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[Entrevista] Fenne Lily: «Inyectar humor a la música ayuda a la hora de tratar de lidiar con los traumas»

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Crecer es aprender a levantar la cabeza. A saber mirar a los ojos a los conflictos para así, sin salto de fe necesario de por medio, saber sobreponerse a las adversidades. Esa lección vital, tan cruda como obvia para alguien de avanzada edad, es la que parece haber aprendido Fenne Lily en la transición entre «On Hold» (2018) y «BREACH» (2020). Lejos de mostrar aquel carácter un tanto esquivo exhibido en su ópera prima, el disco estrenado hoy (Spotify) nos demuestra que ya no queda átomo alguno del abrumado pasado de su ser. En su lugar, la Lily de este LP de reválida se nos presenta como una mujer hecha y derecha, con visión (y labia) mordaz, y una capacidad admirable por explorar lo más recóndito de sus adentros.

Secundada por Joe, su inseparable guitarrista, y con el sello Dead Oceans sirviendo como fiel escudero, la artista afincada en Bristol nos deleita en «BREACH» con una completa panorámica de lo que supone ser una mujer de 23 años en pleno XXI. Atacando sutilmente a la masculinidad tóxica (‘Elliott’), a los cánones estéticos (‘I Used To Hate My Body But Now I Just Hate You’), a egos falsos (‘I, Nietzsche’) y a aquella apatía que parece gobernar ahora más que nunca nuestros días (‘Alapathy’), el LP brilla por saber conquistar al oyente a partir de un storytelling tan liviano como embelesador. Situado por tono en un acertado medio camino entre una obra primeriza de Phoebe Bridgers («A Stranger In The Alps») y «Fine But Dying» de Liza Anne, el compacto sabe dar con la tecla a la hora de conjugar, sin artificio alguno, aquella narrativa cotidiana tan necesaria en los tiempos que corren.

Fascinados por la propuesta, no pudimos evitar concertar un meeting telefónico con la cantante de Dorset. Spoiler alert: la conversación fue tan distendida, y tan rica en matices, que uno no pudo evitar asegurarse que el «preorder» de «BREACH» estaba hecho y rehecho al finiquitar la llamada de Skype.

¡Hola Lily? ¿Dónde te pillo ahora?

Estoy en casa. En Bristol. Frente a un piano que tengo en casa. Mi padre me lo trajo de forma gratuita de un supermercado. Es enorme. Me costó como cuatro horas el poder subirlo por la escalera.

¿En serio lo conseguiste de forma gratuita?

¡Sí! Si alguien se lo llevaba, se lo llevaba gratis.

Hasta ahora tenía entendido que estabas metida en gran medida en la composición con guitarra.

Sí, aunque la verdad es que empecé a aprender a tocar el piano cuando tenía unos siete años. Hice clases durante varios cursos del colegio. Me arrepiento de que me cansase tan rápido. Fue una lástima. Pensaba en su momento que el piano no molaba tanto como la guitarra. Pero ahora que tengo uno creo que será bueno tirar de él para componer. Espero que esto sea como ir en bici. Ya sabes: que no se me haya olvidado (risas).

Ojo al LP 3… (risas)

¡Sí! Imagínate. Podría estar plagado de partes compuestas con piano. Pero vamos, si te soy sincera: hay pequeñas partes de este nuevo disco que están compuestas con este instrumento. Me costó muchísimo tiempo sacarlas.

Por cosas así se nota que «BREACH» es un disco elaborado. Un disco cocinado a fuego lento. Antes de entrar a hablar de materia lírica y melódica: debió ser un sueño hecho realidad el editar un disco bajo Dead Oceans. Tengo entendido que era, y obviamente es, uno de tus sellos favoritos.

¡Sí! Cuando era una cría curraba en una tienda de discos de Dorset. En ocasiones tenía el “poder” de poner algunos discos. Siempre elegía referencias de Jagjaguwar o Dead Oceans, porque sabía que esos discos eran buenos. ¡Ahora he firmado por ellos! Recuerdo que pensé que era una broma cuando me dijeron que la gente de Dead Oceans estaba interesada en mi música. Porque la verdad es que no hubo nadie interesado en ficharme.

No pasó nada rápido con ningún sello al editar mi primer álbum. Nadie me quería. Pero entonces apareció Dead Oceans y me dije: “venga, no te amilanes. No tengas miedo”. Es un buen sueño hecho realidad.

Phoebe Bridgers, una de las estrellas del momento, también está en Dead Oceans. Aparte de poder entrevistarla, semanas atrás le pude preguntar por la música que recomendaría a los fans de Binaural. Ella te mencionó a ti, y a tu disco, como lo primero a recomendar.  

