Promesas

Baiuca: Mística tribal gallega a ritmo de electrónica

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Tenía que venirse a Madrid para descubrir algo tan gallego como la morriña de verdad. De la tierra, de la magia, de algo que solo pueden comprender los habitantes del lugar que, entre otras cientos de cosas, sirvió de puerta de entrada a nuestro país para el naturalismo. Alejandro Guillán tenía que venirse a Madrid y perderse en su mar de propuestas, y frustrarse un poco por no encontrarle salida a su proyecto de pop electrónico Alex Casanova, para sentir muy dentro la llamada del norte y de casa y decidir regresar. Pero no con el rabo entre las piernas, sino decidido a reempaparse de lo que su hogar le ofrecía, memorias vívidas tanto como un presente efervescente en cuanto a experimentación electrónica (ahí está Mounqup o los chicos de Nistra, los desaparecidos Os Gru o por encima de todos ellos una renovadora inconformista como Mercedes Peón), y tratar de darle, gracias a lo aprendido durante la fallida aventura capitalina, un nuevo sentido recuperando además la formación clásica en gaita que adquirió durante su infancia.

Tenía que venirse a Madrid para entender que el corazón de su música estaba a cientos de kilómetros, en un pueblo de Pontevedra a orillas del Ulla, en una vieja taberna galaica cerca del fuerte de Catoira y en una zona conocida como la Baiuca. Donde nació, en casa. Echar de menos la tierra fue fundamental para, en sus palabras, poder “crear un imaginario de imágenes, de aromas y de texturas muy inspirador” con el que empezar a levantar el homenaje al folclore gallego que es el proyecto Baiuca, siempre mirando un paso más adelante para tratar de conectarlo con el músculo antediluviano que posee por naturaleza la electrónica. En este echar de menos comenzó a repasar su vieja colección de discos oriundos y a extraer detalles y pinceladas que le llamaban la atención para crearse una biblioteca de samples que incluían voces tradicionales, panderetas, cunchas, flautas o gaitas. Lo que faltaba lo añadía él mismo, y así comenzó a crear las canciones que conformarían su primera mixtape, “Faiado”, publicada en mayo de 2017, acompañadas todas ellas de un vídeo realizado por Adrián Canoura, que también había puesto imágenes a las exploraciones del dúo de electrónica Nistra con el colectivo de música folclórica caboverdiana Batuko Tabanka residente en su Burela (Lugo) natal.

Temas que conectan la mística y la espiritualidad de la tradición gallega con atmósferas ambient, pulsos house y la contundencia del techno, pero que sobre todo reivindican el ritmo como elemento puro y central de cualquiera de las músicas, un conector todopoderoso. Con “Solpor”, lanzado a mediados del año pasado, Baiuca le daba forma de largo a la propuesta y refinaba algunos detalles de “Faiado” gracias a la mezcla del productor asturiano Sergio Pérez (mitad de SVPER y viejo colaborador de Joe Crepúsculo o El Guincho, con quien por cierto también tiene mucho que ver la propuesta de Alejandro Guillán, y por ende con Panda Bear y sus Animal Collective, y por qué no con Rosalía en ese afán de reconciliar lo viejo con lo nuevo, la tradición con la vanguardia) y a la masterización de Stephen Quinn. Y conseguía traer al siglo XXI la “Muiñeira de Chantada” que en versión disco de Son Lalín llegó a petarlo en Ibiza, esta vez desde los cánones más tribales de Nicola Cruz, El Búho, Rodrigo Gallardo, Mitú, Dengue Dengue Dengue o Chancha Vía Circuito y alejándose rotundamente de las gaitas new age de los 90 (Spiritu 968, Hevia…), surgidas al calor del eurodance y muy ligadas al chill-out y al balearic.

La intención de Baiuca circunda en todo momento la IDM orgánica pese a que se permita arrebatos más pop/r&b como la adaptación de la tradicional “Arrieiro” u otros más descaradamente bailables como “Solaina”. Y con esos elementos consigue elaborar ecosistemas cambiantes y adaptados a las necesidades de cada reliquia reinventada, sobre tradiciones míticas como la del gallego internacional Carlos Núñez o los colectivos Milladoiro o Luar Na Lubre. La oscuridad ritual con la que reverdece “Muíño”, el viaje ambiental en que se convierten “Mozas” y “Bréteme” (en la línea del último Bonobo), el acercamiento al desacompasado de Nicolas Jaar en “Aruca”.

Pero aparte de una reinvención de lo sagrado, Baiuca tiene imaginación e imaginario suficiente para crear visiones propias, como demuestran las geniales “Solpor” (más céltica y homenajeando a las pandereiteiras) y “Morriña” (sin duda la pieza central del trabajo), grabadas con las voces de la Asociación Cultural Xirandela de Madrid.

El siguiente paso está al caer y ya conocemos el primer adelanto, toda vez que Alejandro está convencido de tener aún muchas cosas que decir a través de Baiuca. Se trata de “Olvídame”, y es el aperitivo de lo que será un EP de cinco canciones que reinterpreta los masters originales del primer disco de Xosé Lois Romero & Aliboria (definidos desde Raso, la discográfica de Baiuca, como unos “Einstürzende Neubaten del rural gallego descubiertos por Alan Lomax en un pasado futuro”) dejando cabida también para sonoridades árabes y andinas: “Misturas”. Fusiones naturales, a fuego lento y sobre la tierra fresca.

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Te gustará si te gusta: la electrónica experimental con tintes naturalistas y folclóricos, en la línea de Nicola Cruz, El Búho, Nistra, Bonobo, Four Tet, Rodrigo Gallardo o Chancha Vía Circuito, pero también cualquier reinvención en clave electrónica de cualquier tradición local, a lo Rosalía, Stavroz, Nicolas Jaar, Tim Hecker u Omar Souleyman.

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