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[Entrevista] King Woman: «no entiendo la ira como algo negativo»

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King Woman contra todo y contra todos. Así es como a grandes rasgos se podría definir el contenido de un álbum – «Celestial Blues», 30 de julio – en el que Kris Esfandiari, con el cuchillo entre los dientes, arremete contra iglesia, convicciones predeterminadas y condicionamientos tóxicos con el fin de despojarse de cualquier tipo de inseguridad creativa. Careos con la omnipresente parca son también pan de cada día en un disco que define, y a su vez consolida, la labor de una artista que se siente cómoda retozándose en la mugre. Su perpetua misiva: donde hay dolor, hay latidos. Donde escuece el viento, brotan raíces.

Por fortuna poco queda de aquella menuda Kris que, a tierna edad, vivía compungida en el epicentro de un ponzoñoso ambiente sectario. Con 33 años, la cantante y compositora ha encontrado cierto acomodo en la versión 2.0 de su propia persona: ni en 2021 siente la aversión experimentada en el pasado, ni tampoco transita las apáticas sendas que transitaba en puntos pretéritos. Con nuevas lentes con las que vestir sus ojos, Esfandiari vive cierto estado de gracia creativo, alcanzando ciertos clímax cualitativos con el estreno de tenebrosos hits en potencia como son ‘Morning Star’, con Lucifer gobernando desde la sombra, o ‘Psychic Wound’. Shoegaze espectral sepultado por motivos post metaleros es aquello con lo que nos topamos en una notable propuesta de Relapse Records que viene a endulzarnos (o mejor dicho: amargarnos) el paladar en el verano que nos queda por delante.

Con tal de conocerlo todo respecto a «Celestial Blues» recientemente mantuvimos una interesante conversa de 30 minutos de duración con Kris. Desde su acogedor hogar, Esfandiari nos detalla de todo: desde los tortuosos orígenes de su nuevo álbum hasta cómo se forjo aquella seguridad que, a la larga, ha acabado protagonizando esta última fase creativa. Además de esto, la estadounidense también nos mostró su parecer respecto al corto pero intenso período de tiempo en el que formó parte de Whirr.

El poema con el que arrancas el disco parece totalmente revelador respecto al contenido de «Celestial Blues». Está basado directamente en una vivencia personal, ¿verdad?

Es un poema que compuse sobre una experiencia cercana a la muerte que viví en el pasado. Cuando era más joven padecía una serie de ataques epilépticos que derivaban en pérdidas de conocimiento, etc. Recuerdo que sufrí uno en la ducha y me desperté gritando. Mi madre vino corriendo al baño y me levantó mientras yo estaba sollozando. Ella pedía en alto que ese espíritu de la muerte que estaba cerca mío se alejase. Episodios como este dejaron una oscura huella en mí.

¿Consideras que ese espíritu de la muerte que menciones es algo que ha estado muy presente en tu música?

Sí, definitivamente. Siempre he sentido esa extraña y oscura energía a mi alrededor. Desde que era pequeña. Era como si sintiese que acababa de sortear a la muerte. Eso dejó una huella profunda en mi alma.

¿Cómo consideras que ha evolucionado a lo largo de los años esta relación que es mantenido con esta especie de presencia?

Creo que ahora ya forma parte de mí. Es como tener una cicatriz o algo así. La verdad es que jamás he tenido problema alguno con la muerte: como sufrí de pequeña todo aquello que te contaba sentí que se eliminó todo rastro de temor. Aún y así existen algunas canciones que, pese a estar relacionadas con Jesucristo, también hablan de esto, como por ejemplo sobre la resurrección, caso de ‘Coil’ o ‘Golgotha’. ‘Golgotha’ es físicamente el sitio en el que se crucificó a Jesucristo. Existen menciones a la muerte y a la resurrección en el álbum.

Portada de «Celestial Blues»

El elemento religioso obviamente está muy presente en “Celestial Blues”. Conozco un poco tu historia, y sé que de joven lo pasaste mal al comprobar de primera mano lo que era un entorno religioso sumamente fanático. ¿Crees que a estas alturas del partido ya controlas bien tu odio y tu ira respecto a ese círculo?

Sí, ya no siento odio respecto a ello. Me he hecho mayor y he madurado, por lo que puedo ver las cosas con cierta perspectiva. Pasan los años y miras todo con otro prisma. No entiendo la ira como algo negativo. Siento que es una muestra de que se traspasan límites. Existe de alguna manera para protegerte.

La ira para mí es algo muy positivo. Son tus emociones diciendo: “ey, hola, aquí ha pasado algo”. Creo que cuando aceptas ese enfado o esa ira es cuando ese mismo odio te acaba abandonando. Solo está para protegerte.

Por lo que dices, y por el contenido del trabajo, me da la sensación que en la elaboración de “Celestial Blues” alcanzaste un punto personal en el que, por primera vez, te viste capaz de encarar muchos asuntos que antes te minaban.

