De «rookies» a nuevos príncipes de oro de la escena británica. El cambio de rol que han vivido a Shame desde 2018 ha sido bestial: cinco años después de la edición de su álbum debut («Songs Of Praise«), los londinenses ya pueden alardear de ser tanto un grupo amado por sus fans, como adorado por otras bandas del sector. Jamás lo escucharéis de su viva voz, pero al césar lo que es del césar: tanto han penetrado estos chicos en los tímpanos de la industria que no son precisamente pocos los grupos que se sienten deudores de su sonido. Miren por ejemplo el caso de «nuestros» El Diablo de Shanghai, y su reciente ‘boviscopofobia‘. Mucha esencia «Fontaines» hay en el ajo, pero también hay algo de sustancia «Drunk Tank Pink» en toda esa ecuación.
Inquietos como pocos, Shame nos deleitaron este mes de febrero con «Food For Worms«, tercer LP en el que los británicos conducían su visceral y cambiante sonido hacia derroteros jamás visitados hasta la fecha. Wah wahs, motivos industriales, pasajes más propio del folk sesentero que otra cosa… Todo ha encajado bien en la túrmix de una formación que aterrizará en España la próxima semana para presentar esta nueva obra. Sin querer perdernos detalle, hace cosa de unos pocos días entrevistamos a Eddie Green, su afable guitarrista. Sin poner traba alguna, el músico nos habló largo y tendido sobre cierto especial «tour de force» creativo en el que sumergió Shame a la hora de concebir el compacto.
Desconozco si al empezar a pensar en “Food For Worms” teníais una idea clara de lo que debía ser a nivel melódico. Personalmente me parece que estilísticamente habéis disparado hacia todo tipo de referencias y estilos.
Sí. Creo que la clave de cómo suena reside en el hecho que este disco está concebido para ser interpretado en vivo. Por ello, eso nos dio la oportunidad de explorar todo tipo de sonidos. Estos temas los tocamos en directo antes de grabarlo, por lo que nos alimentamos de la reacción de la gente. “Food For Worms” es un disco creado entre nosotros y nuestra audiencia. Eso mola.
Unos años atrás coincidimos en un backstage en Super Bock Super Rock (Portugal) y recuerdo que comentaste que algunas canciones de vuestro pasado repertorio habían sufrido cambios al comprobar cómo se habían recibido en directo. ¿Cuál de las de “Food For Worms” es la primera que acabó siendo transformada en este sentido?
Creo que ‘Six-Pack’. Es una de esas canciones que costaba, y mucho, encontrar la forma de darle un final. Existían muchas opciones ahí. Recuerdo que hicimos un bolo en una pequeña sala en Londres y vimos claro qué teníamos que hacer en ese caso. La recompusimos basándonos en el feedback que recibimos de nuestra audiencia. Fue genial.
Aflora una vibra especial en la sala de conciertos cuando hay algo que aún está incompleto. Es algo tangible, algo que se nota en el ambiente. Es muy obvio.
¿Este tipo de relación creativa que mantenéis con vuestra audiencia es una relación que habéis mantenido siempre?
Es bastante nueva. Bueno… la verdad es que no es algo nueva, sino que es un tipo de relación que existía en nuestros inicios, y que hemos recuperado. Cuando empezamos el grupo recuerdo que componíamos algún que otro tema el mismo día que tocábamos. Como ya sabrás, a causa de la pandemia estuvimos bastante tiempos encerrados, por lo que, tras eso, nos apeteció un montón volver a nuestros inicios en ese sentido. Queríamos establecer ese vínculo de nuevo.
¿Existe alguna pieza del álbum que, pese a que tuvieseis inicialmente claro cómo la debíais moldear, acabó siendo modificada a raíz de la forma en la que fue acogida por los fans?
Sí, definitivamente. ‘Fingers Of Steel’ es un caso muy evidente. El single fue adquiriendo diferentes giros a partir de varias veces que la interpretamos en directo. Pese a que los cambios no fueron dramáticos, sí es cierto que existieron variaciones.
Sobre ‘Fingers Of Steel’: la escuché en directo por primera vez en el DIY Festival (febrero 2022) y contaba con un corazón muy emo. ¿Existió algún tipo de referencia de sonido clara detrás de un tema como este?
Por supuesto. Siempre nos han flipado los grupos de midwestern emo, American Football y demás, aparte de Sun Kil Moon y cía. También creo que en Shame hay un montón de movidas que nos influyen en el subconsciente. Es difícil de decir.
Unos meses atrás entrevistamos a Molly de Alvvays y nos comentó que conscientemente había dejado de escuchar música nueva ya que no quería que le afectase su subconsciente en términos creativos. ¿Coincides o no con este posicionamiento?
Algo sí. Solo un poco. Creo que existe una diferencia enorme entre ser consumidor y ser compositor. En mi caso: conscientemente jamás he buscado inspiración en la música moderna. Esto no quiere decir que no me vaya influenciar… Solo sé que sé separar bastante las cosas cuando quiero buscar inspiración. Cuando quiero buscar sé dónde tengo que ir, y ese lugar no suele ser la música actual, aunque es posible que esta me influya inconscientemente, especialmente si ha estado próxima a mí en los últimos años. Un caso claro: el de black midi, que casi han creado un género nuevo por sí solos.
