Crónica

[Crónica] Punk In Drublic Barcelona 2019

cronica punk in drublic barcelona 2019

Un cassette del “So Long and Thanks for All The Shoes” gastado del uso y recalentado por el sol veraniego en el salpicadero de un coche, una sudadera azul de Lagwagon, ancha y baldera, comprada en el mercado semanal antes incluso de escuchar por primera vez al grupo, la entera discografía de Bad Religion en CD como obra referencial, aquellas inacabables recopilaciones de punk rock y hardcore estadounidense grabadas en un Verbatim rotulado con tinta gorda tras asalto en Napster… Llegar al Poble Espanyol para ver en directo gran parte de la banda sonora de la adolescencia era algo compartido entre la gente que llevó a la edición barcelonesa del Punk in Drublic a agotar entradas meses antes de celebrarse. En los hectolitros de cerveza que fluyeron de surtidores, latas y botellas tenía que haber alguna especie distinta. Un ingrediente, algo que le confirió un sabor agridulce, un toque ligero, unos primeros atisbos de nostalgia, medio escondida en la imparable subida musical y etílica.

“Punk in Drublic”, el mejor disco de NoFx de largo, salió en el año 1994, el de los treinta goles de Romario y el penalti de Djukic, el que Cobain decidió pegarse un tiro. Año en el que parte de una generación de punk rockers estadounidenses lograron colarse en lo mediático, sediento de guitarras tras la implosión del grunge, inaugurando una época en la que a lomos de la MTV captaron a un sector de la adolescencia occidental a base de mala leche, unos ligeros toques de corrientes filosóficas y políticas antisistema, entre costumbrismo decadente alrededor del skate. Veinticinco años después, la aportación de NoFx a aquella ola da nombre a un festival ideado por su mismo líder Fat Mike, en el que acoge a algunos de los primeros retoños de la discográfica que le hizo rico -Fat Wreck-, junto a sus referentes y, verdaderas estrellas del asunto, Bad Religion. Todo bien regado con cerveza artesanal, adquirible mediante tarjetas recargables. Que somos punks, pero también capitalistas.

Abriendo la tarde tuvimos a The Bombpops, que rompían la dinámica temporal y de género -es una nueva banda de Fat Wreck, con dos mujeres al frente y su música está directamente influenciada por muchas bandas compañeras de sello y de la década prodigiosa del pop punk. Breves por constricciones de guión, con todo en su haber para ser de lo más destacado en esto actualmente. En el fugaz paso de las primeras bandas, tiempo para el ska punk con Less Than Jake y Mad Caddies, primera generación post 94. Los primeros más canallas y los segundos más académicos, de los que siempre caía alguna canción en nuestros recopilatorios, pero que apenas vimos tocar por aquí. Como una exhalación, Less Than Jake pasaron hipervitaminados por temas como ‘Short Fuse Burning’, ‘Gainesville Rock City’ y ‘All My Best Friends Are Metalheads’ para ir poniendo combustible a la caldera que iba a estallar más adelante.

Mad Caddies no se olvidaron de ‘Backyard’, ‘Road Rash’ y ‘Monkeys’. Media hora para cada uno y el patio listo para los tres platos más suculentos, que no eran precisamente los quilos de grasienta carne a la parrilla que humeaban de un lado para otro del Poble Espanyol. La lluvia daba la bienvenida a los primeros hijos de la Fat. A Big Bitch Flippin y Joey Cape.

Que Lagwagon, cabezas de cartel en la mayoría de contextos, fueran segundos teloneros, acortó de mala manera su capacidad de sacar todo el arsenal, pero el que sí que dispararon fue directamente al corazón de los presentes. Tema de Game of Thrones para empezar, porque sí, y ‘Razor Burn’ -que acostumbra a cerrar sus conciertos- para que el pogo se armara sin contemplaciones. Que a Joey Cape le falte el aire es normal -se le quiere más que a nadie-, incluso cantó sobre ello en ‘Falling Apart’, canción que ahora les viene perfecta. Punks de cincuenta años que siguen en el escenario comportándose como adolescentes mientras van desgranando himno tras otro porque nos da igual. Porque la alegría es contagiosa como el sarampión para una criatura no vacunada cuando tocan Lagwagon. Cuando Chris Rest teñido como un teenager saca la lengua en el solo de ‘Coffee and Cigarettes’, Joe Raposo va pegando botes, Flippin acojona y Dave Raun sigue al trote, sabes que los quieres como familia. ‘Violins’, ‘Sick’, ‘Sleep’ del mítico “Hoss”, incluso ‘Stokin’ The Neighbors’ de su primer disco tocaron en tan poco rato. Nos recordaron que siguen bien activos con la potente ‘Cog In The Machine’, pero el final fue hecho a medida para cortar el tiempo a mil pedazos y hacerlo relativo, en el momento y el recuerdo al que apelaba. ‘Alien 8’, ‘Making Friends’ y ‘May 16’, con metros y metros de gente sin aliento ni tocar el suelo.