¡Eso mola! Conozco a Phoebe. Vino a uno de mis conciertos en Los Ángeles. Ella es amiga de Lucy Dacus, con la que giré hace tiempo, por lo que la conocí a través de ella.

Hace unas semanas nos cruzamos algunos mensajes. Me encontraba haciendo una serie de entrevistas vía Instagram y un día, antes de hacer una entrevista, se me cayó el invitado especial con el que tenía pensado hacer un livestream. Eso me llevó a escribirle para hacerlo con ella pese a que pensaba que quizás era demasiado pronto en nuestra amistad para hacer algo así. Ella aceptó y estuvimos hablando durante una hora o así.

Es raro porque su música me ha inspirado mucho en este segundo álbum. Me pone algo nerviosa pensar que ella llegue a saber lo fan que llego a ser de ella. Ahora que somos amigas no quiero que ella me vea como diciendo: “¡te quiero!”. Pero creo que en algún momento esto será muy evidente (risas).

Entiendo (risas). Eso de compartir sello con Phoebe, Khruangbin y demás debe sentirse como estar en una ilusionante fase 2 de tu carrera.

Totalmente. Primero pensé que la gente iba a esperar bastante más de mí ahora. Por ello estaba un poco abrumada por todo hace cosa de unos meses. Dead Oceans es responsable del crecimiento de todos estos que comentas, por lo que de alguna manera eso es una especie de prueba palpable de la fuerza que tiene como sello. Ahora, ya pasaba un tiempo desde que empecé a digerir el asunto, siento como si esto fuese un encuentro familiar programado en plena navidad. ¿Mi rol? El de la tía borracha que se siente afortunada por estar en segunda fila (risas).

Oye, nadie diría que no a esa posición. No es como estar en la pole pero tienes mucho más a ganar.

¡Eso creo! O al menos eso es lo que espero.

Hablando sobre “BREACH”… ¿Cuándo empezaste a componer los temas del LP?¿Después de grabar tu álbum debut o incluso antes?

Empecé antes de sacarlo a la venta. Jamás he dejado de componer pero sí que es cierto que dejé de girar mucho, por lo que no conté con tanto tiempo para componer. Dar forma a “BREACH” fue algo mucho más rápido y fácil de lo encarado con “On Hold”. Recuerdo que con el primer disco no tenía ni idea de si alguien lo iba a escuchar. Encarando el segundo sentí que contaba con cierto grado de validación. Eso me dio seguridad. Compuse más en la carretera y permití que mi guitarrista aportase más a la música. Eso es algo que no abordé en el primer disco porque quería que las ideas fuesen exclusivamente mías.

’98» surge directamente de él, ¿no?

¡Sí! Joe es el responsable de esa canción. Íbamos a grabar ‘Someone Else’s Trees’ y salió así en el estudio de grabación. Incluye una grabación mía en la que aparezco hablando de pequeña. Es la única canción de «BREACH» que hizo llorar a mi madre por lo que siento que debe ser la mejor (risas). Volviendo a lo de antes… Empecé “BREACH” hace mucho tiempo… De hecho las primeras canciones que compuse para el mismo no han aparecido en el tracklist final. Estaba componiendo de una manera que parecía forzar que el sonido fuese diferente a lo expuesto en el primer álbum. No quería hacer un trabajo que fuese idéntico pero tampoco hacer algo demasiado disruptivo. Con mi guitarrista giramos mucho por lo que probamos mucho este nuevo material. Así descubrimos cuáles encajaban en la historia del disco y cuáles no… Veo los discos como historias. Dejamos atrás algunas canciones por una mera cuestión narrativa.

Interesante tu visión sobre las historias. ¿Consideras que en “BREACH” estas cuentan con mayor peso que, por ejemplo, las melodías?

Principalmente me gustan las melodías. Es lo mío (risas). Cuando escucho un disco lo primero en lo que me fijo es en la voz y en la melodía: la idea sobre la estructura melódica. Sobre el concepto del tracklist: durante años no conté con WIFI en mi piso. Solo contaba con un reproductor de discos. Esa es la forma en la que escuchaba música. Ya sabes: de principio a fin. Me gusta mucho esa idea de lo íntegro. Lo completo. Al hacer el tracklist de “BREACH” lo vi todo con la intención de que fuese un sólido disco de vinilo.

