La propuesta de Pablo Und Destruktion es íntima, un tanto visceral y muy reivindicativa; tratándose de un trovador del siglo XXI, esto no podría ser de otro modo. Si algo tiene claro con respecto a su forma de hacer las cosas, es que jamás debe perder de vista el poder, diana de todas sus críticas y sinceras reflexiones, siempre desde el amor, que es, a su parecer, el ángulo idóneo desde el que ha de lanzarse toda crítica que, en esencia, busque construir.
Con “Futuros Valores” (17 de enero de 2020, Humo) no solo ha buscado reinventarse, también ha querido transmitir esa transformación que toda persona ha de experimentar previo salto a la edad adulta, conectando con sus propios rituales de paso y equiparando estos mismos a los que se han ido perdiendo con los años, porque Pablo Und Destruktion no es solo un trovador, también es un narrador humanista con un gran mensaje que transmitir a quienes le rodean: no hay antiguos ni futuros valores, solo el poder que cambia de manos. Hay entrevistas que derivan en una emocionante conversación acerca del mundo en que vivimos y que nos rodea, y esta es una de ellas:
¿Qué primeras impresiones te has llevado del modo en que ha irrumpido este nuevo trabajo en la escena? ¿Algún comentario, comparación, reflexión acerca del mismo que te haya llamado especialmente la atención?
Pues la verdad es que con este disco, primero con el single, y ya después con el completo, me han escrito un montón de amigos y familiares dándome la enhorabuena, y la verdad es que eso me ha gustado, que gente de mi ámbito más cercano me haya escrito en un tono muy sentido. Lo agradezco, la verdad. Me gusta llegar a la gente que forma mi entorno, creo que es algo empapado en sinceridad y que de verdad agradezco. Por lo demás, creo que es un poco más de lo mismo en generar, y creo que sobre todo a la gente más próxima le ha entrado muy bien el disco.
Como primera impresión resulta muy positivo.
Sí, creo que es un disco menos llamativo de cara a periodistas, festivales y promotoras, pero mucho más humano y sentido para mi gente.
La intensidad de cada tema va muy ligado al mensaje, ¿te planteas las melodías previo componer las letras, o el flujo se desarrolla a la inversa? ¿Puedes hablarnos un poco de tu proceso creativo?
En primer lugar siempre trato de saber a quién voy a servir como músico, a qué arquetipo, qué mito… el espíritu que trato de transmitir. Luego me voy acercando a él, tengo mis trucos para conseguirlo, inspirarme y conectar con ese espíritu.

¿Nos puedes hablar un poco más de esos trucos?
A veces observo fotografías que me pueden llegar a aproximar a aquello que quiero narrar, e intento que cuando aparezca el principio de la canción ya haya una rueda de acordes y una letra básica que haya surgido más o menos en trance, por así decirlo. A partir de ahí busco desarrollarlo, y en este desarrollo juego con el claro-oscuro, buscando que existan varias capas de significado tanto en las letras como en la música. Tal vez desarrolle el mensaje de un modo más complejo en las letras que en la música, pero me gusta combinar arreglos de distintos instrumentos acústicos con sintetizadores, líneas más luminosas, más oscuras…, tratando de invocar ciertos contrastes con el fin de romper un poco con la monotonía y sobre todo renovar la atención del oyente.
También nos gustaría saber un poco más de los músicos de los que te has rodeado para la producción del álbum, hay muchos destellos de muchas cosas: aún siguiendo una línea muy definida, se vislumbran gran cantidad de influencias, tal vez algo distantes entre sí.
