[Crónica] Primavera Club 2017 (Barcelona, octubre de 2017)

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El pasado fin de semana tuvo lugar una nueva edición del Primavera Club, hermano pequeño del festival por antonomasia de la Ciudad Condal, que para su pequeño formato se duplica entre Barcelona y Madrid. Aquí os dejamos las crónicas de los conciertos más destacados ofrecidos en la Sala Apolo y La[2] a lo largo de tres jornadas, una ecléctica mezcla de estilos y bandas que se erigen como fuertes promesas y que, con suerte, podamos disfrutar también en nuestra cita con el Primavera Sound el próximo año.

VIERNES

STARCRAWLER

Starcrawler son un “rara avis” en el panorama rockero actual. Es innegable: se destila algo inusualmente refrescante en un sonido obcecado en fusionar la arenosidad de L7 con el magnetismo del glam rock noventero. De hecho su directo en el Primavera Club 2018 fue tres cuartos de lo mismo que intuimos al rescatar las versiones de estudio de ‘Ants’ o ‘Let Her Be’. Hay mucha miga en un conjunto que sabe cómo maravillar, y a su vez irradiar calor, a un público no muy acostumbrado a sentirse abrumado ante el desparpajo de unos músicos que no superan los 20 años de edad. ¿Únicos puntos que no acabaron por convencernos? La puesta en escena, por ejemplo, funcionó a fogonazos, demostrando que su frontwoman (Arrow DeWilde) aún está un poco verde a la hora de destapar todo su potencial escénico. La estadounidense pecaba en algunas canciones de estática, de interactuar con el público de una forma un tanto gélida. Por otro lado da la sensación que en el repertorio falta algún que otro hit que los catapulte a aquel estado de dorada rareza que tanto anhelamos que alcancen. Pero vamos, ambos son meros aspectos a pulir. Nos encontramos ante un diamante en bruto que puede darnos muchas tardes (y noches) de gloria festivalera en un futuro no muy lejano. [Pablo Porcar]

YELLOW DAYS

Si en el Primavera Club 2017 había algún producto hecho para ser devorado por los fans de Mac DeMarco, era el concebido bajo el nombre de Yellow Days. El proyecto materializado por George van den Broek es de los que embelesan con apenas un par de acordes. Lo consigue aglutinando la seducción más puramente “retro” de Howlin’ Wolf, con cierto deje jangle pop que nos remite a los segmentos más adictivos de la obra magna de DeMarco.

La jovial actitud del prometedor artista británico ayudó a la hora de ser jaleado por el público tras todas y cada una de las canciones interpretadas. En ‘Holding On’ el gentío quedó maravillado. Y en ‘Nothing’s Going To Keep Me Down’ los asistentes no pudieron evitar rendirse ante la sinuosidad de la propuesta. Sin necesidad de reinventar la rueda, Yellow Days han llegado para ganarse su público a pulso. Solo hacía falta comprobar las sonrisas de los asistentes tras su concierto para confirmar que lo conseguirán. De eso no hay duda alguna. [Pablo Porcar]

GOLD CONNECTIONS

Había muchas ganas de ver qué ofrecería Will Marsh, líder y mente tras Gold Connections, en su concierto del viernes en La[2] de Apolo. Teníamos ganas de ver cómo defendía en directo su material y por suerte, cumplió con creces. El EP homónimo que ha publicado este año, producido por Will Toledo de Car Seat Headrest, está formado por canciones escritas durante su época universitaria, y como tal, suena a pesadumbre post adolescente entretejida en un slacker rock de melodías suaves y coros amables, bebiendo de Pavement y del proyecto de su excompañero Toledo. En directo la puesta en escena del material fue más que solvente y, teniendo en cuenta que a finales de año verá la luz su LP de la mano de Fat Possum, no nos extrañaría verlos de nuevo como apuesta segura en la próxima edición del hermano mayor del festival. [Cristina Roa Garrido]

MEDALLA

Su mezcla de kraut, metal y pop fue llenando hasta los topes la[2] -incluyendo a Will Marsh, que estuvo rondando los pogos todo el concierto- durante una hora en la que, además de repasar por completo su “Emblema y Poder”, aprovecharon para presentar dos nuevos temas, ‘Galante Esquivo’ y ‘Devoto Cardenal’, poniendo patas arriba la sala para cerrar con ‘Navaja Certera’ como broche a una actuación impecable.