La verdad: vi el disco como una sólida grabación forjada para vinilo. Cuenta con dos pequeños trabajos en el interior. La cara A es una historia y la cara B es otra. La cara A de “BREACH” son los sentimientos que sentía hacia mí misma antes de ver las cosas con claridad. Y la cara B, más rebajada, muestra el lado más compasivo y patético de mi mente.

Supongo que esto guarda relación con el hecho de que ‘Hypochondriac’ no haya aparecido en el trabajo.

Totalmente. Creo que quedó un poco fuera [del estilo del compacto]. Es una canción que profundiza en identificar la fragilidad mental. Ese mensaje no encajaba bien en “BREACH”. También sonaba demasiado “poppy”. No me arrepiento de haberla incluido pero hay mucha gente a la que le gusta.

Yo soy uno de esos fans (risas). Es curioso pero en este disco, si nos fijamos en el ADN más transversal existente entre las dos caras, me da la sensación que muestras más rabia de la mostrada en “On Hold”. No sé si estás de acuerdo con esto.

Sí, pienso igual. He dado muchas vueltas a lo mucho que he cambiado entre estos dos discos. En “On Hold” sentí un mismo ratio de sentimientos respecto a lo que yo era o al menos lo que yo creía que era. Con mucha duda, mucha confusión… Aún siento eso pero en “BREACH” creo que todo se muestra de una forma más pura. Sin intentar estar calmada cuando estoy cabreada, no sentir compasión cuando me sale la rabia… Cosas así. En este disco la cosa va menos sobre relaciones con novios y más sobre mi relación con mi propio ser. Aunque es cierto que hay algunas canciones que van sobre vínculos sentimentales… La verdad es que, pensándolo bien, creo que la canción que alberga más carga rabiosa es ‘Birthday’.

¿Por?

Volviendo a Phoebe Bridgers: ella no está dispuesta a dejar de hablar de la manera que ella suele hablar normalmente. Siempre suena muy directa. ‘Birthday’ la compuse en una hora. Salió sola: todo se edificó casi de golpe. El estribillo va sobre un chico con el que me estaba viendo. Me fue infiel con su mejor amiga. No sentí ningún grado de arrepentimiento al soltar un “jódete” en forma de tema. Me dejé ir y saqué eso en la canción. Creo que en “BREACH” sueno más cabreada pero mi voz no es de las que ayude demasiado a dar esa sensación (risas).

Lo que cuentas de ‘Birthday’ me ha hecho acordarme de algo: hablando con un amigo músico detecté que este, al sufrir un duro golpe sentimental, se vio en el plano de poder hablar sobre ello públicamente en un tema. Al final lo compuso y años después, al tener que sacar su anhelado disco, pensó que quizás sacarlo no era lo más correcto. Había cambiado un poco de parecer respecto a la idea inicial que albergaba en la cabeza. ¿Eso te ha pasado alguna vez?

(risas) Te seré sincera: me siento nerviosa al pensar en el punto en el que el chico de ‘Birthday’ escuche el tema. Pero aún lo estoy más si me pongo a pensar en aquella mejor amiga con la que se acostó. Sobre mi pasado: “On Hold” contaba con un corte llamado ‘Car Park’. Ese tema iba a sobre ir a un festival con un chico que acababa de conocer y sentir cómo todo se iba a la mierda. Saqué el tema y no supe nada de él. Un año o dos después de aquello recibí un mensaje suyo. Me pidió perdón por la forma en la que me había tratado. Por lo visto había madurado y se había dado cuenta que llevaba tiempo metido en un dañino bucle que solo le servía para alejarse de la gente. “Solo quiero decirte perdón”, me dijo. Eso me pareció algo guay. Ojalá pase algo similar con ‘Birthday’.

Es cierto que quizás debería estar un poco más preocupada sobre el hecho de saber que puedo herir los sentimientos de la gente. Pero él me hizo daño. Además también sabía que estaba saliendo con una compositora por lo que… (risas)

A veces resulta algo loco el pensar en el poder que puede tener un músico a la hora de proyectar la historia que ha vivido con alguien. Lo digo principalmente por el hecho que este expone una versión y jamás puede existir una respuesta pública que esté al mismo nivel de exposición. El caso de John Mayer y Taylor Swift es una excepción (risas).

¡Sí! Un músico tiene mucho poder. Este tiene la posibilidad de pintar una historia y no hay nadie que pueda defender si eso que se ha publicado es cierto o no. En mi caso todo de lo que hablo es algo que me ha pasado por lo que no hay nada que sea fabricado. Creo que tengo que ir con cuidado en la manera en la que me adentro en los asuntos de otra gente… En “BREACH” hablo sobre cómo la mierda de otra gente se relaciona directamente con mi mierda. No trato de crear una caricatura de nadie. Si tienes poder, tienes responsabilidad. Para mí lo importante es exponer una situación sin dejar a nadie como un villano gratuitamente. Dicho esto: yo no saldría con Taylor Swift ni loca (risas).

