La pésima gestión emocional parece haber sido el caldo de cultivo de Pantocrator, quienes como buen@s millennials que son no solo han logrado impregnar las letras de su breve debut, titulado “Villacapullos”, de un precioso humor crítico lanzado a cuchillo, sino que han conseguido entremezclar con naturalidad algunos de los tópicos más coñeros de esta generación: llamadas de atención en Instagram, enamorarse de un/una sociópata, controlar los likes del objeto de obsesión en redes sociales, el moderneo, vivir de noche y lamentar de día, ese histrionismo shakesperiano que tanto nos caracteriza… Los cuatro breves cortes de “Villacapullos” no solo te harán reír, te harán recordar lo lamentable que has sido en algún momento del pasado -o tal vez actual: no todo el mundo madura a tiempo-, eso en el caso de que seas millennial, sino también puedes disfrutar de su sonido garajero sutilmente aderezado con matices power pop … ¿Piensas que no es posible semejante combinación? Atiende:
Con melodías muy marcadas, voces claras y armónicas y unos cuantos riffs de guitarra bien verracos, capaces de generar cierto alboroto, obtendremos algo muy próximo al power pop; asimismo, si aliñamos la ecuación con una abundante cantidad de rock crudo y sin adornos, lo que no quita que el conjunto suene bien -algunas bandas han confundido el garaje rock con sonar a lata arrastrada sobre el asfalto por un vehículo cualesquiera: no, joder, ser malos músicos no siempre es sinónimo de garaje rock-, obtendremos algo muy próximo a Pantocrator: ya luego cuando añadamos todo ese -buen- humor ácido, las referencias vívidas al drama millennial y todo ese inconformismo destructivo y caprichoso que tanto nos caracteriza entenderemos adónde quería llegar la banda con eso de “Villacapullos”.
Es cierto que esta generación, que poco a poco ha ido cediendo el protagonismo a la que viene, los Z, que llegan para quedarse -por un tiempo- pisando fuerte, ha dado y sigue dando mucho de sí. Si bien hemos adorado a una serie de iconos musicales que han dedicado su mensaje en conectar con esta generación, muy poc@s han sabido expresar con gracia ese lado absurdo y tragicómico que tanto nos caracteriza, porque no es fácil representar lo absurdo sin que las formas, el contenido y, en definitiva, la propuesta resulten absurdos; en caso de Pantocrator podemos dar por exitoso el experimento: lo habéis logrado, hemos echado un buen rato riéndonos de lo que somos/hemos sido.
Similares a: Cariño