He sido más autárquico que nunca, recuerda un poco al enfoque que di a mi primer álbum. Me he grabado solo, y lo he producido yo, entonces lo he tenido todo bastante controlado. Si que es cierto que Alfonso Alfonso, quien ha estado tocando conmigo hasta ahora, se encargó de componer una serie de orquestas llenas de sintetizadores; Javier Entaca, un buen amigo argentino, me hizo otras para ‘Gijón’, y yo me encargué de las propias y fui combinando las orquestaciones que se ofrecen sobre la sección rítmica, que en algunas ocasiones soy yo solo, y en otras con mi batería habitual y Ángel Caplan. Pero lo cierto es que se trata de un disco bastante descargado en este sentido, hay dos o tres canciones, ‘Problemas’ y ‘Viva la gente’, por ejemplo, que las arreglé yo al completo. En esta ocasión han tenido un papel más de banda de acompañamiento, a diferencia de otros casos, como por ejemplo ‘Predación’.
En relación a lo anterior: por un lado, algunos temas me llevan a la cultura del cantautor propia de aquí, que narra una historia y la música, de algún modo, sirve de apoyo a la narración; por otro, el folk, o estilos más oscuros como el grunge, parecen salpicar algunos acordes. ¿Me estoy colando con esto último, o voy bien encaminado?
No era mi intención, pero tampoco considero que haga folk… ¿Qué es el folk?, las asturianadas son folk, del mismo modo que lo es Jacques Brel o Aldous Harding; el folk es un poco una especie de cajón desastre en que meter un tipo de música puramente humanística, sobre todo ahora que hay tanta música robótica y electrónica.
Tal vez ese sea el término correcto, una música más humanística, lejos de acotaciones como pueden ser el folk u otros géneros.
De hecho, en esta línea, decir que estoy preparando ya un siguiente disco que se titulará “Las Personas”, con el fin de sumergirme todavía más en ese trasfondo humanista del que hablamos. Yo soy propenso a las arritmias cardíacas, nada grave, simplemente de repente me da el azote, y soy bastante alérgico a la música secuenciada. Tener una atadura de tempo muy grande no me mola, por eso el disco, a excepción de un único tema, está sin secuenciar. El resto de temas están grabados tocando yo solo o con el batería, los dos en directo, ahí sí tenemos una dinámica en el tempo con la que yo juego muchísimo en los directos, mucho más que en los discos, dado que me puedo permitir parar y jugar con el tempo. En este aspecto puedo realizar algunos juegos que he querido tener muy presentes en el disco, y que tal vez le den un toque algo grunge.

Hay un tema en particular, ‘Gijón’, del me que gustaría que nos hablases un poco.
No es más que un intento de triturar el mito del progreso. Me encanta ‘Amsterdam’, de Jacques Brel, y creo que es un artista que mola tanto porque nació en un mundo en el que todavía no existía la industria musical, pero que luego se inicia, tras la Segunda Guerra Mundial, y se da a conocer con una estructura que más o menos se ha mantenido hasta hoy; se forman multinacionales, se van organizando, se fundan medios controlados por estas multinacionales… en este punto tiene mucha repercusión pero todavía representa al mundo previo a esta eclosión. Precisamente por esa sensibilidad que muestra, ese olor a carnaza y a sudor que desprende, y que me gusta tanto, en un mundo tan aséptico como el que tenemos ahora mismo y con el problema de la centrificación, tan presente en nuestros días, busqué hacer una canción como esa desde cero, pero creo que es imposible, por eso decidí hacer una adaptación de la misma y hablar de cómo era Gijón en la época en que Jacques Brel compuso Amsterdam, tirando de historias que yo conocía y un poco de los restos de ese mundo que viví cuando era pequeño, es por ello que empiezo a narrar desde mi infancia. Inevitablemente también habla de otra cosa que es ajena al mundo exterior, a esa centrificación, que no es sino el paso del tiempo en mí mismo como persona.
Sí, de hecho tiene un tinte muy intimista.
Sí, fuertemente nostálgico también. En el caso de Gijón o Asturias, en comparación con otros lugares como puede ser Madrid o Barcelona, esto resulta sangrante. Al menos Madrid está lleno de gente, para bien o para mal, aunque muchos sean turistas y estén de paso, pero en Asturias, y concretamente en Gijón, hay un envejecimiento brutal de la población, y no solo eso, también cierta despoblación muy manifiesta en los últimos años.
