalanas. La banda madrileña recordó sus tiempos pasados con su combinación de pop electrónico fresco, lo que hizo llegar a un resultado de una elegancia y perfección sublimes.

La entrada a la noche más pop fue de la mano de Maïa Vidal, reproduciendo la fuerza electrónica de la segunda parte del festival. La apuesta más alta del Era por este género fue entronizada por Sohn. El músico, aclamado por el público por su ausencia en los escenarios españoles desde hacía tres años, presentó un concierto estudiado hasta el más mínimo detalle para generar el éxtasi entre el público. Acompañado de dos músicos más, Sohn desató la locura entre los fans de primera fila con temas como Artifice. La clase y la elegancia electrónicas eran las reinas indiscutibles del festival.

Los bocados finales del Era contenían electrónica más directa y reivindicativa con Sorry Kate y The Suicide of Western Culture. Con sus habituales proyecciones audiovisuales, los de Rubí mezclaron sus sonidos electrónicos con un saxofonista en la parte final del concierto, una combinación interesante que ayudó a evadir al público de sus proyecciones. Tras la actuación de Julio Bashmore, llegó el punto final del festival con Marc Piñol, un clásico en los cierres del Era y de las mejores opciones para acabar bailando hasta el amanecer.

Una organización perfecta que nos llevó con bus hasta el festival, una zona de acampada tranquila, una distribución de escenarios óptima y una decoración más que elegante. El Festival’Era evoca una sensación de verano, de experiencias tropicales y de tranquilidad artística. ¿Qué más pedirle a un evento tan bien montado con solo cuatro años de experiencia? Nada más que café. Para los que no nos gusta el Red Bull.

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