[Crónica] Bilbao BBK Live 2016

Cuando llegué a Bilbao el pasado jueves, Josu, un buen amigo de la ciudad del Guggenheim, me contó que hace dos años tuvieron 60 días seguidos de lluvia. Andaba yo por la calle García Rivero bajo una llovizna nada incómoda mientras trataba de hacerme a la idea. Y pensaba: luego en Barcelona nos quejamos cuando abril procura cumplir con el dicho. Pero es cierto si os digo que en ese momento en la calle nadie se resentía. Quizá por la costumbre, o simplemente porque la ciudad preparaba la acogida de la undécima edición del Bilbao BBK Live. El festival número uno de la ciudad, y a buen seguro uno de los mejores del país, recibía este año un total de 102.685 asistentes, lo que ha supuesto una inyección de 20 millones de euros para la ciudad. Las cifras hablan por sí solas, así que ¿qué podíamos esperar de todo esto? Algo tan bueno como el pincho de pulpo con cebolla caramelizada que me zampé antes de subir.

BBKLIVE

Esto es una crónica del festival en su sentido más plural. Abarcar todos los conciertos fue físicamente imposible, pero se intentó. Aquí os lo contamos de forma cronológica. Subíamos por el Monte Cobetas (dirección al festival) cuando la jornada ya había arrancado. A media tarde las colas para acceder al reciento eran masivas, pero había control. La primera imagen ya nos dejó entrever la experiencia que brinda este festival: obviando el atractivo del cartel, el entorno es un ingrediente esencial en él. Si en el Primavera ves el mar y un panel solar gigantesco, aquí ves montes y arboledas que van de lujo para reposar (y repostar). Desconectar ya es un poco más complicado, pero tampoco era nuestra intención al llegar. De lejos se intuía ‘The Mother We Share’. Eran Chvrches tocando los últimos compases del concierto.

m83(Jordan Lawlor, M83)

Con la canon y mi cuerpo cargados de batería, fui a M83. Anthony Gonzalez al teclado y Jordan Lawlor a su derecha, quienes salieron con una notable demora, tomaron la iniciativa para ejecutar temas de su nuevo “Junk”. Aunque el guitarrista fue el auténtico nervio de la banda, los franceses se engrandecieron en temas como ‘Intro‘, visto desde el montículo lo percibí hasta más épico. Lo fue como ‘Do it Try it‘ o (evidentemente) ‘Midnight City‘, momento que no reservaron para el final y que claramente fue el tema que más brazos alzó al aire. La llovizna seguía amenazando, pero el cielo no cedió.

Para entonces, New Order ya salían a la palestra para interpretar varios temas de su último trabajo (Singularity, Plastic, Tutti Frutti…). He de reconocer que se echaron en falta piezas de Technique, Low-life o Power, Corruption & Life. No fue un concierto de grandes éxitos como muchos esperaban sino más bien un set discreto y muy profesional. Hicieron algunas concesiones a su exitoso pasado con Bizarre love triangle, Blue Monday o True faith aunque brillaron por su ausencia emblemas como All the way, Love Less, Regret o Love vigilantes. De todos modos los temas sonaron contundentes y consiguieron contagiar al público con su sonido y perfecta ejecución. Al final del concierto no quisieron olvidarse de su primera formación con Ian Curtis y ofrecieron una emocionante Love will tear apart de Joy Division que el público coreó y agradeció.

Si el jueves pasado os contábamos que Arcade Fire confeccionaron el concierto de sus vidas en Barcelona, en el BBK volvió a ocurrir algo parecido. Al margen de la logística, fue una réplica. Mismo set list, mismo guión. Es decir, show asegurado, además de hits por doquier. AF se presentaron mudados cual fiesta de burgueses, exóticos, desafiantes. Granjear la atención del público no les costó nada. Como siempre, se lanzaron con ‘Ready to Start‘, que le siguieron varios temas de The Suburbs, de entre los cuales volvió a brillar (y nunca mejor dicho) una expresiva Régine cuyo cielo estrellado se le quedó pequeño. En realidad, ‘Sprawl II‘ fue inmenso.

arcade fire bbk  (Régine Chassagne, Arcade Fire)