‘Futuros valores’ me parece un gran título para un disco como este. ¿Puedes hablarnos de ese apocalipsis que ha atravesado Pablo Und Destruktion para llegar a estas preciosas ruinas de las que nos hablas?
Bueno, a ver… yo he sido muchas veces seco, recio y apaisanado (risas), en los últimos años ha habido un cambio sociológico bastante importante, se han vaciado de contenido determinados símbolos, como por ejemplo la izquierda, creo yo, y se ha quedado con la fachada social para luego, la parte política, el discurso, aproximarse lentamente a lo contrario, defendiendo los privilegios, cuando lo cierto es que la izquierda nace para eliminar esos privilegios. Esto ocurre en muchos sectores, pero creo que en la política se nota mucho. Por un lado estaba con mi transformación personal, que para eso está la música; en mi caso, componer y sacar discos me sirve para tener una serie de rituales en un mundo en que se han perdido esos rituales; los ritos de paso, los rituales colectivos que te permitían dejar de ser niño, eran algo súper importante. Estos rituales, como podían ser la mili o la comunión, en tanto por parte del Estado como de la Iglesia, ya no existen, entonces es uno mismo el que ha de buscar esas formas de paso, la catarsis y transformación que se espera del tiempo una vez ha transcurrido. Una persona se renueva cuando conecta con otras ideas, y esas ideas, normalmente de forma inconsciente, nos conectan con otros mitos. Por eso el disco pretende atacar determinados mitos, conectando igualmente con otros, en su forma más conceptual. Me hacía gracia lo de ‘Futuros Valores’… No hay futuros valores del mismo modo que no hay antiguos valores, porque no hay nada nuevo bajo el sol; todos están siempre presentes, solo que el poder cambia de manos. Entonces, esos futuros valores, con la portada con el caballito y un disco tan nostálgico, básicamente hace referencia a que los futuros valores paradójicamente serán los antiguos. Todo es cíclico.
’Viva La Gente’ es tal vez uno de los temas más experimentales del disco: esa tenue y oscura tranquilidad en que nadan las palabras, previo al subidón sónico que te envuelve casi en forma de alarido. ¿Qué trata exactamente este tema? ¿Alguna dualidad interior, tal vez algún conflicto no resuelto acerca de las relaciones humanas y la doble cara de las personas?
Este tema en concreto me costó mucho trabajo, porque tuve que medir cada palabra muchísimo. De lo que habla es del chivo expiatorio, de cómo de una forma completamente orquestada y dirigida se echan los problemas y males de la tribu al chivo que ha de ser sacrificado en el altar para mayor gloria del verdugo. En los últimos años he vivido mucho de esto, y he tenido algún que otro follón en este sentido. La canción lo dice: “Sacrificios de vírgenes, de lobos y corderos”.
‘Ser Profesor’ tiene incluso tintes psicodélicos, ¿me equivoco?
Pues la verdad es que fue un trabajo para clase, porque me hice el máster y ahora estoy currando de profe, entre otras cosas por la consecuencia que sigue a ‘Viva la gente’, que va de ver un poco cómo está el patio y tratar de tener un trabajo honrado que se pueda compatibilizar con otros no tan honrados (risas). Me habían pedido para clase que hiciera un vídeo, así youtubero, con mis razones para ser profesor, y no me salía nada… No iba a hablar a cámara haciendo un vídeo de youtuber porque me da reparo, así que me marqué una tonadilla (risas), y primero la hice con el ordenador, así en cinco minutos, pero me quedó guay, así que se la pasé a los de la banda y les moló mucho. Luego la rehice para que tuviera coherencia con el resto del disco.
Podría decirse que, en cierto modo, y dejando a un lado este nuevo álbum, entre comillas, claro, has vuelto a tus orígenes: de nuevo en Humo Internacional, la casa discográfica sobre la que se apoya este proyecto, lugar en que nació el segundo disco de Pablo Und Destruktion. ¿Cómo te sientes con respecto a esto?
