El jueves, viernes y sábado de la semana pasada tuvo lugar en la ciudad alicantina de Benidorm la segunda edición del Low Cost Festival. Este año ha acogido a más de 50 artistas y 50.000 asistentes y se ha consolidado definitivamente como una muy interesante alternativa para los festivaleros comodones que, como yo, quieren una cama en vez de una tienda de campaña tras una intensa jornada de conciertos. Durante tres días, ese surrealista emplazamiento que es Benidorm -con sus rascacielos aberrantes, sus pubs hamburgueseros y sus guiris enrojecidos- se convirtió al indie y nos hizo disfrutar de una muy buena y diversa selección de actuaciones.
El jueves nos estrenamos con Stay, britpop con tintes psicodélicos procedente de Barcelona, una buena manera de calentar motores. The pains of being pure at heart nos reciben luego, desgranando los mejores temas de sus dos discos y envolviendo con su guitarreo distorsionado ese característico deje nostálgico que encierra sus canciones y que convierte sus melodías en piezas delicadas y estridentes a partes iguales. Temazos como Young Adult Friction, Come Saturday o This love is fucking right hacen las delicias del escenario Azul, pero es con los granadinos Lori Meyers, unos minutos después, que el público se entrega por completo y tienen lugar los primeros saltos de la noche. Tras el S.O.S y el D Code, Noni y los suyos lo hacen una vez más: se apropian de la noche festivalera y hacen que la multitud bailonga pierda la voz coreando los pegadizos estribillos de Alta fidelidad, Luces de neón, Mi realidad, Luciérnagas y mariposas y tantas otras.
Fangoria llegan después, con su magnetismo discotequero y su almodovariana puesta en escena tan hortera como divertida, y el subidón es generalizado e inevitable con esas canciones convertidas en himnos como Bailando, A quién le importa o Ni tu ni nadie.
Con el rock bailable de Supersubmarina despedimos la noche, porque la tralla de Loo & Placido nos hace huir despavoridos a pesar de lo animados que estamos. Los primeros rayos de la mañana mecen nuestro sueño desde nuestro apartahotel de mil pisos en el que intentamos vencer el calor y retomar fuerzas para afrontar lo mucho que queda todavía por llegar.
Abrimos la jornada del viernes con el pop bilingüe y enganchoso de Sidonie para recibir luego a los norteamericanos OK GO. Los reyes del video-clip aparecen sonrientes y vestidos cada uno de un color para ofrecernos un concierto memorable en cuanto a espectáculo se refiere, lleno de carisma y divertidas sorpresas. El baile de un grupo de fans en A million ways, la genial interpretación de Return con el sonar estratégico de un grupo de campanas como único acompañamiento o el repentino descenso a la pista del líder Damian Kulash para cantar la delicada Last leaf , lograron compensar lo que en mi opinión fue un mal escogido repertorio (cantaron bastantes temas mediocres y se dejaron muchos otros muy buenos). Todo un despliegue de ingenio y simpatía.

Una muy agradable sorpresa la que me llevo después con Vetusta Morla, cuyo segundo disco me había parecido algo aburrido y pretencioso en una primera escucha, pero que con su directo me demostraron sobradamente que ese entusiasmo por parte de público y crítica está más que justificado. Canciones que crecen en el escenario y desprenden energía desorbitada de la mano de un líder pequeñito pero con una garra y un vozarrón que ya querrían muchos otros. Suenan temas de ese último Mapas, sí, pero también los grandes éxitos de su disco de debut como Copenhague, Sálvese quien pueda o Valiente. Una muy buena actuación que me deja más que satisfecha y que no me permite ver más que el final del concierto de los modernillos Cat People y su rock de tintes oscuros y ochenteros.
La otra gran sorpresa de la noche llega más tarde de la mano de Mika, que aterrizó directamente desde el aeropuerto sobre el escenario Budwaiser sin pasar por camerinos ni hacer prueba de sonido tras un vuelo que llegaba con retraso. Y menuda fiesta la que nos regaló el chico, con sus gorgoritos imposibles, sus bailoteos enloquecidos y sus temazos de noche de fiesta y purpurina. Yo misma, tan recelosa que me había mostrado apenas hacía unos minutos ante la perspectiva de esa actuación, fui la primera en caer rendida ante exitazos como Take it easy, Love today, o Grace Kelly. Con un muy fluido español y acompañado de una banda de lo más simpática, Mika demostró ser un performer en toda regla, un líder indiscutible capaz de seducir no sólo a los seguidores de Fama sino también a los indies más desconfiados.
El electro de los australianos Cut Copy arranca nuestros últimos bailes antes de dar paso a las sesiones de los djs con la que se da por finalizada esta segunda jornada del festival.
Nos plantamos así en sábado, y bajo el cielo gris de un atardecer de resaca, Sexy Sadie nos arrastra nostálgicamente hacia los noventa de la mano de grandes canciones como Someone like you o A brand new world. Es justo entonces, cuando el optimismo y la energía de la música en directo empieza a apoderarse una vez más de nuestras almas, cuando recibo en mi móvil la noticia de que Amy Winehouse ha sido encontrada muerta en su apartamento de Londres. La otra cara del rock me abofetea en un día en el que, tal vez por la falta de sueño, estoy especialmente sensible, y me sorprendo de bajón en la última noche del festival, justo antes de un concierto que había estado esperando desde hacía tiempo.