Sí, es un reflejo del lugar que estoy pisando actualmente en este viaje. Es interesante porque tengo 33 años y Jesucristo murió a esa edad así que parece adecuado que salga el trabajo ahora (risas).

Es cierto. Al margen de la religión: un tema tan universal como el amor también está presente en el disco pero de una forma como subliminal. Como muy sutil, ¿no?

Sí, creo que el amor es una temática muy transversal, especialmente en música. En el disco aparece como aquella relación que siento respecto a mi otro yo, a mi otra cara de la moneda. Como la existente entre Lucifer y Jesucristo.

Sobre todas las cosas considero que “Celestial Blues” es una carta de amor. Es muy complejo, con muchas capas, pero existe ese concepto en el núcleo duro de la obra.

¿Cuál es la canción de “Celestial Blues” que consideras que está más dirigida a ti misma?

No en el sentido de que sea una carta de amor pero, a estas alturas de la vida, considero que ‘Coil’ es a la que me siento más ligada. Va sobre la muerte y la resurrección. Va sobre ser golpeada y crucificada, y posteriormente conseguir resucitar de forma triunfal. Es como “no me puedes echar abajo, soy imparable”.

Definitivamente estos últimos años han sido difíciles para mí. De hecho aún me estoy recuperando un poco de todo ello, por lo que esta canción habla sobre salirse victorioso. Mirando atrás no me veía nada capaz de afrontar mis conciertos… Y otras cosas también han pasado… pero no quiero hablar de ellas en entrevistas… Estos dos últimos años han sido complicados para mí.

Tenía entendido que en el pasado habías sufrido un poco de cara a subirte a un escenario. ¿Cuándo sentiste que habías adquirido la confianza suficiente para ganar el pulso a este tipo de abatimiento?

Creo que fue algo gradual generado al ir haciendo conciertos… No surgió todo bastante de golpe. Pero es cierto que hubo un punto importante y concreto en mi vida que viví con King Woman. Me explico: la banda se formó muy rápido y nos ficharon de un sello casi en un visto y no visto… Eso era algo raro para una banda, sobre todo sabiendo que llevábamos solo unos pocos conciertos…  Dicho esto: hice un directo en la sala Witchhouse en Santa Cruz y allí tuve un poco una revelación de lo que se me venía encima. Fue una experiencia muy transformadora: acabábamos casi de estrenarnos como grupo… Recuerdo que interpretamos un tema y perdí el conocimiento. Lo recuperé de golpe y empecé a gritar sobre el escenario… Viví una experiencia que iba mucho más allá de lo meramente físico. A partir de entonces me sentí diferente. “Soy King Woman”, sentí dentro mío. Y entendí bien todo el proyecto. Entendí lo que significaba para mí ser King Woman. Suena un poco extraño pero la realidad es que eso es lo que sucedió (risas). Hubo gente a mi lado que es testigo de ello.

Eso fue un gran momento para mí pero la verdad es que en términos compositivos todo ha evolucionado de una forma muy natural a lo largo de mi vida. Cogí una guitarra por primera vez con 16 años y compuse mi primer tema. Me di cuenta instantáneamente que tenía algún tipo de habilidad respecto a este tipo de arte. Pese a ello existieron momentos en los que hubo gente que intentó cortarme las alas. Diciéndome que no era buena tocando la guitarra o que no componía bien. Esas cosas se te quedan dentro, especialmente cuando intentas construir cierta seguridad dentro tuyo. Me he encontrado muchos demonios en mi camino musical pero aún estoy aquí y no voy a dejar que nadie se vuelva a entrometer en mi camino.

Rememorando algún paso previo que diste: ¿cómo fue tu paso por Whirr?

¿Whirr? Bueno, lo cierto es que no compuse ningún tipo de música para ellos. Solo me tenían como cantante. Creo que puedes leer online todo lo que pasó en relación al grupo… Si tratas mal a la gente… Tengo recuerdos muy divertidos de lo que vivimos juntos. Eran muy amigos míos… pero cuando empezamos a girar la cosa cambió. Empecé a meterme en el mundo del feminismo, y a descubrirme más a mí misma, y fue cuando ya no estuve con ellos que me percaté de las dinámicas tóxicas que tenían ahí dentro.

Tu carrera no va a poder aguantarse si eres muy arrogante de cara al público y te crees por encima de la gente. El karma se encargó de ellos. Yo no tuve que hacer nada. También me hicieron algunas cosas a mí directamente, pero prefiero no hablar. En su último disco me incluyeron en los agradecimientos y aún no sé el motivo por el que hicieron eso.

Pese a que no hablo con ninguno de ellos por mí está todo ok con todos los que integran el grupo. No hemos acabado mal. Tengo buenos recuerdos de lo que vivimos, algunos de ellos muy divertidos. Son peña muy divertida para irse de gira pero también existía cierta movida tóxica en el ambiente. Tenían un poco mentalidad de mafia. Eso era muy amateur y muy feo.