Eric, Benoît, Marc y Joan en directo funcionan con la precisión de un reloj suizo y la potencia de una bola de demolición, y el pasado viernes ofrecieron un concierto que voló la cabeza tanto a los que nos contamos como seguidores como a los curiosos que se acercaron a descubrirlos y que, de bien seguro, serán un buen puñado de nuevos fans. [Cristina Roa Garrido]

FLAT WORMS

Los angelinos fueron los encargados de cerrar la jornada en la sala más guitarrera del festival, haciéndonos recordar por enésima vez, y con tristeza, nuestros tapones de los oídos olvidados en casa a sabiendas de que estaba a punto de explotarnos la cabeza de nuevo. El trío, formado por miembros de The Babies, Ty Segall y la banda de Kevin Morby, pudo presentar su primer disco homónimo recién publicado ese mismo viernes. Haciendo gala de guitarreo punk frenético y distorsión por doquier clausuraron el viernes por todo lo alto, demostrando que no sólo sus proyectos pasados los avalan, sino que como formación con nombre propio tienen un potencial prometedor. [Cristina Roa Garrido]

SÁBADO

POOLSHAKE

Aunque sea otoño, Poolshake nos hicieron sentir en pleno verano con sus sonidos surferos. Mientras unos acababan el concierto de Jorra i Gomorra, otros empezábamos la jornada del sábado viendo al cuarteto murciano, con un estilo garagero sin pretensiones. Un tipo de grupo ya demasiado visto pero que no pasó desapercibido por el carisma del cantante, que se hizo suyo al público en cuestión de pocas canciones. La banda presentó una psicodelia fácil pero pegadiza, de esas que te hacen bailar inconscientemente, con canciones como ‘Ny Subway’ o ‘Golden Smoothie’. Recordaban a sus paisanos Alien Tango, pero en versión relajada. [Karen Montero]

SMERZ

La dulzura también cabe en la electrónica. El dúo noruego presentaba en el festival ‘Oh my my’, su primer single para el sello danés XL. Una producción DIY de los pies a la cabeza, tanto en la creación como en la programación. Henriette Motzfeldt y Catharina Stoltenberg, las dos componentes de Smerz, salían al escenario entre luces rojas para brindarnos una hora de hitazos techno, cada uno con su propia esencia, pero siempre con un toque indiscutible de sintetizadores mezclados con voces que llegaban a registros de R&B. Fue el caso de ‘Blessed’, una de las canciones de su EP “Okey”, que interpretaron con cada vez más confianza encima del escenario de la sala Apolo.
Las voces de las dos componentes se mezclaban con un estilo definido, lo que resultó en que el público empezara a bailar cada vez más ante tal calidad minimalista. Un preludio genial para encarar con ganas los siguientes conciertos de la noche. [Karen Montero]

GABRIEL GARZÓN-MONTANO

Lo orgánico no entiende de géneros. Solo entiende de calidad. Y Gabriel Garzón-Montano es el ejemplo estrella. Su música emana del soul, el R&B, la electrónica y el pop, además de tener influencias del hip hop y también de artistas como James Blake o Prince. García-Montano hizo latir la Sala Apolo con una fuerza vocal impresionante y unas composiciones musicales de lo más sofisticadas. Una combinación de sonidos sólida con una harmonía que impacta desde el primer segundo que se le ve en el escenario. Solo le acompañaba su piano y su ordenador, que denotó también influencias del funk. La elegancia en el saber hacer música se desbordaba por el escenario. No es que lo digamos nosotros: el mismo Lenny Kravitz se lo llevó de gira como telonero y Drake sampleó su voz para su canción ‘Jungle’. Le espera un futuro de lo más brillante –esperamos verle en un futuro próximo en el Primavera Sound. [Karen Montero]

VULK

En su momento dedicamos uno de nuestros “Promesas” a Vulk, y no era para menos. Definitivamente hay pepitas de oro en la enérgica formación surgida de Bilbao. Su directo en el Primavera Club nos sirvió para descubrir como su frenético post punk juega, a momentos, con la densidad de Autobahn, la electricidad de Hüsker Dü y la rocosidad de los siempre deslumbrantes Idles. Quizás atesoran escaso material hasta el momento, pero eso no es ni mucho menos un talón de aquiles para un proyecto cuyo potencial connota unas dimensiones titánicas. [Pablo Porcar]

BLANCK MASS

Abrumadora hasta decir basta, Blanck Mass se postuló como la actuación probablemente más hipnótica de todo el certamen musical. El drone de Benjamin John Power engendrado con dos portátiles subyugó tímpanos ubicándose entre el frenetismo de Carpenter Brut, el monumentalismo de Aphex Twin, el talante imprevisible de 65 Days Of Static y el frenesí post hardcoreta. Porque sí, en Blanck Mass también resulta relevantes los desgarradores aullidos del artista británico, forjados en clave post 2000.