Mi primer disco salió con un sello propio que tenía, luego el segundo lo hice con Discos Humeantes, ahora Humo Internacional… luego quise ver cómo era el mundo exterior, así que me metí con Marxophone, dado que Nacho Vegas me lo propuso, y estuvo muy bien. Luego ‘Predación’ lo lancé con Sonido Muchacho, dado que coincidí con Luís en algunos conciertos. Tanto Marxophone como Sonido Muchacho me trataron muy bien, mantengo muy buena relación, pero tampoco me veía ahí especialmente de cara al futuro. Cuanto más autogestionado y más control tenga sobre lo que hago, mejor me lo paso y más me llena. Además me gusta hacer conciertos pequeños, tocar en pueblos… Trato de que mi trabajo se adapte lo máximo posible a mi voluntad, y no que mi voluntad se adapte al trabajo. Con Humo Internacional, además de que el trato es muy bueno, conozco a todos los grupos que están ahí dentro, y para mí, desde fuera, aunque el catálogo no sea muy homogéneo, tal vez algo ecléctico, se pone de manifiesto un denominador común muy importante, y es que nos conocemos todos y somos colegas, algunos muy amigos.

Me gusta preguntar a todo el mundo por sus preferencias musicales. ¿Qué te flipa del ahora, algún nombre que destaque sobre el resto?
La verdad es que volverme volverme no me vuelve loco casi nada (risas), y estoy tratando de ponerle remedio… Va, voy a hacer un “momentos publicitarios” (risas): estoy produciendo a algunos músicos que sí recuperan este rollo trovadoresco pero sin hacer un ejercicio de estilo de arqueología musical, yendo a lo clásico; hacer canción de autor pero de verdad, como debería ser el cine de autor, no una convención. Ahora mismo hay islas, artistas que me molan, algunos más evidentes que se relacionan con el rollo folky anglosajón, como Wiseblood o Angus Harding, y luego hay otras cosas de música urbana que también me pueden molar, como JPEGMAFIA, que me gusta mucho, o Kendrick Lamar y Tyler The Creator, que también me molan, pero no termino de pillar lo que a mí me gusta porque al final yo hago música a la contra, porque así es la música de los trovadores; los trovadores siempre han tenido que criticar al poder, y hacerlo con amor, algo que decía mucho Leonard Cohen: “cualquiera que se atreva a criticar tiene que hacerlo siempre desde el amor”. Además ahora como el poder es tan invisible, tan difuso, está tan escondido, nos cuesta mucho, tanto a las ideologías anti hegemónicas como a las culturas, en este caso musicales, definir bien al poderoso y tratar de criticarlo y desarmarlo, arrebatándole ese poder, que es lo que debe hacer el trovador, por eso siempre ha sido perseguido. Creo que es por esto que no me apasionan tanto los grupos que me encuentro a estos niveles, pero estoy seguro, y de ahí lo de ‘Futuros Valores’, que me apasionarán los que irán surgiendo a lo largo de esta década, cuando se visibilice al poderoso y sea posible articular un discurso contrario a ese poder.
Para finalizar, en una escala del 1 al 10, ¿cómo de difícil os lo pone la actualidad a los artistas? Se supone que ha habido cierta apertura de miras en los últimos años, ¿es real, o más bien se trata de mero postureo y un intento vago de situar a la industria en el espectro internacional? Lo digo más que nada por las apuestas de los festivales o la cobertura que se da en medios especializados a según qué propuesta.
Yo no creo que esté la cosa demasiado fácil, ni que esa apertura sea tan grande, no me lo parece. En una escala numérica no sabría decir… por un lado hay apertura, pero por otro se censura más que nunca a los artistas, en algunos casos con penas de cárcel; en otros muchos casos, los que más, se aplica la censura económica, que es la más cruel ahora mismo, mucho más que la penal. No soy tan optimista en ese sentido, creo que hay como una dictadura del barullo; la música funciona cuanto más barullo haya alrededor… es decir… esto… ¡Un cinco! (risas).
(risas) Perfecto, todo en esta pregunta nos ha llevado al cinco.