Doy gracias al hecho de que pudiese meterme de lleno a hacer cosas por mi cuenta y riesgo. Y he conseguido sobrepasar todo lo que ellos jamás puedan llegar a hacer.

Con Nick Bassett entonces no guardas ningún tipo de relación, ¿no?

No, no mantengo ningún tipo de relación con él. Estamos bien y lo respeto como artista. Es un productor y compositor fabuloso. Tiene mucho talento. En el pasado estuvimos muy cerca el uno del otro pero ya no hablamos.   

Al partir de Whirr también estuviste trabajando con Miserable, tu otro proyecto. Me llama la atención que antes destacases los inicios de King Woman como un punto vital a nivel de confianza propia, especialmente sabiendo que llevabas con lo de Miserable un tiempo antes.

Soy una persona que tiene muchas ideas en la cabeza, y a su vez cuento con diferentes identidades. Miserable adopta un enfoque diferente: con un toque más “queer” y trabajando con otras mujeres. Miserable es todo potencia, algo así como Hole. Es muy divertido tocar con mis compañeras de banda. Es otra energía totalmente diferente a la que exploro con King Woman. Me gusta mucho cambiar de horizontes y géneros.

¿Cuáles son las artistas que consideras que han estado más vinculadas a tu persona en relación a tu idea de lo que es el feminismo?

Algunas de mis primeras influencias fueron Alanis Morrissette con “Jagged Little Pill”, No Doubt con “Return To Saturn”, Stevie Nicks, Aretha Franklin… Casi todo son vocalistas. No ha existido jamás un único icono sino más bien el mirar al lado y decir: “no me gustan una mierda las dinámicas que existen”, “no me gusta que se falta al respeto”… Fueron ese tipo de reacciones las que generaron esa identidad en mí.

Por curiosidad: ¿qué personas de la industria son aquellas que, por su cercanía a ti, te han dado mayor apoyo a lo largo de estos años? Aquellas a las que guardas mayor consideración y en las que confías más a la hora de hablar sobre tu música.

Mi amigo David Castillo de Saint Vitus. Vive en Nueva York. Es como un hermano para mí. Tiene un proyecto llamado Confines. Es como un mentor para mí en la escena metalera.

No existe mucha gente con la que guarde tal confianza como para preguntarle por opiniones de mi música… Una persona que considero que está a mi nivel actualmente y que adoro es Ethel Cain. Es una artista trans increíble. Van a tocar en mis conciertos en Nueva York. Son una pasada y su voz es angelical. A ver que pienso más… Isaac Jones… es alguien al que respeto por su forma de hacer todo. Me impresiona mucho lo que hace. Y no me puedo dejar a Nick Zinner de Yeah Yeah Yeahs. Ha sido mi apoyo número 1 siempre. Más que nadie. Lo quiero un montón. Siempre le respaldaré. Cuando le enseñé el disco de King Woman me dijo que le parecía increíble.

Estas son algunos de los que tengo en mente respecto a estas cosas. Les quiero mucho y también los valoro a nivel profesional.

Nick Zinner. Madre mía, es muy conocido este tío…

Ese es mi bebé.

Por cierto: ahora que mencionabas lo de Saint Vitus… He visto que en Oakland también has programado una especie de mini residencia con tres actuaciones.

Sí. Es donde viven mis compañeros de banda. Es como mi hogar.

Debe ser increíble pensar que conseguirás eso. Debe ser un hito importante para ti.

Sí, sí, sí. Esos conciertos serán muy locos. Será como estar en una iglesia, con la gente metiéndose de lleno en ellos. Eso es lo que me gusta en mis conciertos: no me gusta nada estar enclaustrada en el escenario. Me aburre. A mí lo que me tira es perderme entre la gente y que canten conmigo. Quiero que la gente se exprese en mis directos, ya que todos hemos pasado cosas duras a lo largo de estos dos últimos años.

Entonces… ¿Qué opinas del formato de festival? Porque es todo lo opuesto a lo que comentas.

No soy una gran fan de festivales. Recuerdo que una vez actué en un festival cuando aún era de día… Fue super incómodo. Me gusta actuar en medio de la oscuridad. Me gusta la noche. Recuerdo que llevé gafas porque por dentro pensaba “esto es terrible”.

¿Dónde fue esto?

Creo que fue en Joshua Tree, hacia las afueras de Los Ángeles. En Desert Daze o algo del palo. No es mi rollo. “Sacadme de aquí”.

¿Algún espacio en el que soñarías tocar?

Me encantaría tocar en alguna catedral enorme en Europa. Eso me fliparía.

Fotos: Yoshino

Pablo Porcar
el autorPablo Porcar
Fundador y editor de Binaural.es. En busca constante de aquel "clic" que te haga engancharte a un artista o grupo nuevo durante semanas y semanas. Mi Twitter personal: @pabloporcar

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