Pero si algún grupo puede llevarse todas mis penas de un plumazo, esos son Mando Diao. Muy elegantes y acompañados de toda una orquesta de músicos (doble batería, piano, violines y violonchelo), los suecos repasan algunos de los mejores temas de su discografía con una puesta en escena más adulta y unos arreglos más elaborados, pero sin perder la garra rockera ni la frescura punk con la que se dieron a conocer al mundo. Canciones como The Band, You can’t steal my love, Mr Moon o Long Before rock’n’roll le hacen a uno recuperar la fe en el rock, en la vida y en todo lo que vale la pena. Suenan también un par de temas nuevos: Losing my mind, con el vozarrón profundo e insondable de Bjorn Dixgard arrastrándose en la noche como una sombra en la que perderse, y No More tears, melódica y gentil como una caricia a dos voces. El cantante y guitarrista Gustaf Noren dedica unas palabras a todos los que están sufriendo en Noruega a raíz de la horrible tragedia, antes de arrancar con la esperanzadora If I don’t leave today then I might be here tomorrow. La siguen una muy buena versión del Leave me be de los Zombies, para cerrar con la discotequera Dance with somebody y dar así por finalizado un conciertazo en toda regla.

>De la actuación de los mallorquinos L.A alcanzamos a ver, muy a mi pesar, tan sólo el final, y mientras las multitudes se concentran en Love of Lesbian, nos dirigimos al escenario Stereo para presenciar la divertida actuación de Capsula que, ataviados con sus galas glam, interpretan íntegramente – y muy bien- el Ziggy Stardust de David Bowie.
Y llega entonces el último concierto del festival en el que tengo interés, el de los también suecos Shout Out Louds. “Gracias por estar aquí tan tarde”, nos dicen, inocentes, probablemente sin saber que esa es la mejor hora en la que uno puede tocar en un festival en España. La mayoría del público se concentra en The Klaxons, pero los pocos que estamos en el escenario azul ¡qué bien lo pasamos! Las buenas canciones se siguen una tras otra, The Comeback , Please, please, please, Your parents leaving room, Impossible o Tonight I have to leave it, con sus percusiones enganchosas, su cadencia marcial y la voz nostálgica del cantante y compositor Adam Olenius rompiendo en la noche de verano y llevando de la mano nuestros canturreos felices. También ellos parecen contagiarse de nuestra alegría y se muestran mucho más animados de lo que se habían dejado ver hacía unos meses en su concierto en Barcelona. Espero tener la oportunidad de verles de nuevo muy pronto.
Los djs se encargan de despedir la noche una vez más: la sesión más dura de Steve Aoki, la ecléctica propuesta de KGB djs y los temazos indies de la mano de Santos & Mr. Chase.
Amanece un nuevo día en Benidorm y una manada de gentes ojerosas nos arrastramos por sus calles ahora desiertas que en tan sólo unas horas quedarán abarrotadas de turistas y jaleo pachanguero. Con las cabezas abotargadas de canciones y buenos recuerdos, nos metemos en la cama y aplaudimos en silencio. Bravo Low Cost. Nos ha ofrecido exactamente lo que prometía y que, de hecho, quedaba resumido en el cartel que colgaba en lo alto de uno de los escenarios. Grandes momentos te esperan, podía leerse. Y cuánta razón tenía.
Fotos: Low Cost
Excelente crónica. ¡Qué gran Low Cost tuvimos! Hay que decir que la organización fue superior, por lo que estamos acostumbrados a ver en los diferentes festivales del panorama. Algo que ciertamente no esperaba. En mitad de la sesión de Aoki nos sorprendieron con un heiser artificial de agua en el centro de donde se encontraba el público. Algo de agradecer para muchos. No tuvimos que sufrir las colas y los servicios estaban muy bien situados y eran suficientes. De lo demás se encargaron los músicos, que lo dieron todo.
Un festival para recordar.
Hola Jorge, ¡gracias por el comentario! Toda la razón, qué diferencia con otros festivales mucho más caros. ¡Nos vemos en Benidorm el año que viene! 🙂
No he leído tu crítica, pero como sea como el principio, no creo que merezca mucho la pena.»ese surrealista emplazamiento que es Benidorm -con sus rascacielos aberrantes, sus pubs hamburgueseros y sus guiris enrojecidos-»
Sus rascacielos son objeto de admiración de cualquier ejecutiva llegada de remotos rincones para copiar la sostenibilidad de esta ciudad, una ciudad vertical es mucho más sostenible que una horizontal.
No hay ningún sitio en Europa con mayor número de garitos con música en directo por habitante como en Benidorm, no sé de donde sacas los hamburgueseros, pero te recuerdo que el hard Rock Café sí lo es, y la mayoría de la musica que llevan es igual de grasienta.
y los guiris enrojecidos, pues de todo tiene que haber en una ciudad que tiene un clima envidiable y unas aguas cristalinas en unas playas orientadas al sur que hacen que los edificios no proyecten sus sombras sobre éstas.
todo ello me demuestra que eres como todo el mundo que critica Benidorm de oídas