Toda una orgánica, a la par que fascinante experiencia la descrita a través de su directo que nos sirve para entender el motivo por el que Blanck Mass es un grupo que veremos en todo tipo de festivales. Desde unos más cercanos al indie, como otros al metal o el rock más instrumental (de hecho ha programado un concierto en el festival de Sigur Rós en Islandia). Todo un 4×4 destinado a provocar el delirio audiovisual en los veranos que se avecinan. [Pablo Porcar]

DOMINGO

KEEMS

Grata sorpresa con la que iniciaba el Primavera Club la jornada del domingo en sala. Los barceloneses Keems abrieron su concierto con la potente ‘May(be)’, primer corte de “The Shape of Things to Come”, para repasar sus dos EP al completo. Su música suena a shoegaze de tintes emo, y si bien en su segundo trabajo el rock decaído ha ido abriendo paso a melodías más cristalinas, en directo la esencia es la misma y la conjunción de todos sus temas suena con la misma coherencia. Conciertos así son los que dan fe de que el Primavera Club es un festival para descubrir buenas propuestas. Habrá que seguirles la pista. [Cristina Roa Garrido]

LOW ISLAND

Mientras la burbuja disco excéntrica de Happy Meals se expandía en la sala 2, subimos a relajarnos con Low Island. El cambio de registro entre ambos era importante, pero los ingleses no se quedaron atrás. La banda en sí es una mezcla de componentes que vienen de estilos de música diferentes, por lo que la fusión de elementos como bases electrónicas o el indie fue evidente, aunque congeniaronn con máxima armonía. Con sus teclados, bajo y guitarras, Low Island llenó la Sala Apolo de una sensación de tranquilidad mientras los pies se te iban bailando sus melodías pegadizas. Una tranquilidad que no tardó a desaparecer cuando bajamos a ver a Cocaine Piss en la sala 2. [Karen Montero]

HAPPY MEALS

Para cuando salieron al escenario Suzi Rodden y Lewis Cook, la dupla que conforma Happy Meals -con cierto retraso por algunos problemas técnicos-, la sala estaba hasta la bandera de gente expectante por ver qué iban a ofrecer los de Glasgow en su primera visita a la Ciudad Condal. Cuando el concierto logró arrancar, Rodden se erigió como una suerte de Brigitte Bardot fiestera que, intercalando francés e inglés en sus temas, convirtió la tarde del domingo en una fiesta de ácido, synthpop y space disco digna de cualquier festival a altas horas de la mañana. [Cristina Roa Garrido]

SUPERORGANISM

Con una Sala Apolo expectante, a pocos minutos de las 22:20h se hacía evidente que la sala no estaba llena. ¿Por qué muchos de los que se compran el abono del Primavera Club no asisten también el domingo? Hacerlo implica perderse las mejores bandas del festival. En especial, el plato fuerte, que este año fue Superorganism. El escenario se presentaba de manera inusual, con paneles blancos para que las proyecciones fueran más envolventes. Ya llegados a la hora de embarque, nos empezamos a preparar para lo que sería un viaje casi espacial. Empezaban a salir los componentes de la banda. Los coristas, con chubasqueros de colores. El guitarra y el teclado, con purpurina repartida por las mejillas. El batería, con una melena digna de Woodstock. Y, finalmente, Orono, la cantante, que sorprendió por su apariencia de niña aunque ya tiene 17 años.

En una atmósfera millenial de videojuegos y móviles proyectada en forma de visuales, Superorganism empezó el concierto. El color y la luz explotaba a cada segundo de sus canciones. Unas canciones que parecen superalegres pero que muchas de ellas hablan de problemas cotidianos, como la pegadiza ‘Nobody cares’, una de las primeras que tocaron. La cantante, con actitud angelical, se enfrentaba al público con unas gafas 3D y con una voz fina y dulce. Mientras, los coristas bailaban coreografías milimetradas hasta el último detalle pero con total naturalidad. También tocaron temas como ‘I want to be a superorganism’, que el público, a pesar de no conocerlo, tarareó y bailó como si la conocieran. La banda en sí misma era un superorganismo. Siete personas encima del escenario, cada uno con roles muy distintos, pero que consiguieron hacer un concierto increïble y sólido. Al público nos explotó la cabeza de lo maravilloso que estaba siendo. ¿Una cantante con apariencia de niña? ¿Una puesta en escena espectacular que recuerda a la estética del J-Pop? ¿Unas bases rítmicas de nivel? Nos encanta, dadnos más. El mejor concierto del Primavera Club, aunque se hizo un poco corto. Esperamos disfrutarlos más, si acaban siendo programados, en el Primavera Sound 2018. [Karen Montero]

Fotografías: Karen Montero y material gráfico del Primavera Club (Dani Cantó, Alba Ruperez)
Texto | Cristina Roa Garrido, Karen Montero, Pablo Porcar

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