Quizá el bloque más plano fue el de “Reflektor”, que no en vano nos condujo con la debida emoción hasta ‘Keep the Car Running‘. Sin duda, ‘My Body is A Cage‘ es un tema que funciona mucho mejor en sala, aunque de todos modos volvió a marcar el punto de inflexión. Para entonces, Win Butler, quien se erigió como una figura suprema en una de las tarimas en contadas ocasiones, pudo ver desde lo alto cómo el movimiento de la masa se acentuaba en ‘No Cars Go‘. Se respiraban los primeros síntomas de devoción. ‘Power Out‘ corroboró que pierde contundencia en directo, pero qué queréis que os diga, sigue llegando al alma. Igual que ‘Tunnels‘, que desencadenó coros entre la gente. 
Ya para el final, los cabezudos se unieron a la orquesta instrumental de ‘Here Comes the Night Time‘. También vimos a Will Butler castigando su percusión sin piedad contra el suelo. Hubo desfogue de energías en ambos casos, vaya. Pero no todas, porque ‘Wake Up‘ iba a cerrar la noche. Esa noche en la que Arcade Fire salió más fortalecida como banda. Como si acumularan puntos y ganaran uno cada vez que tocan en directo. Esta vez volvieron a hacerlo y Bilbao fue testigo.

escenarios

     (Escenario Bilbao y Carpa Stage)

El gran pecado del viernes fue perderse a José González y Ocean Colour Scene. Al entrar pudimos asomarnos un rato a Belako, que pese a tocar en el escenario más pequeño y a una hora poco habitual, congregó a muchísimos fans. No sé cuantos de ellos eran curiosos, pero la zona era una lata de sardinas. En el escenario desplegaron su arsenal sonoro. En la pista, los pogos hicieron acto de presencia. Los que se decantaron por Love of Lesbian (solapaban en gran parte), se perdieron una buena.

Con Grimes me llevé una de las sorpresas de la edición. Por alguna razón que desconocemos no se dejaron fotografiar, y qué pena, porque dieron muchísimo juego. No solo Claire Elise Boucher, que irradia felicidad sonría o no sonría, también su bailarinas (seguramente gimnastas), que plantearon una coreografía de lo más enérgica. ‘Flesh without Blood‘ fue una invitación al baile en toda regla. ‘Venus Fly‘, más de lo mismo. Estuvieron entonadas desde el minuto cero y si realmente había algo que lo podía estropear, eso era un apagón, que es lo que se produjo. El episodio de Tame Impala en el Primavera se repetía ahora con la canadiense. Así, el escenario Heineken estuvo algo más de 15 minutos a oscuras. Un margen no sé si suficiente para que mucha gente no emigrara para Pixies. Lo vimos reanudar y solo podemos concluir que siguieron con la misma electricidad que al principio. Ellas, los plomos los fundieron al acabar el repertorio. Muy bien Grimes.

pixies bbk  (Black Francis, Pixies)

La corriente nos llevó hasta el escenario principal (Bilbao) con el tiempo justo para ver empezar a Pixies. Eso implicó que lo viéramos desde un lateral del escenario, a la altura de la caseta central de control. A unos 30 metros del grupo, más o menos. A esa distancia el sonido era francamente flojo. Cuestiones sonoras aparte, que pudieron haber influido en la experiencia de no ser porque enfrente tuvimos a uno de los mejores grupos de rock de los últimos tiempos, Pixies dieron sentido el haber estado en el BBK. Porque hay quien, por decir algo, achacará falta de interacción con el público, si quieren show y detalles con la gente, les diría que recordasen el “solo” (porque cada uno es un obsequio distinto) con el que Joey Santiago nos deleitó en ‘Vamos‘.

pixies bbk  (Paz Lenchantin, Pixies)

Fue una actuación sin peros. Llevan el rock en la sangre y ante esto poco hay que objetar. Black Francis fue un derroche. David Lovering, un símbolo del paso del tiempo y de historia de la música; no desfalleció ni un puñetero segundo en la batería. Al bajo, Paz Lenchantin se impuso con el carácter que el grupo exige. Y a todo esto hubo sorpresas, como que interpretaran ‘Velvety‘ después de casi 25 años. Lo demás fue un repertorio de temas que se hizo interminable (para bien). ‘Velouria‘, ‘Hey‘, ‘Caribou‘, ‘Tame‘, ‘Debaser‘, ‘Where is my mind?‘,… todas ellas sonaron en una fase avanzada del concierto, conscientes de que iban a dejar huella con una de sus pisadas más limpias. A juzgar por impresiones, ‘Here Comes Your Man‘ fue el clásico que más entusiasmo levantó. Me quedo con la imagen de ver a dos chavales bailando el tema con su padre. Todo un encuentro de generaciones.

