[Crónica] Swans en Barcelona (octubre de 2014)

Un concierto de Swans es una experiencia bastante peculiar, los de Michael Gira son un grupo para disfrutar al 100% en directo. Seamos claros: en su faceta en estudio son bastante difíciles de digerir. El que diga que se pone un disco entero de Swans en el curro, mientras está estudiando o sobrio, es postureo. Su música es catalogada como música para entrar en trance y su versión en vivo incita a estar con los sentidos disparados a mil revoluciones por hora. El vendaval sonoro que son capaces de producir no es para nada fácil de llevar. Las sensaciones que producen sus temas, casi todos alargados hasta el éxtasis, producen en el espectador una sensación tan densa como placentera. Estar en primera fila y sin tapones para los oídos es una pelea injusta, tanto como luchar contra un león en pleno circo romano, y no, no es cuestión de senectud; el ruido que emerge de los instrumentos de los Swans es una avalancha sobrenatural que atenta contra la salud auditiva de cualquiera.

Por razones de tiempo, no pudimos asistir a la actuación de la telonera, Pharmakon o mejor dicho Margaret Chardiet, aquella neoyorquina que cuenta con una trayectoria juvenil en varios grupos de punk-rock y grunge y que fue mutando hacia la experimentación. Solo pudimos apreciar una canción y fue tal y como lo habíamos vivido en el pasado abril (en el CCCB): mucho ruido y estridencias que preparaban el terreno para el plato fuerte de la noche.

La gira enmarcada en la promoción de su último disco “To Be Kind“, sucesor del inmenso “The Seer” que lo puso en la palestra mainstream (a pesar de Gira) y que los llevó a varias listas de lo mejor del 2012, nos dejó boquiabiertos en su paso tanto por el Primavera Club de ese año como por el Primavera Sound del año siguiente. La música de los de Nueva York, fieles a su líder,  siguen lo que le sale de los cojones a Michael Gira, eso es así. Las reglas que obedecen los discos de Swans son única y exclusivamente lo que sale de la cabeza de Michael, sin más. Él mismo ha declarado que le gusta provocar una serie de sensaciones en las que el público simultáneamente se encuentra tanto a sí mismo como se es capaz de abandonar. De ese modo podríamos definir un concierto de Swans como “una experiencia de tomar ayahuasca” y lo curioso es que durante todo el bolo te debates entre danzar poseído en un ritual conducido por Belcebú o gritar de forma rabiosa por sentirte timado ante lo acontecido frente a tus ojos.swans4

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A las 20:45  aparecióel multi instrumentista vikingo Thor Harris (que ha tocado con Shearwater, Bill Callahan, Devendra Banhart, Ben Frost entre otros) a darle caricias al gong durante casi 10 minutos. Ésto servía para introducir lentamente en escena a los demás músicos, entre los que encontrábamos a Phil Puleo (betería), Christoph Hahn (lap steel), Norman Westberg  (guitarra), Christopher Pravdica (bajo) y por supuesto, al gigante Michael Gira. El show comenzaba y como no podía ser de otra manera se hacía con mucho ruido, canciones largas, bailes chamánicos y una banda afinada como un reloj suizo dispuesto a detonar la sala Apolo. Faltan los adjetivos para calificar a Swans, en directo son imponentes y dominantes como pocos. Son agresivos pero a la vez combinan las canciones con jams lisérgicos que rozan la brutalidad con una instrumentación que te abraza y no te suelta.

¿Un setlist de 6/7 canciones en casi 3 horas? Eso es Swans, un taladro que te penetra el cerebro, se queda allí unos segundos y luego te deja poseído o agotado, dependiendo constantemente de tu estado de ánimo. Michael Gira, melena al viento, su Gibson calzada como una escopeta y pose de director de orquesta, abrió con con la extensa ‘Frankie M‘, seguida por ‘A Little God in My Hands‘, una de las canciones destacadas (y una de las más felices, dentro de lo que cabe) de su último LP. En ella se presentaba un loop repetitivo infernal, similar a un goteo de ácido, con un Gira entonando sus letras con rabia pero con la calma de un asesino en serie. Después vino ‘The Apostate‘ de The Seer, una especie de invocación de los espíritus, que con el frontman manos en alto y baile para encender a la multitud en un viaje cósmico.

Just a Little Boy‘ es un metrónomo que va deambulando por la prosa lenta y cansina de Gira con riffs estruendosos y agudos. Retazos de post-punk, noise-rock o anti-punk, difícil clasificar a Swans, ya que ellos representan claramente la indulgencia instrumental, experimentan sin miedo y les sale bien, desde el uso del trombón, pasando por el clarinete y el violín. No faltó el eterno tema de su último LP ‘Bring the Sun / Toussaint L’Ouverture‘, más de 30 minutos de puñaladas constantes en la espalda, con constante e intenso ritmo que se divide en dos partes, jugando con los sonidos, los gritos de Gira y para un final desgarrador en dónde ofrecen disparos en la oscuridad.

Quedará para la memoria el concierto maratoniano con unos Swans sonrientes, vociferando “Viva España, Viva Barcelona” en el que Swans fueron testigos de una sala Apolo que destilaba peyote. Nos queda claro que Gira fue nuestro guía espiritual y nos dio una vuelta por su gran universo artístico. Recapacitando sobre el concierto podemos resumirlo como que a pesar de todo el caos, ruido e incertidumbre, hay amor, belleza y felicidad en un concierto de Swans o eso quiero imaginar.

 

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