Esos chicos han influenciado a una generación entera de artistas. Ahora hay muchas bandas en Londres que están tocando cada día en bares, y que son deudoras de esa formación. Lo que han cambiado las cosas: hace cinco años si veíais un directo de un grupo así decías: “¿qué coño?”. Eso muestra al menos en parte cómo nos afecta el subconsciente.
Da bastante esa sensación, especialmente al escuchar alguna canción como ‘Orchid’ que parece remitir de una u otra manera a Nick Drake.
Creo que estableces esta relación por el tipo de afinación que Sean utiliza en alguna canción como esa. La llamamos “la afinación Nick Drake”. Así que: blanco y en botella (risas). Me hace gracia que hayas sacado esto.
Nick Drake, Jeff Buckley… Escucha ‘So Real’ de Buckley y podrás establecer algún tipo de paralelismo. Son influencias muy claras, por lo que no me sorprende o no me sorprendería demasiado si alguien nos la mencionase al pensar en «Food For Worms».
¿Y qué me puedes decir de ‘The Fall Of Paul’?
Creo que esta proviene de un sonido más contemporáneo y angular. Cosas como Women o Preoccupations están ahí presentes, aparte de otras cosas originadas en Canadá a lo largo de estos últimos 20 años. En ‘The Fall Of Paul’ hay unas vibras muy post punkeras que provienen de ese nicho de grupos.

Ya son tres discos en vuestro haber, y parecen existir varias “marcas de agua” que definen el sonido “Shame”. ¿Existe alguna que te resulte muy obvia?
Me cuesta verlas por el hecho que es muy diferente nuestro sonido de estudio, en relación a nuestro sonido en vivo. Además de esto, creo que lo hemos virado todo mucho a lo largo de los años. No me es fácil, la verdad. Es curioso: “Food For Worms” tiene cosas del primer y el segundo trabajo. Aún y así siento que hemos aterrizado en un nuevo lugar.
Al menos lo que estoy seguro que crees es que “Food For Worms” ha sido una especie de patio de recreo para probar pedales de guitarra.
¡Eso por supuesto! Me volví loco con esto. Hasta este disco había sido muy minimalista, pero se me fue la olla probando cosas en el estudio. Ahora mi pedalera es enorme. Flood, nuestro productor, estaba muy dentro de la idea de meternos a probar 1001 experimentos. Recuerdo que nos trajo como 50 pedales para que les diésemos caña.
Hay matices interesantes nacidos a partir de wah wahs (‘Six-Pack’), de referencias industriales…
Creo que es muy jodido sacar un buen sonido industrial. Hay que hacer un currazo para conseguirlo, y creo que IDLES lo han bordado en ese sentido.
Lo bueno de todos estos sonidos es que salen de nosotros, por lo que no nos es nada difícil plasmarlos en vivo. “Food For Worms” es eso: un trabajo concebido para que lo interpretemos sobre un escenario.
“Food For Worms” es una muesca más en un revólver que llevabais empuñando desde hace ya más de cinco años. Ya ha quedado claro que tenéis mucho talento en lo vuestro. ¿Existen planes de que alguno de vuestros integrantes arranque algún de tipo de nuevo proyecto paralelo?
No te sabría decir… Por mi lado creo que mi trabajo aún no está finiquitado con Shame, y aún me queda mucho por aportar tanto a la banda como a mi proyección como músico. Shame nos ocupa tanto tiempo y tanta atención que nos cuesta mucho ver más allá. Hemos creado esta “cosa”, que es nuestra profesión. Es loco pensarlo, pero es cierto. Vivo de esto. De momento personalmente solo me centraré en Shame.
Ya habéis dejado de ser una banda emergente. ¿Qué sientes al ver cómo están creciendo las formaciones que acaban de nacer?
Me resulta interesante comprobar ahora cómo fluctúa aquello que mola. El comprobar cómo algo mola, o cómo algo ha dejado de molar. Ese cambio. Nosotros surgimos en un punto en el que el post punk estaba en liza. Ahora los chavales están metidos en otros rollos locos. Y vuelvo a hablar de black midi: creo que esos tíos marcaron tanto al resto que ahora hay bandas con 15 integrantes encima del escenario (risas). Me flipa el hecho que este tipo de ideas hubiesen sido denostados en mis tiempos. La gente se hubiese reído de algo así. Es algo que me encanta ver. Apenas existen barreras y fronteras este estilos ahora. Tengo mucha fe en la nueva música, pese a que a veces me confunda un poco.
¿Cuáles son tus artistas o bandas emergentes que más te han enganchado?
Alrededor de Londres están saliendo 1001 propuestas diferentes. Una es la de Michael Georgian. Es como que tira hacia New Order pero echa abajo algunos de sus pilares cuando le sale de ahí. Hay muchas cosas increíbles ahora mismo que son dignas de ser escuchadas.
Shame estarán la semana que viene actuando en las ciudades de Madrid (Nazca) y Barcelona (La 2 de Apolo). También estarán este verano en vivo en Canela Party, Tsunami Xixón y Ebrovisión.
Texto: Pablo Porcar
Fotos: Pooneh Ghana