Bilbao BBK Live
El jueves amanecimos con solazo. Salimos como los caracoles: a las 18:00 de la tarde ya estábamos allí para no perdernos ni una de las grandes actuaciones de la jornada, que fueron muchas. Courtney Barnett, entre ellas. El fresco de la tarde se quedó en nada al lado de la australiana. Si en sus temas hace de lo mundano algo arrebatador, en directo más de lo mismo. Courtney Barnett es tal y como la veis, una joven guitarrista a la que poco parece preocuparle las cosas y que cautiva con sus haceres de dejadez. Es una artista que hace de su personalidad su principal vritud. Fue todo espontaneidad, soltura, incluso improvisación. En ‘Small Poppies‘, por ejemplo, se salió del guión para recrearse con la guitarra. ‘Pedestrian at Best‘ consiguió robar toda la atención a las animaciones. Excelentes, por cierto. Verla en plena tarde fue un acierto total.

courtney barnett bbk
courtney barnett bbk

(Courtney Barnett)

Narrar de una forma más o menos sobria cada canción que tocó Father John Misty no tendría demasiado sentido. Porque todas estuvieron colmadas de intensidad. Joshua Tillman fue tan protagonista que a ratos descuidé que iba con banda. Y en realidad, podríamos quedarnos con varios momentos que, de una forma u otra, definirían su directo: la clásica versión que interpretó de ‘I’m Writing a Novel‘, más guitarrera que la versión de estudio, el gesto que tuvo en ‘Bored in the USA’ grabándose con un móvil (siente un odio declarado hacia ellos) o la locura compartida que se desató en ‘I Love You, Honeybear‘, que llevó a Joshua a bajar hasta el público (lo hizo varias veces) y dejarse engullir por él. Entre eufórico y lascivo. Ni una caída desde el escenario lo frenó.

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(Father John Misty)

Ir a ver a Tame Impala con la predisposición de repetir algo parecido podía jugar en contra de uno. Los australianos vendrían a ser el polo opuesto de Joshua si hablamos de actitud. En cualquier caso, su directo estuvo a la altura y el concierto nos dejó con una buena traca de temazos. Desde las primeras frecuencias moduladas del aura psicodélica, aquella que Tame Impala han convertido en suya y solo suya y que en este caso se activó con la intro de ‘Nangs‘, hasta una ‘Elephant‘ que personalmente destacaría por el efecto que tuvo sobre la gente más que por otra cosa. A su lánguida puesta en escena hay que sumar (si es que realmente resta lo anterior) una ejecución impecable. Como era de esperar, priorizaron temas de sus dos últimos álbumes (fifty fifty a excepción de uno). Se recrearon, como suelen hacer, en ‘Why Won’t They Talk To Me?‘ durante largos minutos y supieron mantener los ánimos altos. Lo que sí aprecié en directo, y desde luego me destapó una cualidad que no tenía demasiado en cuenta en Parker, fue su voz. Tiene un falsete de escándalo. Basta con oírlo hablar.

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(Tame Impala)

La siguiente opción se debatía entre Editors y Jagwar Ma. Finalmente me quedé con la última y probablemente me equivoqué. El hecho de tocar en la carpa ya era una señal de qué cariz adoptaría la propuesta de los australianos. Esperaba que envolvente, pero fue más bien arrolladora. De entre la oscuridad surgieron las figuras de los de Sidney, poco interactivos, y yendo al grano con cada número. Quizá el cuerpo pedía una noche de rock. Y la curación desde luego la podían tener Foals.

Y por lo visto, porque al final el directo acabado primando, los de Oxford asumieron el papel de “cerrar” una edición que cumplió lo que prometía. De nuevo, inyección de energía, seguramente la que necesitábamos. La cita lo pedía a gritos. El público botaba al son de ‘My Number‘ (vaya temazo en directo) mientras los ingleses se desenvolvían como serpientes sobre el escenario. No fue la excepción, porque el ritmo no decayó, y eso que era difícil.

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(The Foals)

Y concluyendo, que ya va siendo hora, diré que la experiencia valió la pena. La organización fue correcta (apunto que no acampé en la zona de tiendas). En este festival hay rincones muy especiales. La oferta de restauración es bastante variada y, en términos generales, la disposición de los escenarios está muy bien planteada. Pocas aglomeraciones sufrí. El acceso al festival, que a priori es un de los aspectos más complejos, está muy bien gestionado. Es un poco coñazo llegar hasta a la zona, pero por lo general los servicios de autobús funcionaron de maravilla. Así pues, ¿tan bien como para volver? Por supuesto. Viendo las imágenes no me planteo otra posibilidad.Bilbao BBK Live 2016_037

Bilbao BBK Live 2016_026

Bilbao BBK Live 2016_035

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Texto y fotos: Màrius Riba

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