(risas) Creo que lo que dices también guarda la relación con lo mostrado en ‘I, Nietzsche’, ¿no? Adoro ese tema.

¡Gracias! Esa canción expone una relación que temía abandonar. La verdad es que temía bastante a la persona con la que estaba. Es el tipo de tío que solo leerá un libro si sabe que tú lo estás leyendo. Como un follamigo pseudointelectual y/o pseudofilósofo (risas). Él solía leer Nietzsche y decía cosas como “nosotros pensamos esto” o “nosotros pensamos lo otro”. Yo le preguntaba: “¿quiénes sois “vosotros”? Y él contestaba: “yo y Nietzsche”. Si voy a salir con alguien que se ve en el mismo plano que Friedrich Nietzsche ya vamos mal.

Inicialmente ‘I, Nietzsche’ me lo tomé como un chiste, para mí misma. Pero este tema acabó siendo el primero desde “On Hold” en el que trabajé a fondo los ángulos metafóricos. Me gustó dar cierto grado de luminosidad a un momento tan intenso. Recuerdo cuando digo aquello de… ‘I get sick on second best / you get off to god is dead’. Ahí expongo que lo que le resulta más atractivo a él no soy yo sino él mismo. Su mente. Eso me parece horripilante. Cuando me lancé a hacer “BREACH” decidí que si iba a hablar sobre relaciones sentimentales debía mostrar las partes más hilarantes y alocadas de ellas. Como lo del exnovio y la mejor amiga: eso era trágico a la par que algo cómico. En ‘I, Nietzsche’ no pude evitar hablar sobre un tío que adoraba mirarse al espejo leyendo poesía (risas). Inyectar humor a la música ayuda a la hora de tratar de lidiar con los traumas.

¿Y ‘Elliott’? Parece mostrar un storytelling bastante alejado de estos dos temas.

‘Elliott’ fue la última canción que compuse para “BREACH”. Surgió al realizar la primera parte de la grabación del LP en Chicago. Allí me di cuenta que buen grueso de los cortes del trabajo contaban con ritmos acelerados. Me senté con mi guitarra y surgió esa canción. La letra nace a partir de conocer un hombre que trabaja en un almacén de mi ciudad. Solía estar en una banda muy conocida pero tuvo que dejarla y hacerse con ese local por su adicción a la cocaína. Me pareció brillante el hecho de que descubriese que su vida no era sana y decidiese dar un giro a su trayectoria tanto personal como profesional. Eso me hizo pensar en mi padre y en cómo él consiguió romper con cierto patrón de masculinidad tóxica existente en su familia. Él hizo una decisión consciente de romper con bucles y legados. Reconocer el dolor es importante para saber crecer. Mucha gente cree que esta canción va sobre Elliott pero no va sobre él…

Me pica la curiosidad: ¿de qué banda era Elliott?

¡La verdad es que no sé si él quiere que la desvele! Le preguntaré. Estaba en una de las bandas más grandes de Bristol, por no decir la más grande. Probablemente descubrirás quién es a partir de esto (risas).

¡Ni idea! Pero indagaré… Ya que estamos: ahora Bristol parece estar un poco en el ojo del huracán, ¿no? Aparte de otros artistas, IDLES lo están petando fuerte.

¡Sí! Mucho.

¿Los conoces?

¡Sí! Hace unos años hice una BBC Session. Mi zapato se había roto por lo que necesitaba algo con lo que poder tocar. Joe me dijo: “¿qué pie calzas?”. Por lo visto teníamos el mismo número por lo que me trajo un par de sus zapatillas a mi casa (risas). Son muy majos. Y algo importante: IDLES no han querido mostrar que son lo más grande que hay ahora en Bristol. Nada de eso: Bristol los hizo crecer por lo que son muy humildes gracias a ello. Supongo que eso es algo muy difícil de conseguir si te haces grande de golpe.

¡Gracias, Lily! Espero verte pronto por España.

¡Gracias a vosotros!

Fotografías: Nicola Loucaides

Pablo Porcar
el autorPablo Porcar
Fundador y editor de Binaural.es. En busca constante de aquel "clic" que te haga engancharte a un artista o grupo nuevo durante semanas y semanas. Mi Twitter personal: @pabloporcar

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