Casi sin tiempo de recomponerse y evacuar lo bebido llegaban los padrinos, cabezas de cartel espirituales, la enciclopedia del punk rock californiano, camino de los cuarenta años de música. Bad Religion contaron con más tiempo y lo aprovecharon de forma implacable. Sin apenas pausas, enlazando un tema tras otro, en muchos momentos arrastrando la última nota sin llegar a parar, Greg Graffin, nuestro pastor con el que nada nos faltará, en una forma soberbia y luciendo como lo que es, un doctor universitario tocando con su banda de toda la vida. Polo gris austero, gafas de pasta, cuatro pelos blancos, gestualidad de predicador y voz inconmensurable. Bien secundado con el mítico y siempre entregado Jay Bentley, los guitarrazos de Brian Baker y los nuevos Mike Dimkich y Jamie Miller. Pogo infinito, aerolíneas humanas, coros y felicidad. ‘Suffer’, ‘Generator’ en versión original, ‘Recipe For Hate’, ‘I Want to Conquer The World’, ‘21st Century (Digital Boy)’ con Fat Mike cantando la parte de Mr. Brett y Graffin llamando a los de seguridad, ‘Anesthesia’, ‘No Control’, ‘Infected’, ‘You’, ‘New Dark Ages’, ‘Fuck Armageddon…’, ‘Los Angeles Is Burning’ y aún más, también un par del último disco recién salido, realmente bueno. Nadie saltó a llamar acabado a Graffin -referencia para las de los noventa- porque lo único acabado allí era la capacidad pulmonar del público. ‘Sorrow’, ‘American Jesus’ y ‘Punk Rock Song’ para acabar y reventar con todo. De los mejores Bad Religion que han pisado Barcelona.

Si el momentum era álgido, los que conocemos al personaje sabíamos que el riesgo con NoFx y en concreto con Mike Burkett era alto. Un concierto de ellos es echar una moneda al aire, y ver de qué lado cae. En el caso que nos ocupa, un diésel con problemas de arranque. Las rastas de Melvin y gritos, el mohawk de Fat Mike, su vestido y su bajo característico, el engominado de El Hefe con su mítica trompeta, allí estaban. Pero el setlist y el ritmo con el que lo ejecutaban no daban para sostener una fiesta. Con capacidad para terminar con el cartón-piedra del Poble Espanyol, todo terminó de pie. Los veinte minutos más que tocaron que Bad Religion se compusieron exclusivamente de diatribas de Fat Mike más o menos ocurrentes durante lánguidas pausas entre temas, que cortaban irremediablemente el ritmo. Cuando se decidieron a tocar, arrasaron violentamente por momentos con ‘Murder The Government’, ‘Champs-Élysées’, ‘Bob’, ‘Perfect Government’, ‘Stickin’ in My Eye’, ‘Dinosaurs Will Die’, ‘The Separation of Church and Skate’ o ‘Linoleum’. Su mejor momento fue con la clásica ‘Eat The Meek’, y poder escuchar el teclado de la mítica Karina Denike que ahora los acompaña de gira, de la que también escuchamos su arrolladora voz en la sentida pero atropellada -gracias, Mike- ‘I’m So Sorry Tony’. Volvieron con ‘Don’t Call Me White’ y ‘Kill All The White Men’ para terminar.

Llegó la hora de cerrar, excepto los que siguieron con Anti-Flag en la adyacente Sala Upload, y los animales de la reserva del punk rock fuimos recogiendo para nuestras casas. Mientras había meros visitantes, curiosos de nuevas épocas, para muchos la nostalgia había subido mezclada con cerveza. Un ingrediente inesperado y un sentimiento tan falso que baja con tragar un poco de saliva, de nuestra propia medicina, haciendo vislumbrar lo bien que lo pasamos. Hasta pronto.

Texto | Nil Rubió
Fotografías | Kevin Zammit

Nil Rubió
el autorNil Rubió
Periodista y sociólogo, escribe sobre música allí donde le dejan. Fuera de un concierto es alguien alienado. Un pogo sudoroso, un riff de Page o Iommi, olor a amplificador quemado, una melodía que te erice el vello, el "White Album", Strummer y Joey Ramone. Twitter: @nilruf | Web: www.nilrubio.com

2 comentarios

  • Muy buena crónica. Musicalmente fue una gran noche, mucho mejor de lo que me esperaba. Yo disfruté como un enano con Mad Caddies y NOFX, y en cierto modo me alegré de que Lagwagon no tuvieran mucho tiempo en el escenario y así pudieran darlo absolutamente todo. Bad Religion bien, pero nunca fui un gran fan suyo, aproveché para comer una hamburguesa horrible en ese rato y verlos de lejos. Una gran noche a pesar de la lluvia y la organización. Porque lo de las tarjetas recargables fue una chapuza, los precios de bebida y comida excesivamente desorbitados, el tema de los aseos lamentable (estoy seguro de que más de uno aprovechó que llovía para hacérselo en el pogo. Y sin pogo…) y que no se pudiera recuperar el dinero de los vasos directamente una vergüenza. Pero en fin, larga vida al Capitalist Punk!

  • Afortunadamente me quité un peso de encima, yo fui uno de los que vieron a Bad Religion en el primer Doctor Music Festival y la cagada del energúmeno que subió al escenario a increpar s Graffin. Me alegro de haberlos disfrutado aunque sea 20 y pico años después. Gran festival que espero se repita.

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